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Una tierna historia de amor no correspondido: Merceditas

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Hace unos días  volvió a mis oídos una hermosa canción de la música litoraleña del folklore de mi país, escrita en ritmo de chamamé por el compositor Ramón Sixto Ríos, en la década de 1940,  que la tituló Merceditas. Trata de un amor no correspondido y está considerada una de las quince melodías más difundidas de la música popular argentina.  La letra ha sido traducida a nueve idiomas y el tema ha sido versionado por más de 90 intérpretes de distintas partes del mundo.

Con esa manía de curiosear por los laberintos de la vida me puse a investigar a qué se refería  eso de “amor no correspondido” y me encontré con una hermosa historia digna de conocer y compartir.

«Merceditas» fue Mercedes Strickler Kahlow (1916-2001), una joven campesina que vivía en un pequeño pueblo llamado Humboldt, situado en la provincia de Santa Fe, él era un joven de 27 años que llegó al pueblo para actuar con un grupo de teatro en el Club Sarmiento de esa localidad.

Allí  conoció, a quien todos llamaban Merceditas, una bella y campesina rubia y de ojos azules, tres años menor que él, residente en una finca lechera ubicada  en la zona rural aledaña al pueblo. Merceditas, hija de inmigrantes alemanes, había perdido a su padre cuando era una niña pequeña y desde entonces había tenido que hacerse cargo de la finca con su madre y su hermana. Una noche después de cantar, en el intermedio del espectáculo, el compositor la invito a bailar  un tango y ella aceptó.

Ella vestía un vestido blanco y lucía el cabello largo y enrulado; él tenía un traje cruzado y estaba peinado a la gomina como se decía en esos tiempos o con gel, como seria en la actualidad.

Merceditas llamaba la atención, no sólo por su belleza, sino también por su espíritu independiente, inusual en las mujeres de la época. Ramón y Merceditas iniciaron una relación formal, que se mantuvo dos años, alimentada por las cartas que intercambiaban, ya que él vivía en Buenos Aires, a más de 500 kilómetros de distancia. Mientras duró la relación, Ramón iba esporádicamente a Humboldt a visitarla. En  1941 Ríos decidió proponerle matrimonio y para ello viajó a Humboldt con los anillos pero, inesperadamente, Merceditas rechazó su proposición: “Me gustaba pero de un momento a otro lo dejé de querer. Fue el día que vino con los anillos para comprometernos. No lo acepté. Ahí me desenamoré.  Yo no quería comprometerme  y él se regresó con sus anillos”.  “Simplemente me arrepentí”, dijo en una oportunidad.

Se despidieron por última vez en la terminal de buses. Pese a la ruptura, Ramón y Merceditas siguieron escribiéndose varios años, hasta que ella dejó de contestarle en 1945. Él sin embargo persistió, varios años más, transmitiendo en las cartas el dolor que le producía ese amor no correspondido:

“Con los meses y los años deje de contestarle las cartas, y entonces él empezó a mandar  más cartas, todas con versos muy tristes, que me hacían llorar.”. “Versos muy tristes le salían, porque yo lo había dejado.”

Hasta que él también dejó de escribirle. La última carta dice:

“Llegaste hasta mí como una rosa muy blanca para dejarse deshojar entre tus manos y morirse así, muy dulcemente, casi con placer. No puede ser de otro modo, pues solamente las montañas no se encuentran, pero las personas sí y si puede ser que alguna vez nos encontremos, ya sea en esta vida o en la otra, siempre será grato tener un recuerdo amable de todo..

De ese dolor surgió «Merceditas», la canción. Ramón Ríos la compuso en 1940, la grabó y la misma se convirtió en un éxito radial. La propia Mercedes Strickler recuerda el momento en que la escuchó por radio: “Enseguida me di cuenta: la letra tenía frases enteras que Ramón me había dicho personalmente”

Ramón Ríos seguiría su vida y se casaría con otra mujer, de la que enviudaría apenas dos años después. En la década de 1980 una revista de Buenos Aires publicó una nota que incluía un reportaje a Merceditas. Al leerla Ríos le escribió una carta invitándola a ir a Buenos Aires, reencuentro que concretaron poco después. Él volvió entonces a proponerle matrimonio, pero ella lo rechazó una vez más. Se mantuvieron en estrecho contacto hasta la muerte de Ríos, el 25 de diciembre de 1994, cuando tenía 81 años. Su último acto fue legarle los derechos de la canción. Ella vivió hasta los 84 años y murió soltera en el 2001. Hasta el último momento vivió con el sentimiento de que Dios la había castigado por su conducta.

……..es Merceditas,
la leyenda que palpita
en mi nostálgica canción.

Con la especial lectura de esta narración, con la mágica comunión de un amor no correspondido o arrepentido,  me parece que mucho más no podemos comentar sino secar una lagrima y agradecer por ese sublime encanto que significa vivir con la palabra amor, en todas sus dimensiones, a flor de piel.

 

 

Publicado en el sitio del autor AQUI

Comments

  1. Alicia says:

    ¡Hermosa y triste historia!
    Un amor casi devocional la de Sixto Ríos hacia Mercedes. Qué pena que no se hayan podido encontrar en esta vida! tal vez si hay otra, tenga ella una segunda oportunidad!
    Muchas gracias por adornar con esta historia la belleza de la canción.