Los ex trabajadores de Sueños Compartidos amenazan con tomar los obradores este viernes. La Fundación de las Madres, el Movimiento Evita y las cooperativas de Emilio Pérsico, no responden a sus reclamos.
La Misión Sueños Compartidos fue un ambicioso plan de construcción de viviendas e inclusión social que nació de un sueño de Hebe de Bonafini, titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, y que se hizo realidad por la inventiva de, en aquel entonces, apoderado de la Fundación , Sergio Schoklender. En el año 2006, el jefe de gobierno porteño, Jorge Telerman, apoyó el proyecto con la colaboración primordial de dos de sus ministros: Gabriela Cerruti y Enrique Rodríguez. La prueba piloto se realizó en el Obrador Nº1 de Villa 15, más conocida como Ciudad Oculta. Recuerdan los trabajadores que, durante el primer año, cobraron en negro aunque en tiempo y forma (500 pesos por semana y hasta recibían unos pesos de más).
La Misión fue creciendo y el ex presidente, Néstor Kirchner, también se enamoró del proyecto, un combo perfecto que unía a los organismos de derechos humanos, la construcción de viviendas y el ingreso al trabajo formal de ciudadanos que nunca habían sido blanqueados. La periodista y actual legisladora, Gabriela Cerruti estuvo al frente de las negociaciones con los damnificados de Villa El Cartón, un asentamiento que se prendió fuego misteriosamente en febrero del 2007. Pronto, apareció Schoklender como la solución a la desidia. En las viviendas transitorias, ubicadas en el Parque de la Ciudad , el hombre de negro les presentó una informal maqueta y les dijo que ellos mismos construirían sus viviendas gratuitas y que, además, se les pagaría por ello. Demasiado hermoso para ser real. “Los políticos se acercan siempre cuando están de campaña, cuando llegaron “las madres” pensé: ¡Qué bueno! Estas mujeres mayores que se preocupan por nosotros pero, luego de un tiempo, me empecé a desenamorar” recuerda, seis años después, un ex capataz de Villa 15 que estuvo al lado de Bonafini, Schoklender y su fiel ladera, Patricia Alonso, también procesada por el Juez Norberto Oyarbide por defraudación al estado nacional y lavado de dinero.
Con la llegada de Mauricio Macri al gobierno de la ciudad, la Misión empezó una descarnada disputa por los fondos públicos mientras extendía su poder por el interior del país. El gobernador Jorge Capitanich recibió gustoso a Schoklender con quien compartió cenas, encuentros y viajes aéreos en los aviones del ex apoderado. “Era todo tan descomunal que veíamos como natural que la Fundación tuviese, no uno, sino tres aviones propios” rememora un funcionario cercano al Ministro Julio De Vido. Pero, mientras que la Fundación se expandía, las condiciones laborales de los trabajadores que ya superaban los 5.500, empeoraba. “Cuando empezamos a cobrar en blanco, empezaron los problemas” recuerda V.M. quien estaba encargado de quitarle el uniforme al trabajador accidentado cuando ingresaba al hospital Santojanni. “Enrique Reale de la Fundación era quien desviaba los fondos de la ART y la UOCRA sabía todo pues nos reuníamos con su representante y el subsecretario de viviendas en un edificio al costado de Casa Rosada” dice el ex capataz.
Los problemas se agudizaron tras la muerte del ex presidente Néstor Kirchner con quien Schoklender tenía una amigable relación. El escándalo fue silenciado por un inexplicable pacto entre el gobierno nacional y el principal medio de comunicación del país. En el 2010, los cortes y reclamos de los trabajadores ya eran indisimulables y los despidos eran frecuentes. La toma del Parque Indoamericano fue la gota que rebalsó el vaso. Mientras que Sergio Schoklender pedía “mano dura” y represión, desde el obrador de Los Piletones, sus serenos se armaban para atacar cualquier intento de toma del obrador lindante al Parque. La procedencia de las balas que asesinaron a tres personas en las trágicas jornadas del caluroso diciembre de ese año, aún son un misterio. Meldorek, la empresa constructora en donde la Fundación tercerizaba la construcción de viviendas y que manejaba a las fábricas de construcción de paneles que el gobierno de la ciudad le había vendido, aumentaba su patrimonio. Schoklender quería dar el portazo. Bonafini le hizo la cruz. Los hermanos se pelearon frente las oficinas de la Universidad Popular de las Madres a plena luz del día. No había forma de tapar el sol con las manos.
