Recuerdos y reflexiones a 38 años del golpe de 1976.
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Otro año y ya pasaron 38 desde el golpe de 1976.
Recuerdo las calles vacías de la ciudad, autos Falcon grises y verdes pasando veloces sin sirena y mostrando sus armas por la Avenida Corrientes.
Recuerdo las siluetas de los edificios de la calle Bartolomé Mitre que aparecían y se borraban por los fogonazos de las ametralladoras.
Recuerdo la magullada cara de un joven desmayado en el asiento de atrás, sostenido por dos policías de civil en un auto sin patente, que quedó detenido junto a mí mientras volvía de Ezeiza en el angosto puente de la Avenida del Trabajo.
Nunca olvidaré esos minutos de realidad que el atorado tránsito puso frente a mí como en una pantalla de Cinerama, tampoco olvidaré al nervioso acompañante del chofer agarrado con sus dos manos de una Itaca negra, vigilante.
Ni los retenes en las rutas y las calles, donde jugabas a la ruleta rusa cada vez que los atravesabas.
Ni los golpes furiosos en mi puerta a la una de madrugada y la veintena de policías y militares que revisaron minuciosamente mi departamento mientras uno de ellos me sostenía contra la pared de la cocina con el caño de una escopeta. O la mirada penetrante del que decidía si yo iba o no, a ser arrancado de mi esposa y mi hija de cuatro meses esa noche.
Ni el silencio de tantos, ni mis silencios.
O las miradas bajas en el supermercado. Los millones de sordos asustados.
Recuerdo haber revisado una y otra vez los cajones y bibliotecas de mi casa para no dejar evidencia alguna que sirva para que un próximo allanamiento detecte mis pensamientos.
Yo tenía la edad de los sospechosos. Y la pinta. Y la historia.
Después vino el ruido apabullante del mundial que distrajo a muchos, pero no cesó el silencio. Ni la muerte que escondía.
Así vivimos, así murieron miles. Así nos hirieron a todos con una herida abierta que 38 años más tarde sigue supurando pus, mentiras y falsos heroísmos.
Odio. Sigue el odio. No pudimos vencer el odio.
La encarnizada lucha por apoderarse de un pasado y amoldarlo a las conveniencias políticas, la utilización permanente de los muertos y los sobrevivientes, la destrucción ética de los organismos de los DD.HH. son el pus de esa herida.
El apoyo irrestricto y acrítico a un gobierno que metió preso a los represores a cambio del silencio frente a la violación sistemática de los DD.HH. durante todo este tiempo no hace más que distorsionar aun más el sentido de justicia que implica juzgar y condenar a los militares culpables de los delitos de lesa humanidad cometidos en los 70.
Nos deja vacíos, como si nuestra lucha de entonces no hubiese sido por los desprotegidos sino por nosotros mismos. Como si hoy no quisiéramos otra cosa más que vengar a nuestros muertos en lugar de reivindicar sus ideales . Ellos lucharon -por lo menos los jóvenes y no los Firmenich- por un país más justo.
Por una Argentina donde los Qom tengan sus tierras, donde no se expulse a los criollos de los montes santiagueños, donde no mueran miles de jóvenes por gatillo fácil, donde los presos comunes no sean masacrados en las cárceles.
¿Cuántos Trelew hubo en esas cárceles estos años?
¿Quién pidió por ellos?
¿Por qué pelearon los muertos, los desaparecidos, los torturados, los exiliados, los que sobrevivieron ? ¿Por quiénes peleábamos?
Hoy parece ingenuo, antiguo hablar de marxismo, de socialismo: “Eso ya fue”.
Pero no podemos dejar que nos quiten el sentido humanista que tenían nuestros sueños, los mismos por los que gran parte de mi generación arriesgó o dio su vida.
38 años después del golpe, 30 años de democracia mediante y no pudimos recuperarnos. Tengo toda la sensación de que aunque metamos presos hasta el último culpable de la represión en una celda, hemos sido tan idiotas, que nos ganaron igual.
¿Nos ganaron?
