La muerte de Hugo Chávez Frías hizo que se pusiera en debate, con una mirada un poco más profunda, avances y/o retrocesos que produjo el modelo “bolivariano” iniciado el 6 de diciembre de 1998. Es indudable, que el proceso de “mitificación” iniciado tras el fallecimiento del “líder”, por necesidad, deje de lado algunos interesantes datos de la realidad venezolana, datos que no servirían para completar la metamorfosis de “humano” a “eterno”. Por ello me pareció importante, dada la velocidad de los acontecimientos, hacer algún que otro aporte en este sentido…
En Venezuela el sistema educativo se estructura en 4 niveles de educación: preescolar, básica, diversificada (ciclo medio) y superior. La Educación se encuentra reglamentada por la Ley Orgánica de Educación aprobada el 13 de agosto de 2009 que define la obligatoriedad desde el preescolar hasta el nivel medio diversificado y consagra la gratuidad en el sector administrado directamente por el Estado hasta el nivel de pregrado.
En algunos círculos se considera como “muy importantes” los avances logrados en estos 14 años en que gobernó «el Comandante”. Avances, principalmente en materia de incremento de cobertura, matriculación, años de escolarización de la población, infraestructura y financiamiento. Sin embargo, algunas investigaciones indican que parte de los datos oficiales que produce el Ministerio de Poder Popular de la Educación no muestran toda la verdad o por lo menos encubren cierta parte de ella.
Para algunos analistas una buena manera de medir los logros educativos es la cantidad de capital humano acumulado, medido por el promedio de años de escolaridad que poseen las personas por encima de una edad determinada. Los estudios econométricos han encontrado una asociación fuerte entre la cantidad de años de escolaridad y una serie de resultados económicos y sociales. Los países con más capital humano exhiben mayor ingreso por habitante, menor mortalidad infantil, menor corrupción, mayor transparencia, mayor participación ciudadana, instituciones más independientes del ejecutivo y democracias más fuertes.
Existe un trabajo de los economistas Robert J. Barro y Jong Wha Lee, realizado para la National Bureau Economic Research de Estados Unidos, en el que presentan datos de logros educativos en 146 países en el período 1950 y 2010. En él se intenta demostrar la efectividad de las políticas en materia educativa en todos esos países. En este trabajo Latino América y el Caribe está representado por un total de 25 países. El trabajo muestra que en 1960, el promedio de años de escolaridad para los venezolanos mayores de 25 años era de 2,53 años, ocupando la posición 18 del ranking.
Cincuenta años después, Venezuela muestra un significativo avance en términos absolutos en años de escolaridad: el promedio para el 2010 fue de 6,18 años. Pero en términos relativos tuvo una caída sorprendente. Su posición en el ranking es 22 de 25. Aún así, Venezuela muestra una mejora del 245%. Sin embargo, como bien muestra este trabajo, los países que tienen una alta mejora son los que presentan resultados absolutos mayores y resultados relativos peores. Por ejemplo, Haití es el país que presentó la mayor variación absoluta en el grupo, con un 734%, pero su promedio de años de escolaridad en 1960 era menor a 1 año. Estos números parecen indicar que para Venezuela (o Haití), las mejoras forman parte más de una tendencia mundial que de las políticas educativas instrumentadas localmente.
Peor aún, algo más llamativo: los datos de esta base demuestran que durante una buena parte de la “revolución bolivariana” (entre 2000 y 2010) los logros son poco significativos en esa misma franja etaria: en el mismo período el promedio de años de escolarización mejoró sólo 0,61 años contra los 0,74 de la década de los 90, mucho mejor que lo ocurrido durante los 80 que fue negativa o los casi 2 años (1,991) de 1970 a 1980, el mejor período para este indicador desde 1950 a la fecha.
Contrariamente, algo para celebrar: el mismo trabajo muestra claramente la incorporación de 1,2 millones chicos menores de 15 al sistema escolar, aunque no esté claro que esos chicos estén avanzando en su biografía escolar al ritmo que sería deseable. Utilizando datos propios y del Programa para las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el director del Centro de Investigación Culturales y Educativas, Mariano Herrera asegura que: «no ha habido una mejora en cuanto al número de niños que se encuentran en noveno grado, con respecto a los que se inscribieron en primer año hace ocho o nueve años. Estamos todavía en un número entre 6 y 7 años de escolaridad promedio; es decir, que la mayoría de los venezolanos mayores de 15 años no pasa de séptimo grado, y eso ya tendría que haber aumentado. Tendríamos que estar entre los 9 y 10 años como está Chile o Panamá».
