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El modelo de desarrollo de los 90s no ha cambiado

El Doctor en Ciencias Sociales Julio Gambina nos explica el por qué del ajuste, de las restricciones al dólar y otros fenómenos de un sistema que mantiene las bases del modelo de desarrollo productivo inaugurado en los 90. También opina sobre el cooperativismo actual y la potencialidad de transformación de Argentina y América Latina.

 

– Se acaba la bonanza económica y queda al descubierto que este modelo no condujo a la distribución de la riqueza. ¿Estamos ante un ajuste? Quién lo va a pagar?

– Sí, los ajustes siempre los pagan los de abajo, los trabajadores, los sectores de ingresos fijos, e incluso los pequeños y medianos empresarios que vinculan su actividad económica a esos sectores de menores ingresos. Si el mercado interno tiene menores niveles de desarrollo, si hay menores niveles de ingreso de los trabajadores, de los jubilados, de la gente que vive en el país, también esos sectores se van a ver afectados. Digamos que la caída de la actividad económica afecta a trabajadores y a pequeños y medianos empresarios y productores del campo, de la ciudad, por lo tanto hablamos de la gran mayoría de la población. Uno de los datos relevantes de los últimos años de recuperación económica entre el 2002 y el 2011 ha sido la creación de nuevos puestos de trabajo, a un promedio de unos 540 mil trabajadores por año. Ahora entre el último trimestre del 2011 y el primer trimestre del 2012, o sea en seis meses, se han perdido 360 mil puestos de trabajo. Es la primera vez que esto ocurre desde que empezó la recuperación económica en el 2002. Este es un dato estructural muy importante donde se ha detenido el crecimiento del empleo.

Otro dato es que el crecimiento del empleo estaba relacionado a muy bajos salarios. Sólo se han defendido con respecto a la inflación los empleos regularizados del sector privado, no es el caso de los estatales y ni hablar de los trabajadores en situación irregular, es decir aquellos que no tienen seguridad social. Por lo tanto, hubo crecimiento acumulativo del empleo todos los años, salvo en los últimos seis meses y el salario ha ido por detrás de la evolución de la inflación.

Entonces, es cierto que hay un deterioro de las cuentas macroeconómicas de Argentina, el INDEC, más allá de creerle o no creerle, manifiesta cifras de caída de la producción para el primer trimestre del 2012, y una caída del 0,5 % para mayo del 2012. Es la primera vez que ocurre desde el año 2009, año de gran impacto de la crisis mundial en la economía. Hay caída de la producción, en especial de la producción industrial, que multiplica varias veces el deterioro de la economía en general y por primera vez aparece una pérdida de puestos de trabajo.

La economía no cae más porque los precios de exportación, principalmente de la soja y del maíz, vienen creciendo a niveles exorbitantes, incluso llegaron a precios récord en el primer semestre de 2012 hubo precios superiores al “boom” de precios que hubo en el 2008 que motivó el debate de las retenciones y de la 125. Este crecimiento de los precios internacionales significa importantes recursos para los principales propietarios de esas producciones pero también para el Estado porque un 35% de la venta de esos productos van como retenciones al presupuesto fiscal. Eso representa en el último año unos 8500 millones de dólares, un 30% de eso que se distribuye como fondo sojero en los municipios de la Argentina.

Por lo tanto, el crecimiento de los precios agrícolas esconde la profundidad de la situación de crisis que hay en este momento en la Argentina. Esta situación también ha puesto de manifiesto problemas fiscales. Es decir, las provincias no tienen suficientes recursos para hacer frente a los gastos cotidianos, algo que también empieza a ocurrir en el Estado Nacional.

 

– ¿Por ejemplo, el endeudamiento de Córdoba?

– Claro, el endeudamiento de Córdoba, de Santa Fe, las provincias están muy asfixiadas y no tienen formas genuinas de aumentar la recaudación. Lo que están haciendo son reformas tributarias que suponen incrementar las tasas de algunos impuestos .

El Estado Nacional está, de alguna manera, disimulando los problemas fiscales porque en los últimos años crecientemente utiliza para financiarse algunas cajas como el Anses o el Banco Central. Entonces el panorama que tenemos es una situación compleja donde se mantiene el superávit comercial porque hay buenos pecios internacionales de exportación, pero los beneficiarios de esa evolución favorable del comercio exterior son los dueños del negocio de producción y exportación agropecuaria, principalmente las trasnacionales de la alimentación, de la biotecnología como Monsanto, Syngenta, Cargill, Dreyfus. Y lo que se nota es un deterioro de la producción industrial y eso impacta en el grueso de la economía, afectando especialmente a los trabajadores. Hay varias empresas destacadas del complejo automotriz que han iniciado procesos de suspensiones temporarias de producción, y esto supone pagos limitados de los salarios. Es decir, se generan procesos de ajuste en el sector privado. Y en el Estado también empieza a presentarse el ajuste, por ejemplo el intento del Gobierno provincial de Scioli de pagar el aguinaldo en cuatro cuotas…

 

– Aparte de eso, se van quitando adicionales y otras sumas no remunerativas que se cobraban en los salarios de trabajadores estatales…

– Así es, se van quitando algunos beneficios y esto supone un ajuste para el ingreso de los trabajadores.

