Por Ricardo Alberto Arrúa (@rarrua) *Desde Posadas.
Fotos gentileza de El Territorio.
El autocuartelamiento policial en Misiones ya lleva una semana y tiene una adhesión del 80%. La protesta por mejoras salariales fue interpretada por el gobierno de Closs como un avance “contra las instituciones de la democracia”.
“Nos vamos a mantener firmes pero en paz, porque esta es una pelea para defender la Democracia”, éstas fueron las palabras que formaron parte de un impetuoso discurso de Maurice Closs frente a la Casa de Gobierno, en respuesta al reclamo de efectivos de la policía provincial por una recomposición del salario básico -que hasta el momento era de 147 pesos-, el descongelamiento de la antigüedad y la reinserción de cinco colegas que habían sido sancionados por un tímido intento de agrupación sindical, entre otros puntos.
El reclamo que comenzó hace una semana, cuando efectivos del Comando Radioeléctrico I de Posadas iniciaron la medida de fuerza, tomó una magnitud inesperada cuyo único antecedente comparable fue un incidente provocado por la cúpula de la fuerza, allá por el 83, a escasos días de la asunción del radical Ricardo Barrios Arrechea.
Al principio, un poco por ausencias y otro tanto por no darle mayor relevancia a la protesta, la búsqueda de soluciones fue llevada adelante por un funcionario de segunda línea del gobierno de Closs, el subsecretario de Justicia, Julio Lenzken.
Mientras que desde la “desautorizada conducción policial se minimizaba y descalificaba la protesta diciendo que se trataba de “una acción desmedida y antidemocrática para reclamar”, en la sede del Comando Radioeléctrico la protesta ganaba adhesiones. A tal punto, que el ahora ex- jefe policial, Benjamín Roa, debió huir precipitadamente de la dependencia donde se originó el autoacuartelamiento. Un indignado agente decía: “No tenemos alternativa y queremos que todos sepan lo que está pasando. Una jornada de laburo nuestro o de servicio es de 12 horas y tenemos que sumarle otras 12 horas, para llegar en negro a 2.800 pesos, es una vergüenza”.
En respuesta, el gobierno tomó algunas medidas que van en paralelo con el encendido discurso de Closs: premios para unos y castigos para los acuartelados. Se liquidó a los uniformados que se encuentran trabajando normalmente, el sueldo con un 42 por ciento de aumento en el salario de bolsillo, extendiendo la generosidad para todos aquellos que se reportaran a sus superiores antes de las 12 del mediodía. Por su parte, el Fiscal de Instrucción Nº 2 Christian Antúnez Nerenberg solicitó la captura de los efectivos que tomaron en la tarde de la víspera la Jefatura de Policía, que fueron identificados y separados de la fuerza y en las próximas horas el Juez de Instrucción Nº 2 César Yaya resolvería acerca del requerimiento.
Diversas organizaciones sociales y políticas apoyaron el reclamo policial, ya que consideran la difícil situación económica por la que atraviesan los trabajadores.
Negociaciones truncas
La primera oferta salarial que Closs hizo llegar a los policías fue de un aumento de haberes de bolsillo de un 27 por ciento, que incluye un 40 por ciento promedio al básico de cada sueldo, a ser liquidado en dos tramos. La propuesta fue rechazada por insatisfactoria, de forma unánime en la asamblea.
No obstante a la contundencia del rechazo, las partes se mostraron dispuestas a mantener un diálogo fluido y trabajar en una propuesta salarial; y poco después, comisiones bilaterales intercambiaban borradores buscando un arreglo.
Así, el viernes tras una reunión de casi siete horas entre el Gobierno y los referentes de los policías autoacuartelados, el gobierno se animó a una nueva propuesta que a prima facie parecía tener el acuerdo de los interlocutores policiales.
Cuando todo parecía indicar que el clossismo había campeado el temporal y conseguido destrabar el conflicto, como lo anunciaron a viva voz los medios más cercanos al Poder, el Gobierno convocó a una conferencia de prensa en la que el ministro de Gobierno, Jorge Franco, anunció que el Gobernador “tomó decisiones de otorgar una reivindicación histórica para la Policía de Misiones, con una cifra que llega al 40 por ciento de aumento del salario”.
