El XVIII congreso del Partido Comunista chino tendrá lugar el 8 de noviembre en medio de una prolongada crisis mundial y una desaceleración de 5 puntos en la tasa de crecimiento del PBI del país.
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Las principales directrices en la agenda del Congreso para enfrentar lo que se considera un impasse del ‘modelo’, apuntan a transformar la política económica de exportaciones e inversiones a ultranza – más de la mitad del PBI – en un desarrollo del mercado interno de consumo; el otro tema volcánico es poner límites a una corrupción desenfrenada en todos los escalones de la burocracia gobernante. China se ha convertido en una suerte de “fábrica” del mercado mundial, junto a otros países, como Vietnam, Bangldesh y, próximamente, Corea del Norte. Es también la segunda potencia mundial,en términos de valores absolutos del PBI, y el principal socio comercial y acreedor de Estados Unidos. Ciento ochenta mil protestas se contabilizaron al menos el año pasado, dan cuenta de las tensiones sociales y políticas que ha desencadenado el enfriamiento de la economía ¿Puede el monolítico PCCH, que cimentó las reformas económicas hacia el capitalismo, virar la política económica sin perder privilegios? La corrupción ha pasado al primer plano de las preocupaciones políticas, en especial luego de la destitución de un dirigente que estaba en la lista privilegiada de la sucesión política.
A pesar de que existen dos tendencias bien diferenciadas en la cúpula gobernante, las resoluciones del congreso del PCCH serán votadas por unanimidad. Esta tradición política sexagenaria ha adelantado los resultados del congreso: la expulsión del gobernador Bo Xilai, dirigente maoísta, candidato a ocupar una banca en el Politburó. Bo fue purgado por corrupción partidaria y por el supuesto encubrimiento del asesinato del empresario británico Heywood, en el que está implicada su mujer, Gu Kailai. La purga se ha extendido al ejército, lo que da cuenta de la gravedad de la crisis política: fue desechada la promoción de dos altos mandos militares leales a Bo. The New York Times acaba de publicar, en las vísperas mismas del congreso, un detallado informe sobre la fortuna del premier Wen Jiabao y su familia, un adversario reformista de Bo, que ascendería a más de 2700 millones de dólares. No en vano los congresistas son conocidos por el mote de “príncipes”, en alusión a la posición privilegiada dentro del Partido por ser los hijos de la vieja guardia de revolucionaria, en particular de la que se quedó con el poder luego de que fuera archivada la Revolución Cultural impulsada por Mao Tse-tung, en los 70.
El motor del desarrollo de China, durante 30 años, ha sido la migración permanente de ciento de millones de campesinos pobres a las ciudades, para ser ocupados en empresas instaladas por la inversión extranjera, por salarios muy bajos. Es significativo que, el año pasado, como consecuencia de la crisis mundial, China haya recibido más inversiones que Estados Unidos o Europa, por primera vez en la historia. La industrialización vertiginosa de China, en especial en las zonas costera, ha transformado la vida social y política de los migrantes. Sólo la empresa Foxconn emplea un millón de trabajadores. La lucrativa empresa de origen taiwanés produce a costos inmejorables, mediante largas jornadas laborales y salarios bajísimos. Foxconn recibe por cada IPhone terminado 8 dólares – el 8% de su precio en el mercado internacional. También tiene la tasa de suicidios más alta de China según un informe de la Asociación de Trabajo Justo, una ONG estadounidense (1). Finalmente, Foxconn tuvo que aumentar salarios y mejorar las condiciones laborales para mejorar su imagen y mantener la producción. La explotación ha dado lugar por primera vez en China a un movimiento pro sindical incipiente.
En otras palabras, si existe una importante acumulación en China, Occidente es quien ha cosechado las principales ganancias. Este hecho tiene una fuerte implicancia: que el mercado interno que aspira a promover la camada sucesoria, para redistribuir ingresos y requilibrar la inversión y el consumo, redunde en un aumento colosal de las importaciones. Un éxito de semejante transición contribuiría a una salida de la crisis mundial, en mucha mayor medida que los planes que teje el FMI en Europa. Implicaría también un fuerte desplazamiento de la economía que aun se mantiene estatizada, en beneficio del capital extranjero. Las privatizaciones resultantes, en contrapartida, desatarían una enorme crisis social.
El progreso en China se enfrenta otro límite de peso: los hijos de los trabajadores migrantes ya no están dispuestos a tolerar las duras condiciones de trabajo vigentes. Para los que eligieron estudiar en la Universidad, el resultado no ha sido el esperado. No consiguen empleos calificados, no consiguen trabajar y vivir en los centros de las ciudades, lo hacen en ciudades dormitorio. Son denominados: “Ant Tribs”. Esta tendencia se refuerza porque la población China ha estado envejeciendo desde 2000 cuando el ingreso per cápita era de 4000 dólares. En similar situación la población en Japón percibía 14.900 dólares y los coreanos 16.200 dólares: la balanza se ha inclinado a favor de los trabajadores en una etapa mucho más temprana del desarrollo económico. Según Naciones Unidas, la población en edad de trabajar comenzará a contraerse para 2015, y aunque los trabajadores tendrán más ofertas de empleo, el progreso, con las políticas actuales, podría estancarse.
El gobierno de China enfrenta estas contradicciones con una política de represión del descontento social. La periodista de Al Jazeera, Melissa Chan, realizó una investigación que da cuenta de las “Prisiones Negras”. Muchos adversarios políticos del ‘establishment’ son secuestrados y encarcelados en cárceles clandestinas por tiempo indeterminado. Esta práctica se extiende a todas las provincias chinas. Melissa fue la primera periodista a la que se le revocó el visado, a causa de la investigación.
Un joven trabajador chino expresa con sus palabras los desafíos del congreso del PCCH: “No tengo un trabajo que me permita comprar una casa o alquilar un departamento digno, no puedo casarme y ni hablemos de tener un hijo. Quiero tener una vida digna ¿Cómo hago?”
(1) El estudio no incluyó la fábrica de Taiyuan que produce los Iphone, quizás porque incrementó las horas de trabajo ante la inminente salida al mercado del popular celular.
«dirigente maoista» jajaja estos son mas capitalistas que bush!!!el socialismo no existe en china desde hace 30 años…el nuevo imperialismo presente en Argentina de la mano del gob nac&pop…acá en neuquen ya se están instalando los chinos jaja hasta un diario van a sacar..saludos