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678 desde adentro

Por Nicolás Andrada*

Crónica sobre el programa más popular y polémico de la TV pública. Una tribuna embanderaba bajo el lema «Clarín miente».

 

I

 

Quince sillas blancas, vacías.

La ausencia anónima y colectiva que late sobre quince sillas blancas, vacías. Las cuatro patas de metal sosteniendo ese aire de la nada, siendo la nada. Y esta crónica sobre cómo presentar en televisión una tribuna que no está, una tribuna que no es.

Aunque en realidad, sí es. O es apenitas. En todo caso, es así:

Hoy, martes, nueve y dos minutos, somos únicamente tres las personas que estamos para la tribuna de 6-7-8. Una de esas tres, yo. Otra, una chica de rulos. Otra, un profesor de inglés. Que además de dar clases particulares, tiene una banda de música, y parece que le gusta mucho la ropa de color negro, y, parece también, que conoce la mayoría de los programas de Encuentro y Canal 7. Apenas me ve sentado en la silla de la tribuna no me pregunta mi nombre ni de dónde soy. Sino que se acerca, o me acerco, y me dice. Me lanza:

-¿Sos de La Cámpora?

Él, vino con la chica de rulos. Juntos, alegría manifiesta, vestidos como les gusta: de negro. Ella lo toma de la mano, le habla, le pone la boca sobre su oreja y le susurra. Él se ríe, un poco. Antes del comienzo del programa, sacan de una bolsa de supermercado dos sandwichitos de jamón y queso. Pan francés. Botellita Levite de manzana. Cerealitas. Picnic nocturno en la tribuna de la TV pública. Mastica un pedazo de pan y me dice. Se explica:

-Nosotros vinimos el martes pasado y estaban los chicos de La Cámpora en la tribuna. Hoy como no viene ningún funcionario del gobierno parece que va a estar más tranqui la cosa.

La cosa: el programa.

-¿Y por qué vienen ustedes?- le pregunto

-Porque nos gusta mucho 6-7-8. Esta bueno ver el otro lado de las cosas.

Creo que no hace falta, pero nunca se sabe: La Cámpora es una agrupación juvenil kirchnerista creada en el año 2003, y sus militantes defienden las políticas llevadas a cabo por los gobiernos de Néstor y Cristina. 6-7-8 es un programa periodístico de Canal 7, que tiene una clara posición política a favor del gobierno y que, según ellos mismos dicen en la apertura, propone una especie de análisis sobre los medios de comunicación. Un programa que, junto a otras discusiones, puso en polémica dos posicionamientos antagónicos: por un lado, aquel que defiende una supuesta independencia y objetividad del ejercicio periodístico, y que critica, al mismo tiempo, la propaganda política que desde 6-7-8 se haría a favor del kirchnerismo. Por el otro lado, la postura inversa que supone el inevitable carácter político e ideológico de toda representación social, de todo periodismo, y que intenta desenmascarar la pretensión de verdad que tendría el periodismo tradicional. Posturas que, generalmente, quedan encerradas en una disputa maniquea: Militancia versus independencia, Subjetividad versus objetividad, Barone versus Sarlo, Cristina versus Macri, 678 versus Clarín. Y entre tanto versus: ¿qué es lo que queda? ¿Qué es lo que hay entre dos trincheras a puro tiroteo?

El público, los lectores, los televidentes, esa masa que está en el medio, en sus casas, en sus comedores cenando una tarta de humita con ensalada de tomates. Queda para ellos una cierta aprehensión de ideas y conceptos que en el último a tiempo ha posibilitado, por ejemplo, que mi vecina del 4 “C” hable de la agenda mediática y de cómo los medios construyen realidad todos los días. No tengo nada contra mi vecina del 4 “C”, la quiero un montón, pero sinceramente nunca pensé que iba a llegar el día en que podría discutir teorías de la comunicación mientras compartíamos un ascensor hasta planta baja. Es un ejemplo, un caso.