La inflación real es otro gran dato del ajuste. Es interesante cómo el INDEC proyecta una inflación anual del 8% y los representantes sindicales pro-gobierno, no los críticos, proyectan una inflación del 24 al 25% anual, una triplicación de los valores oficiales. En la práctica esto supone una pérdida del poder adquisitivo del ingreso de los trabajadores que deteriora la calidad de vida. Por lo tanto hay ajuste. Hay ajuste por decisión del sector privado de la economía, por decisión del sector estatal y hay ajuste por imperio de las condiciones en que funciona la economía.

Argentina no está ajena a la situación de crisis que vive la economía mundial pero aquí no es tan fuerte por el carácter extractivista del país como de los demás países de América Latina que venden al mundo productos primarios cuyos precios están aumentando.

 

– ¿Hasta cuándo se van a poder mantener las restricciones al dólar?

– Las restricciones están muy vinculadas a lo que hablamos antes. Argentina no fabrica dólares. Entonces, de dónde obtiene dólares una economía que es dependiente del dólar. Sobre todo porque Argentina ha decidido, los dos gobiernos de Cristina y el gobierno de Néstor Kirchner han planteado que “este no es el gobierno del default” y se ha generalizado una palabra que es el “desendeudamiento”, eso quiere decir que la Argentina paga rigurosamente su deuda externa. Y la deuda se paga en divisas, preferentemente en dólares.

Los dólares de la Argentina se obtienen, por un lado del balance comercial positivo, si la Argentina le vende al mundo más de lo que le compra, le queda un saldo positivo en divisas. Pero esto sucede cada vez menos, por eso la Secretaría de Comercio restringe las importaciones. Esto afecta la producción local, que depende de insumos importados. La segunda fuente de dólares son las inversiones externas. Argentina no es un país privilegiado por la economía mundial, esos son los llamados países “emergentes”, países amigables con las políticas de apertura y liberalización de la economía como India, África, en América Latina privilegian Chile, Perú. Y la tercera fuente de ingreso de divisas son los préstamos. Pero Argentina no tiene quien le preste y quien le presta le cobra muy caro.

Entonces no hay otro remedio que restringir el uso de los dólares, el Estado tiene la decisión de que los privados no le disputen los dólares. Las restricciones son crecientes y van a seguir mientras continúen los problemas de la crisis de la economía mundial y mientras continúen las restricciones estructurales para la evolución de la economía argentina

 

– ¿No se pudo o no se quiso cambiar sustancialmente el modelo productivo de desarrollo?

– No se intentó. La política económica desde el año 2002, Duhalde-Lavagna primero, y Kirchner-Lavagna después, y la continuidad, fue producir una reactivación de la economía, no se propuso cambiar la economía. Lavagna-Duhalde pusieron de manifiesto que había que pasar de un modelo especulativo a un modelo productivo pero sin modificar la estructura productiva que se había prefigurado en la década del 90. El elemento originario para el desarrollo de la política productiva con Lavagna-Duhalde, fue la devaluación y el no pago de la deuda establecido por Rodríguez Saa. El no pago de la deuda significó un alivio fiscal para el Estado y un aliento a la producción local, a la vez que se “apagaron incendios” de la crisis interna. Por eso empezaron a generalizarse en 2002 los planes sociales, luego vendrían las jubilaciones y la asignación por hijo.

Sin embargo, el paso de la llamada política especulativa de Menem a la economía productiva de Duhalde- Lavagna fue una transferencia de los trabajadores a los empresarios. Esto se visibiliza en un estudio reciente donde se ve cómo han crecido las ganancias de los sectores empresarios y los ingresos de los trabajadores se han congelado en esta última década.

Entonces el paso del llamado modelo especulativo al modelo productivo tuvo perjudicados y beneficiados muy claros pero ese modelo productivo no se modificó sino que se potenció. Características principales del modelo productivo desde Lavagna-Duhalde hasta ahora: 1) potenciación de un modelo productivo extractivista, esto se ve en el gran peso que tiene el agro. El dato de la expansión de la actividad agraria explica la expansión de la industria automotriz y el gran crecimiento de la construcción en las grandes ciudades también está explicado por la bonanza de los precios internacionales.

En este sentido, defino el modelo productivo como extractivista y el modelo en la industria automotriz de armaduría (disminuyó la contribución de las autopartes al producto final), de ensamble y no difunde esos beneficios a la pequeña y mediana empresa. Con lo cual tenemos que el llamado productivo le da continuidad al que venía de los 90 donde se dio empuje a los organismos genéticamente modificados que es lo que amplió la frontera agrícola de producción de soja, maíz, etc. Esto se dio en 1996, en el segundo gobierno de Menem. Por lo cual el modelo productivo de desarrollo tuvo sus bases institucionales en los 90 y eso no se ha cambiado.

 

– ¿Es muy soñador pensar en la posibilidad de una sustitución de importaciones?