Lo que sucedió «en los 70» tiene muchas aristas, demasiadas diría. Es impúdico tratar, como lo ha hecho este gobierno, intentar, a toda costa, mostrar una sola como verdad incontrastable. Pero, no cabe duda -yo fui uno de los tantos presos políticos de entonces que pudo «salir» de la cárcel gracias a la presión de un país extranjero, el de mi padre, aunque nunca tuve relación con las organizaciones armadas- que los ideales humanistas de muchos jóvenes de entonces -me encontraba entre ellos- no autoriza a nadie, y menos sin hacer algún tipo de consulta con los ciudadanos de entonces, a lanzar una ofensiva armada contra una de las peores y más fascistas fuerzas armadas de la época. Nadie se hizo cargo de la derrota y tampoco de los suyos, sólo sobrevivieron algunos de los máximos responsables, no solo Firmenich. El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Mientras no se haga una valoración objetiva que incluya a todos los actores de lo que sucedió, seguiremos mintiendo, a sabiendas, sobre los acontecimientos de entonces. Los motivos de esa mentira: que cada cuál aguante su vela.
Mi sueño es que se mueran todos ustedes
enserio
de corazon
sin rencor
los de la «resistencia» o «terroristas» como unos cuantos fueron
los que leian a marx lo de la revolucion
y hoy muchos son grandes capitalista o politicos milllonarios
muy adiestrados en quedarse con la plusvalia de los argentinos
que se mueran los «milicos» o «terroristas de estado»
y todo aquel que los apoya
me tienen harto
todos ustedes
haciendo que la argentina
viva en el pasado
y desde ahi proyecte su futuro
harto me tienen de un lado y del otro
cuando todos ustedes mueran
HIPOCRITAS DE MIERDA
AMBOS
La argentina espero mire desde el hoy
y plante su futuro un proyecto de pais
sin olvidar la historia
pero saber que es historia
LOS DERECHOS HUMANOS NO SON DE USTEDES
SON DE TODOS
VEO PALABRAS COMO HEROICO COMO JOVENES CON IDEALES
HAGANSE SE CARGO DE LO QUE HACEN Y DEJEN DE LLORAR
RESISTENCIA MATARON A CIVILES
LOS DOS ARMARON BOMBAS O TOMARON UN FAL CONTRA OTRO ARGENTINO
Y HOY MIREN DONDE ESTA SENTADO CADA UNO
mueran ya y dejennos construir un pais enserio
todos ustedes hipocritas de mierda ya la cagaron
Mi estimado Gabriel, seguìs adoleciendo de la necedad que te acompañò en aquella juventud, la cual elegiste no superar. Se supone que los años, la experiencia, la vida, deberìan haberte permitido hallar respuestas, análisis mucho mas pràcticos, alimentados del sentido comùn. Se suponìa que el almendro florecerìa para hacerte mas sabio. Pero no ha sido asì. Seguìs la retòrica que puedo escuchar en la boca de una Cristina, de un Boudou o un Gullo. Te hacès eco de la simplificación; “estamos como estamos porque hace cuarenta años hubo un golpe de estado”. “¿Nos ganaron?”. Que penoso es seguir usando los pantalones cortos a esta altura de la vida.
Seguìs echando culpas a un sòlo factor, el ùnico demonio que le gusta ver a Hebe o a Verbitsky. Cero autocrìtica a la utopía de un ideal marxista perimido que en su breve intervención en la historia no ha mostrado mas que capacidad para exacerbar el resentimiento.
Yo, que vivì mi infancia la absoluta escasez, veo en personas como vos sòlo a “chicos bien” que no hallaron su norte o su Dios, y entonces abrazan e idealizan alguna causa “justa”. Hacen girar al mundo alrededor de ello, algunos se hacen meter presos por las ballenas del Àrtico y otros consienten dictaduras y genocidios tanto peores que los que le critican al capitalismo. Hombres tan capacitados, pero que no alcanzan a ver còmo el marxismo ha “abrazado” todas las causas “justas” en su estrategia para lograr el consenso que siempre le han negado los hombres comunes, el vulgo, la masa proletaria. Los verdaderos trabajadores no nos dejamos arrear a la dicotomía de ser sometidos a una clase oligarca o a una advenediza clase burguesa que sòlo busca ocupar el mismo rol, aunque generalmente con mayores limitaciones, sin guardar ninguna forma, cercenando libertades y con burdas vulgaridades. Actualmente, tenemos a un Maduro en Venezuela, si acaso hace falta citar algún ejemplo.