Y así como está mi vecina del 4 “C”, está este chico.  Profesor de inglés, músico, que me cuenta su propia experiencia:

-Yo antes veía un noticiero, y todo bien.

-Yo antes no tenían que contrastar todo el tiempo noticias con diferentes medios.

-Yo antes también compraba Clarín.  

Es así, parece que todos en algún momento de nuestras vidas comprábamos Clarín.

Y sigue: me cuenta que ahora ya no puede comprarlo, y me lo repite: que ya no puede comprarlo. Que ahora el periodismo argentino está muy oscuro. Que ahora un anunciante te marca lo que podes decir y lo que no. Que ahora, así, no podemos estar.

-También, los medios perdieron cierta credibilidad – alcanzo a decirle con esa ingenuidad del bocado que se intenta meter en una charla.

-Sí, tenés razón, pero fijate que… Y sigue.

Una chica muy rubia y más linda nos ubica en las sillas blancas de la tribuna. Nos explica que hoy somos solamente nosotros para la tribuna. Nos distribuye estratégicamente: el espacio por cubrir es el fondo, a derecha e izquierda, del plano del conductor. Y así nos sientan: dos de un lado, uno del otro. El resto, por lo menos hoy, no sale al aire. Y ya lo dijimos: son esas quince sillas blancas, vacías. Sillas que quedarán ahí, haciéndose cargo de su propia inutilidad. Soportando tristemente la sombra del anonimato que otorga el fuera de plano. Sin poder ser. Sin los culos que las ocupen y las hagan ser algo de una vez por todas en este mundo, en este estudio de Canal 7, en este martes pobretón sin funcionarios ni militantes.

Estamos por salir al aire y el profesor de inglés, ubicado atrás mío, me da dos palmaditas en el hombro. Como diciéndome al oído, cómplice: che ahí venimos, que emoción, wau.

Durante los cortes, el panel continúa charlando. Sandra Russo se mira en su espejito de mano. Se pasa el pintalabios. Se acomoda el pelo. Se mira en su espejito. Se pasa el pintalabios. Y así podríamos seguir.

Pero ya está. El programa ya está. Alguien a la pasada nos alcanza a decir, gracias chicos. Nos vamos del estudio. Me voy del estudio, viéndolas. Dejando los ojos enterrados en esas quince, ahora dieciocho, mañana una, pasado cuatro sillas blancas, vacías.

 

II

 

Dicen que Néstor no se murió, y que Néstor vive en el pueblo, y que la puta madre que lo parió.

Eso dicen.

En la tribuna de 678 unos chicos llevan puestas unas remeras negras con letras blancas que dicen, que también dicen eso, pero de otra manera: que Néstor Kirchner vive. Sobre el fondo negro de la remera unos trazos blancos dibujan una gran “v” , y dentro suyo una “k” más pequeña. Debajo la inscripción: Néstor Kirchner vive. Para estos chicos, para esta militancia sub20, las cosas son así.

Decir que alguien que efectivamente murió no se murió, es eso: un decir. Nadie cree (quiero creer que nadie cree) que Néstor esté vivo, ni mucho menos que esté ahora viviendo en el mismísimo pueblo.

Se dice como una retórica emotiva que motiva a tantos. Como parte del cancionero nacional y popular. Una apelación tribunera que busca recuperar el orgullo y la pasión de ese heterogéneo destinatario que el peronismo construyó hace más de medio siglo: el pueblo argentino trabajador.

Ese pueblo, que con las especificidades propias de la época, tengo ahora mismo al alcance de la mano, de la vista. Porque venir a la tribuna de 678 es disponer de la franca posibilidad de verle los poros al pueblo kirchnerista, a los compañeros y a las compañeras que acompañan el proyecto. Es verlos en high definition si se quiere, es poder mirar con lupa los detalles de la militancia del siglo XXI.

Una señora de pelo corto y negro, imprevistamente, me cuenta que vive en el barrio y que por eso mismo aprovechó para venir a ver el programa.

¿Viene seguido a verlo?– le pregunto.