Pero las sonrisas, que ya escaseaban en los interlocutores gubernamentales, se borraron súbitamente cuando un periodista deslizó lo que ya era un secreto a voces: la asamblea realizada en el Comando Radioeléctrico, había rechazado por una amplísima mayoría la propuesta del gobernador Maurice Closs. Si bien se había logrado consenso en la mayor parte de los puntos, aún quedaba por resolver la negociación salarial.
En un intento por descomprimir la crisis y dar señales de continuar en la búsqueda de una solución el gobernador Closs removió del cargo que ocupaba, el sábado en horas de la noche, al jefe de la Policía de la Provincia de Misiones, Benjamín Roa, que para ese entonces ya estaba “pintado”, sin ningún tipo de predicamento entre los autoacuartelados e ignorado por el Poder.
El anuncio del reemplazo de Roa y la designación del comisario general, en situación de retiro, Héctor Jorge Munaretto fue recibida con indiferencia por quienes protagonizaban la lucha policial, que para ese entonces se habían multiplicado enormemente.
El centro de Posadas amaneció el domingo con más gendarmes pero también con la toma de otra unidad policial, a escasos cien metros de la Casa de Gobierno y ya se hablaba de que el lunes, cadetes de primer y segundo año de la Policía de Misiones comenzarían a prestar servicios, que según oficiales y suboficiales retirados “recibían una rápida instrucción en manejo de armas”.
Entre la firmeza y la intransigencia
“La respuesta ha sido contundente y no hay razones serias para continuar con la protesta”, expresó en Carlos Rovira, titular de la legislatura y socio mayor de Closs en la Renovación.
La misma firmeza, rayana en la intransigencia, mostró el gobernador Maurice Closs y en plena apertura del ciclo lectivo expresó “Quienes somos y fuimos gobernadores de esta provincia, Carlos Rovira y yo en este caso, somos sucesores de Belgrano” y recordó a posteriori que “Fue, nada más y nada menos el General Manuel Belgrano, estando en el gobierno de la Provincia de Misiones, el que creó la Milicia Patriótica de las Misiones, antecedente de nuestra querida Policía Provincial”.
Si el recordatorio histórico podía alentar la posibilidad de una propuesta superadora, espetó con firmeza y contundencia: “sabiendo de las necesidades es que nosotros ofrecimos a los amigos de esta institución creada por Belgrano, un incremento salarial importante, que transforma al policía misionero en el mejor pago del norte argentino. Hasta ahí nosotros podemos llegar”, cerrando la posibilidad de vislumbrar una salida consensuada a la protesta, por lo menos en el corto plazo.
Eso significa en otros términos que el Ejecutivo no está dispuesto a ceder un ápice y hará lo imposible por doblegar a los autoacuartelados sin ensayar más negociaciones de ninguna naturaleza. Para poder llevar hasta las últimas consecuencias su posición, sumó 500 reservistas más de la Policía, a la vez que continúa custodiando con la Gendarmería edificios federales. Y ahora sumaría a la Prefectura Naval en tres ciudades: Posadas, El Dorado e Iguazú, con tareas similares a la que realizan en Puerto Madero.
Demonio todo terreno
Un enemigo recurrente, de la sociedad Closs -Rovira es el ex gobernador Federico Ramón Puerta. En diálogo con Luis D Elía en su programa radial Siete Punto Cero, el ministro Coordinador de gabinete Ricardo «Pelito» Escobar, no vaciló en endilgarle a Puerta la autoría intelectual y un supuesto fogoneo extrapolicial para el mantenimiento de la protesta. Dejó entrever además, que la protesta policial se trataba de un intento para poner obstáculos en la continuidad del juicio por la memoria, la verdad y la justicia de crímenes de lesa humanidad, habida cuenta que, de un polémico desempeño de la Policía en Misiones durante la última dictadura. La tesis cobra valor si se toman en cuenta las declaraciones del gobernador y su llamado de alerta sobre esta afrenta a la vida democrática.
Los actores de este conflicto se “mantienen en sus trece”, con mutuas acusaciones de intransigencia y reivindicaciones de firmeza. Pero en el medio, la sociedad misionera asiste azorada al ver que hasta el eslogan del gobierno renovador “crecer más y crecer en paz” se puso en jaque con esta histórica protesta policial.