Carta Abierta al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), en respuesta al comunicado de ayer.
Sras/Sres del Centro de Estudios Legales y Sociales,
De mi mayor consideración.
Ayer, en respuesta a una nota firmada por el periodista Sergio Serrichio y por mí en el portal www.plazademayo.com, que tuvo eco en el programa radial de Jorge Lanata y en diversos medios de la Argentina y del exterior, el CELS emitió un comunicado y una serie de tuits pretendiendo desmentir que un texto manuscrito de 1979 para un discurso del Brigadier Omar Graffigna fuera del presidente de la Institución, Horacio Verbitsky.
La desmentida se basó en la sola difusión de otro manuscrito del año 1985, elegido por Verbitsky, es decir, la persona señalada -que es quien personalmente debería responder y a quien se le había dado la oportunidad de hacerlo.
En ningún momento, el CELS, con “L” de “Legal”, institución que desde 1979 y por muchos años hizo honor no sólo al valor de los Derechos Humanos sino también al rigor de los procedimientos con que los defiende, se comunicó con los autores de la nota para saber sobre la abundante documentación que obra en nuestro poder y que dio basamento a la referida nota, la existencia del manuscrito, correspondencia, la recopilación de otros de autoría “indubitada” de Verbitsky y la realización, en base a ellos, de dos peritajes caligráficos que arribaron a una misma conclusión: la grafía y el puño escritor corresponden a Verbitsky.
Además de desechar sin ningún cuidado técnico o legal la prueba pericial (y sin contar con los escritos originales ni el tiempo para hacerlo) el CELS ignoró numerosos e importantes datos de contexto, tales como el lugar y la fecha de elaboración del manuscrito, la estrecha relación de Verbitsky con el fallecido Comodoro Juan José Güiraldes, quien en esos años elaboraba los discursos de los comandantes en Jefe de la Fuerza Aérea, y, por su intermedio, con el Instituto Argentino de Historia Aeronáutica Jorge Newbery, “alter ego” del Comando en Jefe de la Fuerza Aérea, que financiaba sus actividades y asignó expresamente un subsidio para sufragar un trabajo encargado a Verbitsky, y otros que prueban la continuidad y estrechez de la relación de Güiraldes con los más altos jefes militares del llamado “Proceso de Reorganización Nacional”.
El CELS hizo algo más grave aún: dijo que, entre otras “mentiras” sobre Verbitsky, los autores pretendían “deslegitimar, a través de su figura, el trabajo que desde 1979 realiza el CELS en la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia por los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado”. Esto es, Verbitsky se arropó en el CELS para responder a un señalamiento sobre su conducta personal, y el CELS lo consintió.
Trabajé personalmente con Augusto Conte, uno de los fundadores del CELS, para que, como verdadero y legítimo abanderado de los Derechos Humanos, fuera electo diputado nacional en 1983, en el retorno de la democracia. Antes aún, a fines de los 70s, participé en reuniones e iniciativas con quienes se animaban entonces a dar la cara por la defensa de los DD.HH., atropellados por una dictadura asesina y opresiva.
En esos años, recuerdo, evitaba caminar por las cuadras cercanas a Paraguay 727, dirección en la que trabajaba Verbitsky, porque era un área plagada de potenciales represores: enfrente de donde circulaba a diario y sin temores el hoy presidente del CELS estaba el Círculo de la Fuerza Aérea y, muy cerca, el Círculo Naval, y el Círculo de Oficiales del Ejército.
Era de esperar que Verbitsky negara la autoría de aquellos manuscritos. Lo contrario equivaldría a su oprobio e invalidación moral como pretendido Fiscal de la Nación. Es triste que el CELS, nacido en 1979, cuando su hoy presidente colaboraba con la dictadura, haya decidido apañar esa pretensión invocando su lema “Memoria, Verdad y Justicia”.
Gabriel Levinas.