No, lo que pasa es que me estoy por mudar y quería aprovechar. Me queda acá cerquita. Es eso.

Es eso, nada más que eso.

Del bolsillo de su jean oscuro saca un celular y lo mira. Acerca los ojos a la pantalla, esfuerza notablemente la vista y lee, parece que lee, un mensajito de texto. Después con una sonrisa aniñada me confiesa:

Es mi amiga, le voy a decir que ponga canal 7 a ver si me ve. Ji, ji.

La pantalla se ilumina de azul y ella escribe:

“Susi, prendé la tele que estoy en 678, en la tribuna, con el saquito negro. Besitos”

Es eso de nuevo, nada más que eso.

Posiblemente Susi no haya distinguido más que figuras borrosas y oscuras en los esporádicos planos en que la tribuna aparece al aire. Una pena. Haber visto a la amiga en la tele hubiese sido toda una eventualidad digna de mención y destaque. Ella, por lo pronto, sentada a mi lado, no dejará de sonreír y aplaudir con cada uno de los informes. Después, 22:30, finalizado el programa, se irá a su casa caminando tranquila, y ya, por supuesto, eso poco me importa.

Una parejita mayor con la que me había cruzado en el hall del canal, también, coincidencias de la vida, anuncian entusiasmados por celular su futura presencia en la tele. Otra vez, motivando la escena, eso, nada más que eso: la inevitable atracción de aparecer donde nunca es posible aparecer: en la TV. Minutos antes del comienzo, los dos viejitos están sentados en sus lugares, agarrados de la mano como quien está a punto de vivir una experiencia irrepetible.

Y otra vez más, lo que venimos diciendo, nuevamente eso, sólo eso: el deslumbramiento bobo que tenemos por todo lo que forma parte de la televisión: una chica que se posiciona frente a todos nosotros y saca cientos de fotos desde su Black Berry. Saca al estudio, a la tribuna, a ella misma, a lo que venga.

La fascinación más superficial, la pulsión más frívola que la tele es capaz de provocar también se cuela intrépida en la tribuna de 678. En esta tribuna aparentemente ultra K, las cosas son aún más simples.

Hubo un día en que vine a esta tribuna y pasó nada. Era una tribuna casi vacía. Dije, en esa crónica, algo así como que la ausencia anónima y colectiva latía sobre las sillas blancas, vacías. Dije, también, otras cosas más o menos parecidas. Hoy, ahora, el panorama es bien distinto: ya a esta altura me duele el cuello de tanto girar la cabeza y mirar. Ver a un lado y al otro y darme cuenta que no hay vacíos. Hay, en cambio, lugares que no alcanzan y una fila extra de diez sillas que se improvisa en el momento.

Sobre la hora llegan los chicos de la agrupación Néstor Kirchner Vive. A ellos les toca, dentro del proyecto nacional y popular, la tarea de sostener el carácter político de esta tribuna, de este programa. Su militancia se expone evidente en todo el merchandising oficial que llevan encima de sus cuerpitos: camperas, remeras, dos banderas argentinas, pin de YPF, todo y más.

Dos de esos jovencitos sacuden la bandera celeste y blanca cada vez que la cámara grúa sobrevuela la tribuna. Después la dejan descansar sobre sus rodillas. Otros chiquilines de esa misma militancia sub20 aprovechan el momento en que la tribuna está en cámara para levantar la mano y hacer la “v” con los dedos. Otros, en el corte, no pueden aguantar semejante tentación y también se sacan fotos en el estudio, en la tribuna.

Treinta personas ocupan el espacio de estas treinta sillas blancas. Treinta personas le hacen el aguante a este programa. Defienden el modelo con su circunstancial presencia y, de paso, ya que están, escuchan lo bien que habla Barone y esta otra chica que es tan simpática. Porque en definitiva se trata de eso.

Nada más que eso.

