Un análisis sobre la infructuosa candidatura del camarada de Boudou. El ascenso de Alejandra Gils Carbó a la Procuración General de la Nación, de la mano de Carlos Zannini.
“El que lo saca no lo pone”. Puede parecer un aforismo de contenido sexual pero se refiere al ámbito político-judicial. Así de mezcladas están las cosas en la Argentina. Y si no preguntarle a Norberto Oyarbide, el juez filmado en un prostíbulo gay, acusado de proteger a proxenetas y salvado por el Honorable Senado de la Nación hace más de una década. Hasta hace poco era el favorecido por los “sorteos” de las causas sensibles al poder político. Ahora parece estar desfavorecido. Pero nuestra historia es otra.
El “aforismo” del párrafo anterior fue escuchado esta semana de boca de un juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Se refería él al caso Ciccone, la investigación judicial contra el vicepresidente Amado Boudou, el contraataque de éste, la renuncia de Esteban Righi a la Procuración General de la Nación y la postulación del increíble, impresentable y mentiroso serial Daniel Reposo para ese cargo por parte de la presidenta Cristina Fernández. Reposo pasó la semana pasada por el Senado y dio lástima. Dos días después se conocía su renuncia a la candidatura. Fue para evitarle al kirchnerismo el mal trago de perder la votación en la sesión del martes 12.
Lo más loco de todo es que Reposo seguirá siendo igual síndico general de la Nación, puesto estratégico al que llegó por decisión de la Presidenta a fines de 2009, mientras en el universo K ascendía Boudou y descendía el ahora ex jefe de Gabinete Alberto Fernández. ¿Quién podrá creer de ahora en más en los informes de Reposo sobre el manejo de las cuentas públicas si mintió descaradamente en una cosa tan simple como lo es escribir un currículum?
Traducidas las palabras del importante juez en el arranque de esta nota -“el que lo saca no lo pone”-, esa regla política no escrita indica que quien fuerza la salida de un funcionario de su cargo no es quien postula al reemplazante. En este caso no fue así, por decisión de Cristina Fernández. El que forzó la renuncia del ahora ex procurador general de la Nación Esteban Righi fue el vicepresidente Amado Boudou, cuando denunció pública y penalmente al ex ministro del Interior camporista por “tráfico de influencias” por la influencia de su estudio de abogados en los tribunales federales de Comodoro Py. Fue en Semana Santa pero parece una eternidad. O un suspiro, según quien lo mire.
Las palabras del alto magistrado de la Corte confirman entonces, en cierta manera, lo publicado días atrás en plazademayo.com. Con su frase dio a entender que Boudou era el impulsor de la candidatura del desastroso Reposo al puesto de Righi. Según dijo Reposo, al vicepresidente lo conoce de cuando trabajaron juntos en la ANSES. Luego Boudou se lo llevó al Ministerio de Economía. Y más tarde Cristina lo puso al frente de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN).
La semana pasada se había dicho desde este mismo espacio que la postulación de Reposo por parte de la Presidenta podía tratarse de una devolución de favores al estudio jurídico que por ahora le salvó las papas no sólo a Boudou sino a todo el Gobierno en el caso Ciccone. Ese estudio es comandado por el ex subsecretario de Inteligencia Darío Richarte, que conoce a Reposo de la vieja militancia común en Franja Morada, la agrupación universitaria del radicalismo. Luego se supo que el estudio de Richarte, que hasta ese entonces defendía en el caso Ciccone a José María Núñez Carmona -el amigo y socio de Boudou- asumía la defensa del vicepresidente en esa misma causa. Se confirmaba lo que había dicho el fiscal Carlos Rívolo antes de ser apartado de la causa. “¿A quién defiende el estudio de Richarte? ¿A Núñez Carmona o a Boudou?”, había dicho en la causa Rívolo, palabras más palabras menos. A buen entendedor, pocas palabras. Ahora defiende a los dos.
El desempeño de Reposo en la audiencia pública de la Comisión de Acuerdos del Senado para el tratamiento de su pliego fue lamentable y hasta dio vergüenza ajena. No respondía lo que le preguntaban, desvariaba y hablaba de otras cosas. Su pobre desempeño –imperdibles las caras de los senadores oficialistas, con Aníbal Fernández y Miguel Pichetto a la cabeza- fue lo que desencadenó su salida.
Ante ello, las preguntas obligadas son: ¿Por qué lo sostenía el kirchnerismo? De hecho, tras el papelón de la audiencia pública aprobaron su pliego en comisión con la mayoría automática. ¿Será la devolución de favores al estudio de abogados que salvó a Boudou? ¿Será que la Presidenta no sabía a quién poner y decidió ganar tiempo con la postulación de un impresentable? ¿Estaba todo preparado para que todo ocurriera como finalmente ocurrió? ¿O realmente el kirchnerismo iba por todo y de las peores maneras?
Preguntas al margen, lo concreto es que apenas Reposo caía en ídem ya se conocía el nombre del nuevo postulante presidencial a la Procuración, la más presentable fiscal ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial Alejandra Gils Carbó. Dicen que ella era la candidata original del principal colaborador de la Presidenta, el secretario de Legal y Técnica Carlos Zannini, aunque lo cierto es que en cierto modo compartió con Reposo una batalla muy cara al kirchnerismo: se puso del lado del Gobierno en la pelea con la empresa Papel Prensa.
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