Por lo tanto, se verifica un incremento de la matrícula pero no mejoran los años de escolarización. Lo que también está en duda es dónde se registraron los aumentos de matrícula (algo que se discute también en la Argentina) ¿Sector público o sector privado? Según el Programa Venezolano de Educación (PROVeA), organismo no gubernamental que trabaja desde 1988, el tramo obligatorio de la educación venezolana creció en los últimos 10 años un 2% real pero el sector público absorbió menos de la mitad de ese incremento: 0,7%…
Más allá de los “fríos” números, lo que más preocupa tanto a críticos o como a seguidores del régimen bolivariano es el grado de desajuste entre lo que la educación venezolana aporta y las competencias que demanda el mundo que le toca vivir a los pibes que hoy están dentro de las escuelas (otro tema que parece no ser “sólo» argentino).
A los cuestionamientos por el altísimo grado de ideologización del ámbito educativo con la aprobación del “Currículo Nacional Bolivariano”en 2007 o la supuesta pretensión que ven algunos en el chavismo de implementar mecanismos de control político de las instituciones escolares con la creación de Consejos Educativos en 2012 que reformulen la forma de gobierno del sistema escolar, se suman las críticas también centradas en el atraso de los contenidos curriculares, la casi inexistente formación para el mundo del trabajo, la deficiente formación de los docentes, la flexibilización en los mecanismos de acreditación de saberes y la pérdida de la cultura del esfuerzo en la obtención del conocimiento (cualquier similitud con otros lugares de América ¿es o no coincidencia?). Vale en este punto recordar que Venezuela es uno de los pocos países de América que no forma parte del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE(PISA) y que hasta el año 2009 no había desarrollado ningún programa nacional de evaluación de la calidad de la educación por lo que parece más fácil (casi una obviedad) poner en duda qué, cuánto y cuál es la relevancia de lo que aprende un pibe en el sistema educativo venezolano.
Por otra parte, y aunque es una excelente idea, muchos ponen en duda el verdadero impacto de las denominadas “Misiones Socialistas” (programas sociales nacionales): Misión Robinson (educación básica),Misión Ribas (educación Media) y Misión Sucre/ (educación terciaria), todas acciones dirigidas a sectores de la población excluidos del sistema educativo formal.
En el plano docente una singularidad: más del 80% de los directores de escuelas públicas son “encargados” (interinos), aproximadamente 175.000 docentes son interinos o suplentes (poco más del 50% de los docentes del país) y el último concurso de ingreso y ascenso fue realizado casi 15 años: durante el mandato de Chávez no ha habido concursos por lo que más de la mitad de los docentes tiene un status laboral de “contratado”…
Por último y para terminar con este brevísimo pantallazo de lo que ocurre hoy en la Educación de la República Bolivariana de Venezuela hay que reconocer el incremento en la inversión educativa: medida en términos de PBI parece haberse logrado un importante aumento, hasta llegar en 2012 casi al 10%. Importante porque, más allá de cómo se mida PBI (algunos dudan de esa medición), teniendo en cuenta el crecimiento del producto (3 veces en 14 años) como resultado casi exclusivamente de la renta petrolera (Venezuela es una de las reservas mayores del mundo) y en una economía con bajo nivel de diversificación, el país ha destinado cuantiosos recursos al sector educativo. Es bueno reconocer este hecho ya que unido a algunos indicadores que se mostraron en esta misma nota dan cuenta que el desafío de mejorar la Educación hoy en el mundo, en Venezuela o aquí en Argentina (se invierte poco más del 6%) no depende exclusivamente de lo que se invierte en el sector: sólo más plata parece no garantizar mejorías…
Varios datos que nos muestran que no todo es rosa, ni negro, en la revolución bolivariana… Una angustia: el nivel de polarización y fractura de una sociedad que impide la realización de debates diáfanos en el seno de las instituciones y que involucre a los distintos actores. Como ven mucho por hacer mientras al líder “lo hacen pasar” a la inmortalidad…
* Nota publicada en flavioluisbuccino.blogspot.com.ar