 

 

* Nota publicada en Tribuna TV

Comments

  1. Camila says:

    Bueno… Creo que la nota es interesante porque de manera descriptiva cuenta que 678 es también un show de tv. Entiendo que a los demás lectores no les haya gustado lo de la vecina del 4 °C, porque claro, es políticamente «incorrecto» mencionar ese tipo de cosas cuando todos tenemos derecho a informarnos y debatir, opinar, también la vecina del 4°C. Pero creo que lo que quiso poner el autor de la nota es que de repente hay un montón de personas opinando sobre cuestiones complejas que no se pueden analizar a la ligera y así como así, quizá, a muchos nos toma años pensarlas. Para ser médico hay que estudiar medicina, y no cualquiera puede salir a opinar sobre medicina. Pero sobre sociología, comunicación social o antropología opina todo el mundo. Es el eterno problema de las ciencias sociales. Con qué argumentos es lo que jode, porque, generalmente, queda en evidencia que son ideas-producto que salen de los medios y no como parte de una reflexión profunda, de lecturas, de años, etc. Y también lo que jode es es inflexibilidad, no? Como si nunca fuéramos a cambiar de opinión acerca de la vida, la política… Al menos eso es bastante grave para mí. Esa visión del mundo que pregona el programa es una de las cosas más graves quizá, no tanto que quieran linchar al 90 por ciento de los periodistas o sus argumentos. Es ese clima espantoso que crean. Vos ponés el programa y parece que están todos amargados, enojados, resentidos y la soberbia la tienen a flor de piel. Está bueno hablar así cuando jamás le vas a otorgar derecho a replica a nadie, y no sólo eso, vas a desacreditar al que piense distinto antes por las dudas, cosa de que si a ese que piensa distinto se le ocurre quejarse ya esté fuera de la cancha por gorila, surdo, por hacerle el juego a la derecha utópico, des-comprometido etc. El programa es horrible. Transmite una gran miseria humana. Sandra Russo, lamentable…

  2. marcelor says:

    una nota al repedo, leer esta nota es como ver el programa de 678, nota impresentable, de un programa impresentable y nombran a barone que es impresentable, cual es el sentido de esta nota?

  3. Ricardo Bugallo says:

    Si, yo también creí que la nota iba a ser un poco mas informativa…Por ejemplo conocer a cuanto asciende lo que perciben como salario los del panel, quien se los paga, de donde sale la plata, como tributan por ese pago, que extensión tienen sus contratos, etc. ,etc.,
    Por lo demás, lo del programa me parece de una chatura preocupante, pues mas que alineados con la historia oficial, a la altura de las circunstancias y los hechos que suceden a diario, ya les cabe e lmote de «cómplices».
    Saludos,

  4. miguel says:

    Espero. Sigo leyendo y espero. Sigo al próximo párrafo y la espera se transforma en incertidumbre aburrimiento, vacío. Ya con la mitad de la nota leída sé que el final está cerca y nada pasara. Termino de leer y comienzo de nuevo. Busco entre palabras entre líneas el mensaje, la nota. El sentido. Entonces me doy cuenta que soy un ignorante que no ve o no entiende de que se trata. Acaso es la crónica de las sillas vacías sin culos que la aplasten, o la ausencia de un grupo juvenil con nombre ambiguo y con una profunda convicción política. El típico reflejo del cuidado de una mujer en los medios. Me vuelvo a preguntar por qué será tan grande mi ignorancia, que no puedo ver lo profundo de la nota. O será que tanto yo como la vecina del 4c estamos enviciados de como se hace la comunicación y los medios, que ya no podemos ver la notica, y navegamos por mares de corrección y como todos absolutamente todos los medios hacen de una sola realidad miles y miles. Fragmentando un hecho tan simple y obvio de sillas vacías y fanáticos desolados en la revelación o la cara no vista de un programa de tv. Acaso en otros programas con público no hay alguien de la producción acodando a la gente para no ver los vacíos. acaso pretendemos que por el solo hecho de ser un programa oficialista deje de lados las formas televisivas. Entonces ante todo esto me doy cuenta que no se nada que mi ignorancia es muy alta y que a mis 43 años solo me queda aprender, aprender y aprender.

