La UBA se niega a dar clases a personas condenadas por delitos de lesa humanidad. ¿Objeción de conciencia versus negación de Derechos? Ex alumnos y profesores, hablan de discriminación.
Tres represores que actuaron en la Esma durante la última dictadura cívico militar solicitaron inscribirse al programa de educación en cárceles UBA XXII. El Consejo Superior de la UBA decidió por unanimidad “no admitir a condenados y/o procesados por delitos de lesa humanidad como estudiantes de la Universidad de Buenos Aires”. El dictamen fue redactado por una comisión creada ad-hoc para pronunciarse ante la situación particular. El juez de la Corte Suprema Eugenio Raúl Zaffaroni, Raúl Gustavo Ferreyra, Adriana Puigross, José E. Schulman, Osvaldo Varela y Alfredo Sarmiento; son los integrantes que le pusieron la firma.
Los tres marinos de la ESMA (Juan Carlos Rolón, Adolfo Donda y Guillermo Suárez Mason (hijo)) realizaron la solicitud de inscripción y a ellos, se sumó un cuarto acusado por delitos de lesa humanidad quien ante la negativa, realizó una denuncia ante el Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi). El Instituto señaló que la “objeción de conciencia” del docente no constituye un acto discriminatorio.
Aceptar o no a represores en el Programa UBA XXII de educación superior en cárceles, parece ser la cuestión. “La postura de la UBA es totalmente discriminatoria”, dice sin vueltas la investigadora de Flacso y profesora de la Universidad de la Plata Guillermina Tiramonti al ser consultada por Plazademayo.com.
“El derecho a estudiar es universal mas allá de los crímenes que se hayan cometido, desde el momento en que la UBA decidió llevar la educación a las cárceles nunca se planteó que era para unos sí y para otros no”, abunda Tiramonti y destaca que “estos programas tiene probados beneficios en quienes los reciben”.
Al momento de tratar de encontrar una explicación, la profesora asegura no encontrarla: “No veo justificación, veo una cierta venganza, va contra el espíritu mismo con el que se generó la iniciativa. Si no se hicieron nunca diferencias desde que comenzó el programa, por qué ahora sí”, inquirió.
Desde la UBA señalan que la educación superior “no es un derecho absoluto, como sí lo son la educación primaria y la secundaria. Por lo tanto, la medida de la UBA no es discriminatoria”. “No es así, la finalidad de la educación en las cárceles no tiene que ver con cumplir una ley del Estado sino con mejorar la vida de las personas privadas de la libertad”, refuta Tiramonti y agrega “el saber y el conocimiento son una construcción social y universal”.
María Inés Calvo y Santiago Tamagnone son abogados graduados en la UBA y repudian la determinación del Consejo Superior: “Las convicciones democráticas se demuestran reconociendo los derechos del otro, en especial cuando ese otro nos causa aversión. Tal es la esencia profunda de los derechos humanos”, señalan en una suerte de carta abierta en la que fijaron su posición.
A este rechazo, se sumó además Héctor Leis, graduado de la UBA, profesor dentro de unidades carcelarias y ex detenido; quien en un artículo titulado “El Efecto Mariposa” señala que “siempre conseguimos defender el derecho al estudio universitario dentro de la cárcel como un derecho universal, sin distinción de condena ni de ideología”.
“Los derechos humanos no pueden ser atribuidos sólo a aquellos que piensan como nosotros, eso seria hacer lo mismo que hizo la dictadura. Y en una línea más foucaultiana, en la cárcel no existen ideologías, existen presos. Gracias a UBA XXII las prisiones federales de Argentina fueron un ejemplo a seguir en todo el mundo”, recuerda en su artículo.
“Hace poco leí que la agrupación Vatayón (Militante) controlaba políticamente las cárceles federales, y después que el consejo universitario de la UBA había prohibido por unanimidad a los militares de la dictadura que estudiasen dentro de la cárcel en el Programa UBA XXII, basándose en el paradójico argumento de que quienes violan los derechos humanos no tienen derecho a estudiar. Conocerán esa metáfora que ilustra la teoría del caos, que afirma que el aletear de una mariposa en un extremo del planeta puede producir un tifón en el otro extremo”, señala crítico Leis en su artículo.