Siempre es posible, de hecho el Gobierno siempre la fórmula como una de sus políticas. Pero se está intentando una sustitución de importaciones muy parcial. Si uno revisa las propias estadísticas del INDEC que realiza la encuesta de empresas se va a encontrar que en estos últimos años ha crecido la presencia de las trasnacionales en todos los sectores de la economía (producción, servicios, etc) y por lo tanto resulta decreciente la influencia de las empresas nacionales. Para que haya una verdadera sustitución de importaciones tiene que haber un cambio de modelo productivo que no privilegie el comando de las trasnacionales sobre la Argentina.

La presencia de las trasnacionales como Monsanto es muy fuerte en el modelo agropecuario, agroalimentario que hay en diseño hacia el 2020 y queda claro que la Argentina quiere avanzar en un desarrollo de producción agropecuaria dominado por las trasnacionales de la alimentación y biotecnología. Lo mismo podemos afirmar en el plano de la industria automotriz con las inversiones que se alientan, y en la explotación minera, en el plano extractivo.

Por lo tanto, todo indica que lo que Argentina hace, sea para obtener dólares, sea para mejorar los datos de la macroeconomía argentina es que se potencia la dominación de las trasnacionales en la Argentina y no hay una inducción estructural para modificar los limitantes estructurales que se generaron en los 90. Entre otros la reforma de la Constitución y los tratados bilaterales para favorecer la inversión externas que favorecen a empresas extranjeras en detrimento de las nacionales.

 

-En los últimos años ha habido un crecimiento cuantitativo de las cooperativas pero preocupa que sean solamente las generadas por planes sociales, ¿qué pensás al respecto?

Es un tema muy complejo. Hay un crecimiento cuantitativo importante del cooperativismo en Argentina que está asociado a un crecimiento cuantitativo del cooperativismo a nivel mundial. En el caso argentino se revalorizó el cooperativismo en la crisis del 2001.

Pero luego los Estados y entre ellos el Estado argentino, banalizaron la respuesta cooperativa cuando la asociaron a mecanismos compulsivos mediante los cuales los trabajadores recibían los planes sociales si y sólo si se organizaban a través de cooperativas. Cooperativas que en muchos casos fueron organizadas por los viejos métodos del clientelismo político-social argentino. Es decir, que no se generó una cultura asociativa de la población para el desarrollo de un cooperativismo genuino. Sino tal como sucedió con el Plan Trabajar en su momento, o en el Plan Argentina Trabaja, no fue una gesta desde abajo hacia arriba autogestionada como había sido en el 2000, 2001, 2002; se instrumentaron cooperativas en un estilo cuantitativista, una cantidad de personas organizándose en cooperativas inducidos por el Estado. Y no necesariamente se generaron condiciones macroeconómicas, políticas, culturales para que tuvieran un desarrollo propio, sino que lo que hacen es distribuir los planes. Este fenómeno se da en Argentina, Latinoamérica y a escala mundial. Por lo cual hay grandes desafíos para que la economía sea más organizada bajo formas cooperativas, lo que supondría ir en contramano de la tendencia que antes mencionaba de trasnacionalización de la economía argentina.

Suponer una expansión de lo cooperativo significaría cambiar la política económica para promover la organización económica social popular de autogestión, lo que significa democratizar la economía, democratizar la sociedad, que es el principal aporte que pueden realizar las entidades cooperativas aún en las condiciones del desarrollo capitalista.

 

– ¿Esperanzas?

– Muchas expectativas, porque así como hay un proceso de recuperación del capitalismo desde el 2001 al 2012, como el capitalismo es una relación social, cuando se desarrollan empresarios también se desarrollan trabajadores. Lo que ha crecido en los últimos 12 años en Argentina y en América Latina, es la acumulación de fuerza cultural para la transformación. Entonces los datos no son buenos en materia económica pero sí son buenos en las expectativas de organización y transformación en la sociedad argentina.

Es importante el hecho de que haya un fortalecimiento de organizaciones y sindicales de base en un plano territorial y sindical. El relanzamiento de la CTA por un lado, su expansión y desafío a dirimir en el sector sindical privado. La Argentina tiene 14 millones de trabajadores privados y unos dos millones y medio de trabajadores estatales. Si la CTA afirma su capacidad de representar a los trabajadores ocupados, desocupados, precarios, del sector privado y estatal del país, puede dar una presencia y perspectiva importante.

Si a eso se asocian otras experiencias que se vienen desarrollando en materia de economía popular y se impulsa la potencia de los trabajadores asociadas a otros sectores sociales que supone discutir el tipo de país que se tiene y el país que se quiere, algo que se insinúa en la propuesta de la Constituyente Social , puede generarse un clima social para discutir estructuralmente qué es lo que se quiere transformar. Y si toda esta fuerza organizativa, sindical, social, cooperativa, popular se pone en dimensión política, la Argentina puede contribuir seriamente a las transformaciones que se generan en Latinoamérica.

No es ilusorio lo que digo porque los cambios políticos de esta primera parte del siglo XXI tienen que ver con dinámicas sociales. Quién generó las condiciones para el cambio político no fueron los líderes de los países sino la dinámica de los movimientos populares.

 

Comments

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