Marcelo Arbit, principal armador político de Luis D’Elia, ahora alejado de ese espacio partidario, habla por primera vez.
No fue hace mucho tiempo. El hombre que hoy dialoga con Plaza de mayo.com en exclusiva ingresaba todas las mañanas, desde muy temprano, a la sede partidaria que Luis D’Elia tiene en pleno corazón del barrio de Once. Allí, debatían los pasos a seguir en el armado del partido Miles, la agrupación creada por el conductor del FTV. Subían juntos las escaleras del bunker coronado por consignas revolucionarias, fotos de Fidel Castro, Gorbachov y el Subcomandante Marcos y también conversaban los temas que se abordarían en Radio Rebelde, la emisora que D’Elia maneja en ese mismo espacio. El hombre en cuestión es Marcelo Arbit, médico de profesión, militante de larga data quien creyó ver en D’Elia a un conductor partidario con el que podía construir una alternativa de poder crítica en el seno mismo del kirchnerismo.
Un día, Arbit, principal asesor del partido, quedó afuera y como bien dirá “se desayunó con la noticia” de que La Cámpora era el eje aglutinador para el resto de los movimientos sociales. Ese mismo día, él y sus propuestas y análisis quedaron del lado de afuera del espacio ubicado frente a la Plaza Miserere.
“Salió a decir que lo más importante en el paro nacional era trabajar, algo totalmente neoliberal”, comienza diciendo en esta entrevista.
-¿Después de haber pasado tanto tiempo con él, le sorprende esa afirmación?
-Lo veo como un retroceso, el proceso entre esos sectores que hoy respalda y los que construíamos el Miles se aceleró cuando un hombre de Aníbal Fernández autorizó la represión en la toma del Indoamericano. El retroceder ante el proceso represivo que se inicia con las represiones, el abandono de la política de unidad con el movimiento obrero encabezado por Moyano, el abandono de las políticas reales de profundización, porque una cosa es lo que se dice y otra la que se hace; tienen que ver con esta declaración. La represión en Jujuy, Formosa, Santiago del Estero; marcan un proceso regresivo que se corresponde con decisiones que va tomando el gobierno, como los acuerdos con Monsanto, Slim, Soros, la Barrick Gold, Chevron, luego de la llamada nacionalización de YPF. Un proceso regresivo en lo económico que tenía una precondición fundamental que era romper la unidad con el movimiento obrero que siempre se resistió a las políticas neoliberales. Hoy vemos la división del movimiento obrero, un avance en sectores que convalidaron las políticas en la dictadura, como Cavallieri, Daer o Lescano que son recibidos con toda pompa en la casa Rosada. Eso no tiene nada que ver con lo que motivó la creación del partido Miles que proponía la unidad con el movimiento obrero. Si uno mira los diarios encontrará la foto de Moyano y D’Elia dándose la mano en la tapa de Clarín. De ahí al regreso a lo neoliberal, en el que D’Elia abandona la idea del peronismo de retomar las banderas de la justicia social y se alía con los sectores que manejan la estructura electoralera del PJ como Aníbal Fernández o Florencio Randazzo, eso marca una línea incomprensible. Querer convertir a La Cámpora en el eje aglutinador de un movimiento que tiene hasta un nombre cómico, se llama UYO (Unidos y Organizados) es ningunear a una gran cantidad de dirigentes y de trabajadores que no quieren solamente aplaudir en los discursos.
-Pero, ¿qué pasó para que se de esta división?
-Moyano no se iba a bancar decirle al Cuervo Larroque ‘Sí jefe’ y D’Elia sí se lo banca, algo de eso hay, hay una crisis de representación política tanto en el oficialismo como en la oposición. El espacio que va ocupando un conjunto de dirigentes sindicales y sociales que ven en el reagrupamiento, que de alguna manera contribuye a formar la CGT de Moyano, mientras tanto, avanza y sin dudas un plebiscito hoy daría un no rotundo a la reforma de la Constitución. Es claro que la opinión pública no tiene que elegir un candidato porque antes que nada las elecciones son en 2015, nadie plantea que no gobierne la presidenta, lo que se plantea es que tiene que escuchar. El paro nacional sí tiene un programa de país y de reivindicaciones que retoman las ideas fundamentales de la independencia y la soberanía económica.
