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Peleas por un terreno

Por Martin Almaraz (@Elpuenteposible)

A partir de la construcción del Club Villa Amelia, un grupo de vecinos decidieron, sin consultar, rerribar las paredes que otros habían levantando con esfuerzo.

El Puente Posible es una organización no gubernamental, formado por un grupo de profesionales de distintas áreas (sociología, medicina, abogacía, ingeniería, arquitectura, diseño, trabajo social, ciencias políticas y antropología), hace posible que muchas niñas y adolescentes tengan acceso al deporte en forma libre y gratuita, con el fin de generar espacios comunitarios y garantizar igualdad de oportunidades para el desarrollo personal y grupal de las mujeres, beneficiando a toda la sociedad. Desarrolla sus actividades en 7 clubes de barrio del Partido de Lomas de Zamora en los que participan niñas y adolescentes de 7 a 18 años jugando al hockey, asistiendo a talleres y participando en distintas actividades que propone la ONG.

Uno de estos clubes es el Club Villa Amelia que surge en la década de los 60 a partir de un terreno baldío sobre las Calles Virgilio y Calchaquí en el Partido de Lomas de Zamora, a dos cuadras del Predio de la Feria Comercial de La Salada. En los años 80 el Concejo Deliberante de ese partido le otorga, bajo la figura de comodato, el terreno a un grupo de vecinos del Barrio, entre los que se encontraban los miembros del Club Villa Amelia. A lo largo de los años se fue renovando el comodato en las mismas condiciones que la primera vez hasta la ultima renovación, en la que la Municipalidad de Lomas de Zamora incluyó una cláusula que establece como requisito para el mantenimiento del predio la realización de mejoras en el mismo, pero sin otorgar ningún tipo de asistencia para que estas obras pudieran avanzar y concretarse. Además de esta cláusula que nos obligaba a construir, existía la urgencia de adecuar el espacio físico a las necesidades deportivas y sociales.

Así, en el marco del Proyecto “Un Club mejor para todos” dirigido por profesionales de la Facultad de Arquitectura de la UBA y luego de aprobados los planos, en septiembre de 2011 comenzaron las Jornadas de Trabajo en el Club Villa Amelia con la colaboración desinteresada de miembros del Club, el entusiasmo de los padres, vecinos del barrio y sobre todo de los chicos, quienes en definitiva serán los beneficiarios con este programa. Con mucho esfuerzo se fueron construyendo las paredes que delimiten el terreno del club con el objetivo de evitar el ingreso de animales y peatones que, sin intención, empeoran con su paso las condiciones del suelo del terreno.

Todo el esfuerzo de los chicos y sus familias fue en vano. Un grupo de vecinos derribo las paredes sin demasiados remordimientos. Dada esta situación, el sábado 14 de julio recomenzaron los trabajos para levantar nuevamente las paredes. Con el comienzo de las vacaciones de invierno, se profundizaron las energías para aprovechar el tiempo y las ganas de las chicas y sus familias. Así, el pasado martes 17 de julio se construyeron 25 metros de pared. El día miércoles, cuando los padres, las chicas y la gente de la ONG llegaron al predio, las paredes estaban nuevamente derribadas. Con el objetivo de darles el ejemplo a las chicas de no bajar los brazos ante las adversidades, se volvieron a levantar 12 metros de pared y las columnas de hormigón para sostenerlas, sobre la calle Homero. El pasado sábado 21 de julio, nuevamente las paredes amanecieron derribadas.

Merece la pena remarcar, que las paredes se levantaron con el trabajo de las madres de las chicas que integran los equipos de hockey que coordina la ONG, algunos vecinos y también una cooperativa cuya referente es miembro de la ONG. Los materiales para la construcción y el traslado del grupo de la cooperativa se pudieron realizar gracias a la buena voluntad de un corralón y un transportistas que nos dieron todo lo necesario fiado, con el compromiso de los que integramos el club de que esto sería pagado a la brevedad con un bingo solidario a beneficio del club organizado por las madres de las chicas.

Lamentablemente hay un entrecruce de acusaciones que no concluye en nada, por lo tanto, es imposible entablar un dialogo con quienes son los responsables de destrozar las paredes del club. Se percibe aquí una contraposición de “intereses vecinales” muy distintos y, en parte, poco claros.