Tras el acuerdo firmado por el gobierno nacional, un análisis sobre las endebles pruebas que sostienen la culpabilidad iraní.
Según la versión oficial de la causa AMIA que justificó el acuerdo del gobierno nacional con Irán, todo comienzó en Teherán en 1993, cuando el Consejo Superior Iraní decidió poner una bomba en el centro comunitario Judío. El plan continúa en julio de 1994, con la visita de un terrorista iraní a Carlos Alberto Telleldín, ex vendedor de autos “usados” devenido hoy en exitoso abogado penal. El terrorista iraní le solicitó un vehículo de traslado, específicamente una Traffic, para utilizarlo como autobomba cuyo destino final sería luego conocido por todos.
“Tengo exactamente lo que busca” -imaginan los especialistas de la investigación- le habría dicho el hábil vendedor al circunspecto persa, entregándole el coche registrado a su nombre. Aceptado el trato y pagado el importe, Telleldín se convertiría meses después en el principal imputado responsable de la conexión local con los terroristas extranjeros.
El régimen de Irán niega oficialmente el Holocausto, financia los movimientos terroristas en Medio Oriente y sus líderes expresaron abiertamente su política de destrucción del Estado de Israel. Sin embargo, ¿qué elementos prueban su responsabilidad en la causa?
En enero de 2008, el periodista especializado en Medio Oriente Gareth Porter entrevistó para The Nation al ex embajador de EE.UU. en la Argentina James Cheek. «Para mi conocimiento -dijo el diplomático- nunca existió real evidencia de la responsabilidad iraní, nunca aportaron nada importante. La más relevante pista del caso surge de un desertor iraní llamado Moatamer Manucher, quien era un ex funcionario disidente de bajo rango y sin el acceso a las decisiones gubernamentales que él decía conocer. Finalmente decidimos que no era creíble.»
Esto mismo fue confirmado por otro alto oficial de la embajada, Ron Goddard.
La tesis que justificó la pista iraní en la causa, está basada fundamentalmente en una serie de testimonios entre los que se encuentra el de Abolghasem Mesbahi -conocido como testigo “C”-, un supuesto ex oficial de inteligencia iraní que había sido totalmente desacreditado en otras causas que involucraban a Irán.
Mesbahi prestó declaración en dos ocasiones más: durante la investigación del atentado a las Torres Gemelas en 2001 dijo haber recibido una serie de mensajes codificados de un ex colega, alertando sobre lo que sucedería. En diciembre de 1988 cuando se puso una bomba en el vuelo 103 de Pan Am aseguró que Irán le había pedido a Libia y a Abu Nidal que llevaran adelante el ataque, bajo las ódenes del Ayatollah Khomeini. En ambas causas se ofreció como testigo una vez ocurridos los ataques, habiendo podido alertar a alguna autoridad sobre lo que iba a suceder, no lo hizo. En la investigación sobre el 11 de septiembre, se detectaron serias inconsistencias en su relato.
Durante la investigación argentina, Mesbahi declaró que la decisión de plantar una bomba en la AMIA se había tomado durante una reunión de altos oficiales iraníes en agosto de 1993. El testigo alegó que dicha información le había llegado de un alto servicio de inteligencia iraní.
Sin embargo, el encargado en el FBI de la oficina de Hezbollah, James Bernazzani, quien en octubre de 1997 visitó nuestro país, concluyó que no existía real evidencia de que el Hezbollah iraní estuviera involucrado en el atentado. Durante su entrevista con Gareth Porter, aseguró además que en los 90s, Mesbahi no mantenía ningún contacto con los agentes de inteligencia iraníes de alto grado, como él decía tener. Fue calificado por Bernazzani como alguien desesperado por el dinero y dispuesto a“prestar testimonio en cualquier país en cualquier caso que involucrara a Irán”.
Esta no era la primera vez que Juan José Galeano, juez que actuaba en el juicio se valía de testimonios fabricados para acelerar una causa. En 1986, cuando Galeano trabajaba en el juzgado del Dr. Luis Enrique Velasco, le tocó formar parte de la investigación del secuestro de Osvaldo Sivak. El entonces juez Velasco descubrió que Martha Oyhanarte de Sivak -la mujer del secuestrado- había sido extorsionada por Mario Agustín Aguilar, un ex servicio de inteligencia. Este personaje fue apresado, inculpándolo del secuestro. Lo que en realidad ocurría es que el juzgado correccional no tenía ninguna intención de investigar a los verdaderos responsables .del delito, entre los que se encontraban miembros de la Policía Federal, y decidieron buscar un chivo expiatorio. Con esa escuela, el ahora juez Galeano repetía una modalidad de trabajo al tomar el testimonio de Mesbahi.
