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Palico

Pero Palico no es un vago como todos en ese paraje. Se despierta con el cantar del primer gallo porque el primer gallo que canta es el suyo. Después empieza a cacarear el de Santos López, del campito de al lado, que en realidad es el mismo campito que el de Palico, un campo prestado que pertenecía a la Lucrecia. Tres hectáreas en una zona poco fértil en Corrientes, entre Goya y Esquina. La Lucrecia se fue a vivir a Constitución  y el campito  lo ocupó Don López. Palico le pidió permiso para hacer una casilla ahí mismo. Tres botella de vino tinto de cartón bien frío le costo a Palico convencer a Don López de que le prestara un poquito de su tierra. Porque Lucrecia desde que se fue a vivir a Buenos Aires no regresó nunca más.

 

palico

 

Palico escucha los gallos y se calza el vaquero y las botas, se pone su pullover limpio más abrigado y sale al galope cinco kilómetros a campo traviesa, hasta lo del carnicero. Bien de noche es todavía, la niebla es espesa y Palico sigue galopando una hora entre montes y pajonales. Aun así Palico llega tarde a lo del carnicero, pero nadie puede dercirle nada porque para pialar una vaca hace falta mucha fuerza y destreza, y Palico es el mejor para pialar en 20 kilómetros a la redonda. Lo que muchos hacen entre tres, Palico puede hacerlo solo.

 

Le dicen hereje  porque es muy malo con los animales, los maltrata mucho.
Palico llega a lo del carnicero con el lazo en la mano y termina el trabajo que hace media hora intentan hacer el Paulino  y el Santi sin éxito. Dos intentos y la vaca vieja elegida para la faena semanal queda tirada en el suelo.

 

Qué desperdicio, piensa Palico después de arrojar ese pial tan lúcido y difícil al lomo de la vaca vieja que ahora queda tirada con las cuatro patas atadas.
Pero Palico tampoco es de los que se lamentan.

 

Palico agarra el cuchillo y lo clava profundo en la base del cogote de la puta vaca vieja, el chorro de sangre sale disparando hacia la lata de batata que se llena bien rápido. La vaca muge y el Paulino vacía la lata con sangre en una olla grande mientras tapa la arteria de la vaca con el dedo índice de la mano que no usa para no desperdiciar sangre. Saca el dedo y vuelve a colocar la lata abajo del chorro rojo. La vaca abre bien grande los ojos y los cierra con cansancio, los vuelve a abrir y muge, la sangre sigue saliendo con menos presión que antes y muge un poco más y sigue jugando con sus putos ojos viejos de vaca vieja y cansada. El cuerpo empieza a temblar un poco y Palico goza siempre en ese momento. Patea a la puta vaca vieja por vieja, porque a los bichos viejos Palico les tiene mucho más odio de lo normal.
Pero Palico no odia a los animales. Eso dicen de Palico en el paraje porque siempre algo hay que decir. Que es hereje con los bichos todos. Pero no los odia, sólo los maltrata un poco.

 

Miren a Palico  con el cuchillo bañado en sangre con el que le dio bien adentro del tragadero a la vaca en la mano, pasándoselo por los ojos hasta cerrarlos para siempre con la señal de la cruz. Así se termina de matar a la vaca para que la carneada no se corte. Eso no es de hereje, eso es respetar bien los usos y costumbres del pago.
El día empieza a clarear y la vaca quedó muerta, tirada en el pasto con los ojos cerrados justo a tiempo. Palico vuelve a patear a la vaca, saca otro cuchillo y hace los tajos cruzados para sacarle el cuero.

 

Pero la vaca ya no es más vaca. Palico agarra la sierra porque el Palico siempre termina haciendo todo. Le abre el pecho y saca la tripas, después la corta en cuatro.
Termina  su trabajo y espera a que el carnicero le entregue su puto y viejo pago en tripas y dos kilos de corte a elección menos lomo.

 

Sube al caballo, lo patea bien fuerte y sale al galope. Atrás van Pepe y Chicho, sus perros que lo siguen siempre a todos lados.

 

Pero antes de ir a marcar el ganado del Dr. Vicente, ocho kilómetros de pajonales y montes, Palico pasa por el almacén de María a comprar un vinito tinto natural-nomás.

 

Cuando  María le pregunta si la carne viene buena Palico responde «Buena es nomás»
Pero María sabe que «Buena es nomás» quiere decir  que la de la semana próxima va a ser mejor.

 

Palico sigue viaje, le gusta trabajar en lo del Dr. Vicente  porque su ganado es bien bueno y ahí sí que no se desperdicia ningún pial. Además, aunque la paga es poca, los pesos del Dr. Vicente son siempre buenos.