  5. Ernesto Lew says:

    Me parece muy interesante la nota, visto desde un punto anterior a las discusiones q se originan en el mismo programa y como introductorio a lo q nos intentan mostrar y de como se van preparando estos programas, no solamente este 678 en cuestión, sino algunos otros de similar contenido político, cada uno va tirando arena para su lado, en cuanto a la nota en sí misma, me atrajo el estilo llano y descriptivo de la misma, me pareció interesante y reflexiva, aunq lo de la vecina del 4° C no me pareció muy acertado, pero el resto me atrajo mucho como relato.

  6. pinchudo says:

    678 hizo algo muy perverso. Varias veces mostró correctamente manipulaciones que hacía Clarín, pero después usó la confianza que así ganó en mucha gente para hacer sus propias manipulaciones terribles. Eso es 678.

  7. guillote moreno says:

    Horrible la nota. Acá tenés una buena crónica de 678: la de Esteban Schmidt en la Rolling Stone.
    http://www.rollingstone.com.ar/1277607

  8. Gonzalo says:

    La forma de gobernar y oponerse al gobierno, mostrando al gran enemigo. Desde cada lado de la reja señalándose entre si. Y la gente, el gran espectador, el gobernado, se cansa, se siente impotente, inseguro. Nos preguntamos a quien creer. O siendo más inocente, no entendemos como pueden gastar tanto tiempo en desmentirse unos a otros cuando hay un país entero que administrar y mantener informado (con la verdad de los hechos).

  9. roberto says:

    Me parece muy bueno que tu vecina te hable de la agenda mediática… y que el profe de ingles por lo menos ahora piense un poco… obviamente no apoyo el fanatismo, no veo el programa, la verdad es complicado mirarlo, pero si enfrente a eso te tengo a vos, mandándote la parte del periodismo objetivo…pufff me quedo con el espejito de color de Sandra Ruso, que por lo menos se hace cargo de que tira para un lado y no me vende este paquete naif del periodismo independiente.

  10. Alicia says:

    Pienso que estas posturas maniqueas, que muy bien relata Nicolás Andrada, no se aplican sólo al periodismo, sino también a la militancia, a la cultura, a la economía, a los representantes sociales, en fin a todas las representaciones del mundo, diría hoy, desde el gobierno. Buenos versus malos; militantes versus no militantes; conchetos versus populares; economía popular versus economía neoliberal; políticos K versus políticos no K; los que están dentro del modelo versus los que no lo están; cultura oficial versus cultura no oficial; etc; etc.
    Todo se tiñe de : «es esto o lo otro y lo otro pierde la factibilidad de ser una realidad alternativa para entrar en el status de enemigo». Y esa no es la realidad. La gente se pone paranoica; persecuta; se hace sentir a la gente dentro o fuera de mapa político; esto provoca irascibilidad y pelea con otros; hay descalificaciones mutuas (suma cero) Es un mecanismo de exclusión política, finalmente. nada nuevo bajo el sol. Se gobierna con esta perspectiva, como si el mundo fuera esto o no nada. Falacia de la ecuación «todo o nada».

  11. Luciano says:

    Muy buena la crónica con este toque de realismo que hace que parezca una historia y no simplemente una nota.
    Saludos

    • Vivian says:

      Si estuviera en plena vigencia la ley de medios seguramente habría mas voces. El problema es pensar que estás a favor o estás en contra, porque hay una infinidad de otras posturas y eso es el binarismo que proponen los poderes para lograr el dominio de las opiniones y seguir construyendo poder. De todas maneras todo depende desde donde se dice, porque si esto que está dicho está en un medio que agita a Plataforma, o presenta críticas constantes como medio opositor entonces una bella crónica se transforma en la apología de la oposición. Si algún merito tienen estas discusiones es poner en el centro de la escena que no somos neutrales, que hablamos desde una posición, que la subjetividad se mete por todos lados.