Las gestiones posteriores a la de Schoklender se dedicaron a despedir al grueso de los trabajadores. El 12 de julio del 2011, trabajadores de la Misión Sueños Compartidos, cortaron durante 5 horas la avenida General Paz, frente al obrador de Castañares. Esa tarde, la Gendarmería estuvo a punto de reprimir cuando familias enteras se agolparon a la puerta del obrador en donde Rubén “Pocho” Brizuela y 10 personas más los “convencieron” que eso sería un error. Brizuela era un conocido puntero del barrio transitorio de Eva Perón, lindante al Elefante Blanco y a Ciudad Oculta, de origen radical y cercano al famoso “Beto” Larrosa. Su influencia llegaba hasta el manejo del club Sacachispas y era quien decidía quién ingresaba a trabajar a los obradores de Ciudad Oculta. Oficiaba como custodio personal del ex apoderado y, tras el escándalo, de Bonafini en las tradicionales marchas de los jueves en Plaza de Mayo. Conformó “los pochos” como fuerza de choque ante los díscolos y, junto con su mujer Graciela, distribuía los sueldos de la Fundación desde su propia casa cuando, como un círculo vicioso, nuevamente comenzaron a pagarse en negro. Tras “el escrache público” y sus apariciones mediáticas, Brizuela tejió lazos con el Movimiento Evita y conformó una cooperativa llamada Federación. Las obras seguían paradas pero, cada quincena, los cientos de trabajadores que sobrevivieron a los masivos despidos efectuados por María Alejandra Bonafini, la hija de la titular de la Fundación , recibían su paga.
Mientras tanto, el intendente de Quilmes, Francisco “Barba” Gutierrez, les ofrecía a las Madres un fideicomiso para salvar a la Misión. Bonafini volvía a viajar a Venezuela para conseguir financiamiento con el presidente Hugo Chávez. Cuentan tres ex trabajadores de Castañares que, a fines del 2007, cuando el dinero para pagar salarios no llegaba, un ingeniero de la Fundación , cuyo nombre de pila es Diego, le echaba la culpa del atraso a la “bestia de Telpuk”. El 4 de agosto del 2007, María Luján Telpuk, policía aeroportuaria, tuvo el coraje de insistirle al obeso venezolano Antonini Wilson de que demostrara que, lo que llevaba en su valija eran “papelitos y libros”. Esa madrugada, el ex funcionario Claudio Uberti y su bella secretaria Victoria Bereziuk, ya se habían alejado del “hombre de la valija” con los 800 mil dólares con destino incierto.
El 14 de julio del 2011, Luis Aranda, ex jardinero de la Fundación , se acercó junto a tres compañeros a reclamarle a Hebe de Bonafini, cobrar las deudas impagas. Era jueves por la tarde y, por primera vez, luego de la dictadura militar, una marcha de las Madres terminaba mal.
-¿Quién los mandó?, preguntó la Madre.
-El hambre, señora.
-Vayan a pedirle la guita a Schoklender, él los estafó.
-Acá dice Fundación Madres de Plaza de Mayo, dijo amenazante Aranda a la Madre.
Once meses después, ese grupo de trabajadores se presentó a una conciliación obligatoria en que no llegaron a ningún acuerdo: “Nos ofrecieron 5 mil pesos cuando trabajamos 5 años y jamás se nos depositó los aportes ni cargas sociales”. A Germán Rosales, en Almirante Brown, le dieron 1500 pesos y nunca más quiso saber nada de la Fundación. El 22 de junio, los trabajadores dependientes de Aguas Argentinas fueron cesanteados por incumplimiento de la cooperativa Fundación y el Movimiento Evita con la empresa estatizada. Cuatro días después, cortaron la avenida Além, frente al Ministerio de Trabajo, reclamando una solución. El viernes 29 de junio, esperan tener una respuesta sino prometen tomar los obradores. No será la primera vez.
A comienzos del 2012, el obrador de Los Piletones –el convenio se firmó por 432 millones de pesos y cinco años después aún las obras están inconclusas- también fue tomado por los trabajadores. Andrea Luque es la delegada que encabeza las protestas y que intenta movilizar al grueso de los sobrevivientes de la original Misión Sueños Compartidos de todo el país. En Ciudad Oculta, las mujeres que oficiaban de seguridad de los obradores también fueron despedidas. “Pocho dijo que si este viernes no llega la caja con la guita, nos echan a todos definitivamente”, explica una joven de Ciudad Oculta que era la encargada de cuidarle la cartera a Hebe de Bonafini en algunas marchas. “Nos ofrecieron ver dos películas para serenar los ánimos”, explica Rosa, referente barrial que no entiende qué hace Florencia, la hija de la ministra Nilda Garré, organizando la ayuda social y la asistencia de Gendarmería en la Oculta. ¿Qué películas eran?, pregunto. “Elefante Blanco” y “Un Cuento Chino” de Ricardo Darín. Trabajar y cobrar es, antes, durante y después de la Fundación , un cuento chino para los humildes trabajadores que aún no fueron parte de los miles de “despidos compartidos”