En tu re-memorizaciòn, elegiste soslayar el verdadero rol de uno de los protagonistas de la noche oscura que vivimos. “Nuestros muertos”, los llamàs. No fueron los mios, y no fueron los de la inmensa mayorìa del pueblo. Personas tan familiarizadas con los marginados del sistema, que nunca se detuvieron en conocer y apreciar la labor de los que sostienen el sistema. Te desmarcàs de un Firmenich como si eso bastara para mostrarlos mejor que èl. Son parte del mismo club, los que alientan en la tribuna y los que hacen los goles en el campo de juego.
Cuando la polìtica es tan sòlo una excusa para convertirse en delincuente, deja de ser una herramienta social de transformación. Ni siquiera es “revolucionaria”. Un tipo que asesina a sangre frìa es un delincuente, un forajido; que su excusa sea la falta de oportunidades, una adicciòn, combatir al neoliberalismo o alguna psicopatía, no hace la diferencia. La càrcel està repleta de tipos con excusas. Los asesinos que asolaron nuestro paìs entre 1973 y 1976 tuvieron la suya. Ellos son los otros actores, claro, en tu semblanza los presentas como “los sospechados” (inocentes, por supuesto), desaparecidos, torturados y exiliados.
“…el sentido humanista que tenían nuestros sueños”, no puedo creer que lo escribas sin ruborizarte.
¿Cuánto “sentido humanista” se necesita para masacrar un micro con policìas que regresan de custodiar un partido de futbol en Rosario? ¿O para incinerar a un cabo de la Bonaerense agonizante en el piso? Yo dirìa que necesitaron mucho de “sentido animalista” para realizar semejantes atrocidades.
No “nos ganaron”. Esta es la verdadera naturaleza del idealismo al que siempre adheriste. Es necesario que tomes perspectiva de este escenario, que te coloques en un plano equidistante, que hagas un esquema macro. Todos los referentes de aquellos ideales que decìan luchar “por un paìs mas justo” resultaron seres miserables, no puede ser obra de la casualidad. Es hora que reconozcas que esos ideales, simplemente, deben ser miserables.
“…aunque metamos presos hasta el último culpable de la represión en una celda, …”
Aunque lograras desaparecer a todos los que despreciamos al marxismo, mi estimado Gabriel, tarde o temprano deberìas reconocer que has elegido alabar y predicar la obra de verdaderos sociòpatas. ¿Tendràs el coraje?
Mencionás «desaparecer a todos..». Es lo que quiso hacer el criminal gobierno militar. No es lo mismo que meter preso a esos delincuentes, que es lo que menciona Levinas.
Estuvo todo eso. Y también la difícil resistencia, las nuevas solidaridades. Y también las escondidas, pequeñas heroicidades.Los grandes sacrificios, las grandes pérdidas, los grandes gestos humanos. Y es esto lo imperdonable: que los que hoy bastardean el significado de esas luchas oculten que debimos aprender materias no sabidas. Vivir rodeados de muerte sin perder dignidad. Es curioso que después de la Dictadura se hicieron marchas de la Resistencia. Luego bastardeadas también por muchos de quienes las encabezaban. Pero no podían ocultar que hubo Resistencia. Como en las ocupaciones nazis. Y que sigue existiendo resistencia contra aquella impunidad y estas nuevas impunidades. Por irónico que parezca, el 24 de marzo mi voz se alzará en nombre de esa Resistencia y de aquella y esta Defensa de la Vida..
Jorge, cada uno sabe lo que hizo, y sé quien sos, un fuerte abrazo.