-La base del primer peronismo…
-Claro, la base del gobierno de los trabajadores. Desde el acto de River donde la presidenta se enfrentó con la idea de Moyano de un futuro con un presidente trabajador, en un país con gran cantidad de clase trabajadora y con experiencia organizativa. Lo que está en debate no es el candidato, hay tiempo y se debaten nuevos movimientos que reflejen a la clase trabajadora y al pueblo, la idea de pretender fracturar los intereses de los trabajadores es algo perverso. Trabajadores y clase media son los mismos intereses de la nación frente a los intereses concentrados de las multinacionales. Todos quieren que se deje de cobrar de una vez el impuesto al trabajo, un trabajador casado con 8 mil pesos de sueldo paga un impuesto que equivale al aguinaldo completo, es quitarle la conquista que se logró en Argentina desde la época de Perón.
-¿Piensa que el gobierno giró a la derecha?
-Para decirlo buenamente, no están viendo las realidades que marcan el desarrollo estratégico de la política argentina. Pensar que los sectores que fracasaron, que provienen de la Alianza y el Frepaso y que ahora están en el gobierno nacional y en el gabinete, pensar que con eso se sale, es un error. Y cada uno cuenta la historia que quiere, hay que mirar las boletas electorales, incluido D’Elia, que dice que fue concejal, pero se olvida de decir que estuvo en la lista de Pinky y no en el peronismo. El proceso de vaciamiento de ministros que expresen la historia de un proceso transformador es notable, la persistencia de hombres que nunca hicieron la autocrítica. Parrilli que fue miembro informante en la Cámara de Diputados de la privatización de YPF en el gobierno de Menem, por ejemplo. Gobernadores que son feudales y que ahora son peronistas como Alperovich y su señora.
-¿Cuándo se enteró de que se cambiaba el rumbo en Miles?
-El proceso de Miles se frustró por una política inconsulta e individualista. Yo era el asesor y ni me avisaron. Ni siquiera lograron las firmas para entrar a la provincia de Buenos Aires. Yo me desayuné con la noticia, hicieron acuerdos privados con La Cámpora.
-¿Pero D’Elia nunca le dijo nada?
-No, de verme todos los días un día desaparece, no hubo debate real, no hubo nada, meses después aparecieron con La Cámpora.
-¿Cree que D’Elia dependía del kirchnerismo para su construcción de poder y por eso no sacó los pies del plato?
-Creo que hay una lectura errónea del desarrollo de la política en Argentina. Hacer una comparación sesgada en el sentido de que hay que defender a los gobiernos latinoamericanos como sea, pero en la política argentina hay muchos que dejaron de apoyar a Cristina pero no por eso dejan de apoyar a los otros gobiernos. La Argentina no está dividida en dos, los que están dentro son de izquierda y el resto la derecha, como creyó o cree D’Elia. Si son de izquierda, ¿por qué entonces la ley de ART manda al trabajador fuera de la justicia del trabajo que creó Perón en su momento? ¿Es de izquierda el video de CFK explicándole a Monsanto que la Patagonia está llena de agua y que se pueden hacer muchas cosas ahí?
-¿Qué opinión tiene de los beneficios que recibe D’Elia por su alineamiento?
-Conozco lo que va trascendiendo por los medios, por ejemplo los cargos de sus hijos en organismos del estado. Yo nunca los vi militar a los hijos de D’Elia, no sabía que eran militantes… Eso es nepotismo y en eso no se diferencia mucho, por ejemplo, de Alperovich, quizás Alperovich sea un empresario mas importante pero no es tan distinto en el accionar. Pero no son tan distintos.