Otro elemento fundamental en la construcción de la causa fueron las escuchas que comprometían al agregado cultural de la embajada de Irán en Argentina, Moshen Rabbani. El diplomático intentó comprar una Traffic 15 meses antes de la explosión, pero los especialistas consideraron que esto no podía ser considerado prueba inculpatoria ya que en ese momento el único automóvil utilizado como vehículo de traslado multipropósito era ése.
En 2003, fue detenido en Inglaterra el ex diplomático iraní en la Argentina Hadi Solemainpour, ya que nuestro país había pedido su extradición. Luego de ver los elementos que constan en el expediente, el juez británico evaluó que no había pruebas suficientes y no concedió el pedido. El diplomático iraní fue liberado.
Esos mismos elementos son los que obran en la causa e involucran al resto de los iraníes que tienen pedidos de captura. Desde ese año no se agregó ni una sola nueva evidencia que involucre a los iraníes, por lo que cabe presumir que cualquier país neutral, en circuntancias similares, no llegará a una conclusión distinta.
Cristina Fernández de Kirchner lo sabe. Cuando la presidenta formó parte de la Comisión Bicameral de Seguimiento de la causa AMIA no acordaba con las hipótesis de los otros legisladores. Para ella había que seguir la pista siria. Sin embargo, cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia se vio seducido por las sugerencias del cónsul en Nueva York Héctor Timerman para obtener el apoyo del “lobby judío”, a cambio de generar presión en los organismos internacionales para que Irán entregara a los sospechosos del ataque.
En el contexto global, el pedido argentino iba por el mismo camino que la agresiva campaña de la administración de George Bush para sindicar a Irán como el principal patrocinador del terrorismo internacional. Uno de los últimos capítulos de la estrategia americana consistió en utilizar el caso AMIA como “modelo de cómo Teherán ha usado sus embajadas alrededor del mundo y su relación con grupos militantes extranjeros, en particular Hezbollah, para atacar a sus enemigos”, según altos funcionarios de gobierno indicaron en una entrevista del Wall Street Journal.
Hoy parece que aquel lobby ya no es más de utilidad e Irán presiona para que se levanten las medidas sobre sus diplomáticos, algunos de ellos, ministros y altos funcionarios del gobierno iraní. El comercio con Irán es cada vez más importante.
El reciente acuerdo con ese país para que un grupo de juristas internacionales analice el caso AMIA es parte de este cambio de dirección en la política exterior y, seguramente, Irán saldrá fortalecido cuando la comisión se expida.
Las críticas iniciales de la comunidad judía organizada fueron atemperadas tras la visita del canciller a la AMIA . No es un dato menor el fuerte apoyo económico que la DAIA recibe del Gobierno y de empresas muy cercanas a él, como el Grupo Szpolsky, YPF y Petersen.
Va una perlita que revela otro aspecto que pocos se animan a reconocer de esta batalla política judicial seguida con preocupación por las ligas mayores de la política internacional: en una entrevista reciente en Radio Mitre, se le preguntó al presidente de la AMIA si, hipotéticamente, él permitiría que un hijo suyo, si estuviese en el extranjero, fuera traído a la Argentina para ser juzgado por jueces como Oyarbide o Canicoba Corral. Guillermo Borger respondió tajantemente que no.
Así las cosas, este nuevo pacto con Irán terminará definitivamente con la causa AMIA, y los cómplices del encubrimiento y la conexión local seguirán transitando libremente por nuestras calles y en condiciones de planear algún otro atentado.
Bueno yo creo que si bien pasaron tantos años, la causa parece moribunda y muchos sospechosos no se sabe si estan con vida esto no hace mas que confundir mas. Me recuerda a los 90 cuando Menem prometia «llegar hasta las ultimas consecuencias» Primero el juez Galeano habia hecho una gira no se para que, luego aparecio telleldin, mas tarde los policias Ribelli y otro que no me acuerdo, etc. Para mi tendrian que abrir los documentos de la side o la policia. Ver que pasaba con Menem y sus amigos Kanor Edul, Monzer Al Kazar, ver quien era el dueño de la empresa de volquetes donde estaba la bomba, etc
Al fin peridismo serio, essto fue siempre así, no es ninguna novedad. La novedad es que el periodismo lo diga, felicitaciones Gabriel.
Otro dato, llama la atención el silencio casi cómplice de EEUU, ellos también estan en tratativas con Iran, tengo entendido. Abrazo