La muerte de Mariano Pavón Gutiérrez como ejemplo de violencia de parte de Sistema Penitenciario Bonaerense.
En el lugar de los cínicos, de los doloridos, de los penitentes las paredes hablan. Tras esos muros se quema, se suicida, se viola, se lastima una y otra vez a los detenidos que alguna vez ya habían sido olvidados.
Amenazas, torturas y todo tipo de violaciones a los derechos básicos son moneda corriente en nuestras cárceles. La historia de Mariano Pavón Gutiérrez es uno de los tantos testimonios del silencioso abandono que habita entre los detenidos.
El 1 de diciembre de 2010 en Unidad Nº de Mercedes encontraron muerto a Mariano. Su muerte fue caratulada como “suicidio”. Sin embargo, este caso resultó incierto. Las especulaciones y los rumores empezaron a circular en el pabellón.
Algunos de los detenidos afirmaron que ese mismo día, Mariano y otro preso tuvieron una discusión, en ese momento “se metió la policía y lo molió a palos adelante de todos”, según relató Flavia Calabró, cuñada de la víctima.
Después de esa noche nadie lo volvió a ver. Inmediatamente las especulaciones se transformaron en un supuesto ahorcamiento.
Los compañeros de Mariano sabían que no era cierto. El techo tiene solo tres metros de altura y no había ningún elemento dentro de la celda que puediera dar indicios del supuesto ahorcamiento.
En el parte del Sistema Penitenciario Bonaerense de la Unidad Nº 5, del 29 de noviembre de 2010, se hacía constar que: “… Int. Pavón presenta: herida cortante superficial pierna izquierda, escoriación en rodilla izquierda y región nasal, hematoma en ambas regiones orbitarias, ambos pómulos, eritema en tórax, dorso torácico, cuello y hombre izquierdo. Lesiones de carácter leve y tiempo probable de curación cinco días, salvo complicaciones (Dr. Miguel García Ramis, médico de guardia).”
Al mismo tiempo, el SPB publicó declaraciones de Mariano donde justificaba que las lesiones que tenía en el cuerpo habían sido causadas por un grupo de internos; quienes lo agredieron con palos de escobas. También aclararon que Mariano había decidido no presentar ningún tipo de denuncia.
Ese mismo día, los oficiales lanzaron un informe donde describen el “suicidio”: “…siendo las 5:45 hs. En recorrida por la guardia de seguridad exterior, al llegar a la celda 2, habitada por el interno Pavón Gutiérrez, se pudo observar que el mismo se encontraba pendiendo de una sábana atada a su cuello y amarrada a uno de los sostenes de la claraboya de ventilación de dicha celda, sin aparentes signos vitales”.
Los familiares de Mariano sostienen que lo mataron los guardia cárceles: “Mariano tenía 20 años de edad y estaba a punto de recuperar su libertad”.
Al recibir su cuerpo, los familiares se dieron cuenta inmediatamente de que los testimonios de las autoridades del penal no tenían nada que ver con lo que decían sus compañeros de celda: “yo hablé con los testigos y lo que me dicen es que Mariano sí peleo con otro interno por una remera, pero no fue una pelea muy agresiva, sino que cuando entró ‘la gorra’ los golpearon mucho hasta matarlo a Mariano. Le dieron una paliza tremenda y por último lo hicieron rodar por una escalera, eso supongo que lo mató”, recuerda Flavia.
Para ella el fiscal de la causa “tapó todo”. Cuando recibió el cuerpo, mostraba síntomas de una brutal golpiza. Tenía el rostro desfigurado, presentaba golpes en la cara, cabeza, nariz y oídos. “Una persona que se ahorca no tiene nada de eso”.
La familia fue notificada el jueves por la mañana desde el penal. Les comunicaron que Mariano “había tenido un problema y lo habían trasladado a un lugar de aislamiento. Esa mañana lo encontraron supuestamente ahorcado”, en un lugar donde -según Flavia- “no se puede colgar ni una soga, donde no había sábanas, ni ventanas para colgarse”.
La muerte de Pavón provocó una indignación multitudinaria dentro de la cárcel. Los reclusos hicieron huelga de hambre para pedir justicia. Todos habían visto lo que pasó, todos habían gritado para que dejaran de pegarle. Todos fueron testigos de que Mariano no se había ahorcado. La pareja de Mariano, Julia Riquelme escribió en una carta que “Mariano era incapaz de sacarse la vida ya que estaba feliz por su próxima y tan esperaba libertad”. A su dolor, se sumó el mismo reclamo de su familia y compañeros para saber qué fue lo que pasó. Un final que para algunos, como Flavia, estaba anunciado; pero cuyas circunstancias fueron inesperadas: “Acá adentro se les fue la mano, porque yo sabía que en la calle la policía lo iba a agarrar, pero no adentro”.
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