De Greenpeace a la política. Juan Carlos Villalonga es presidente de Los Verdes, un proyecto que viene a ocupar un espacio vacante en el mapa partidario.
El 2010 fue un año de visibilidad para los partidos ecologistas en la región. Los resultados electorales han dado muestras de que los movimientos “verdes” ya no estaban relegados a ser expresiones políticas subsidiarias, sino que comenzaban a perfilarse como protagonistas de la escena Latinoamericana. En la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia, el Partido Verde se instaló como la segunda fuerza de la oposición, y en Brasil, la candidata Marina Silva disputó uno de los primeros puestos, arrebatando la atención de la opinión pública internacional, sin asesores de imagen de por medio. Esta bocanada de aire fresco en la sección política, tuvo mucho que ver con el desembarco de Los Verdes en Argentina. Su presidente, Juan Carlos Villalonga tiene una carrera de más de 20 años al frente de organizaciones ecologistas no gubernamentales. Luego de su trayectoria en la conducción de Greenpeace Argentina, decidió dar un paso adelante para sumergirse en las arenas políticas con un proyecto propio. Así fue que en abril de 2011 nació el Foro de Ecología Política, como una propuesta que viene a llenar un espacio que estaba casi ausente en el debate partidario. Una “continuidad lógica”, como explica el presidente de la Junta directiva, consecuencia de la percepción de que en nuestro país “no se ha logrado aún una modificación sustancial de las ideas principales que dominan el espectro político de Argentina”.
– ¿Cómo surge este proyecto político “verde” en Argentina?
– El Foro de Ecología Política comenzó a funcionar como un espacio de intercambio de ideas entre algunos activistas, intelectuales y gente vinculada al mundo de la movida ecologista en Argentina y que comenzamos a pensar en qué momento y si era factible una expresión política verde en Argentina. Tomamos la decisión de que el 2011 era un año clave para comenzar a tener una actividad pública y entre esas decisiones colectivas, en mayo es cuando comenzamos a existir Los Verdes públicamente. El proceso fue madurando con vínculos con partidos verdes de la región y de otras partes del mundo, con gente de Chile, Colombia, Brasil, de Alemania y España. En el 2010 hubo presiones muy fuertes de inserción de lo verde en la política regional. Eso también nos dio la convicción de que era posible pensar en una opción así en Argentina y hay mucha expectativa en ese sentido.
– ¿Cómo perciben la reacción de la sociedad civil respecto a temas vinculados a lo medioambiental?
– Por supuesto que un partido verde tiene, y connota también, una agenda ambiental como un eje central, si bien es un partido que no solo trate esos temas. En la opinión pública, la consideración ambiental es muy alta. En la Argentina, si vos mirás cualquier estudio de opinión acerca de temas que toquen lo ambiental te vas a dar cuenta de que hay una gran valoración por parte de la gente, hay un alto nivel de preocupación y hay ciertos temas que han sido emblemáticos en los últimos años de discusión, como ha sido el tema de los glaciares, o la minería, o el avance de la soja sobre los bosques nativos, el glifosato, etcétera. Y hay una cantidad de temas bastante populares, la gente los percibe con diferentes niveles de información, pero hay una preocupación mayoritaria sobre esos temas. Sin embargo se produce un abismo entre esa preocupación y, el momento de poner el voto en la urna. No se concibe que haya un voto que ligue la política concreta con esas preocupaciones. Ese es el vacío que existe, ése es el espacio enorme que está vacante. Fijate el tremendo apoyo electoral que han tenido gobernadores como Gioja este año, tanto con la enmienda constitucional de mayo de este año, y -después las elecciones- con el 70 y pico por ciento de los votos. Cuando se consulta a la gente por el tema específico de la minería, existe una percepción negativa, sin embargo, esa misma gente no ve que pueda haber una política concreta y real que compatibilice su preocupación ambiental con los asuntos públicos en general.
-¿Qué cabida tienen las problemáticas ambientales en el mapa político actual?
– Ninguna. Cuando hablamos de los principales partidos, después de las elecciones no quedó nada. Quedó el oficialismo y su constelación de agrupaciones políticas asociadas que tienen la primera y la segunda mayoría, y recién allá lejos aparecen las otras fuerzas. Allí no hay ninguna valoración ambiental, lo ambiental entra en tanto y en cuanto no moleste ningún negocio. Todos van a hablar de lo ambiental en tanto eso no implique modificar absolutamente ninguno de los negocios tal cual se conciben hoy. Y aún cuando la opinión pública y las campañas de las organizaciones sociales logran determinados avances, la resistencia institucional que oponen a la implementación de, por ejemplo, la ley de bosques o la ley de glaciares, es impresionante. La pereza y la dificultad para poner en marcha esas políticas públicas en marcha, muestra que no hay ningún grado de convicción en estos temas. Las fuerzas mayoritarias no tienen ningún tipo de valoración y el kirchnerismo tiene una concepción del desarrollo anacrónica. El gobierno argentino, frente a cualquier negociación ambiental o vinculada a temas de desarrollo a nivel internacional, tiene una actitud completamente refractaria porque tienen una concepción de que lo ambiental es una herramienta de dominación que los países poderosos intentan aplicar sobre la Argentina: ése es el espíritu con que el gobierno argentino pretende encarar un proceso como el de “Río + 20” el año próximo. Se escudan ante cualquier avance de la agenda ambiental que significa ponerle trabas al modelo de desarrollo argentino. Cualquier impedimento que cualquier acuerdo internacional, cualquier elemento que represente algún tipo de restricción, lo consideran una barrera al comercio internacional. Esa es la tónica con la cual el kirchnerismo sale a negociar a nivel internacional. Es una manera de ver el mundo con los parámetros desarrollistas clásicos de mediados del siglo pasado, de 50 o 60 años atrás. Cuando Perón los aplicó, estaba en sintonía con lo que pasaba en el mundo. Han pasado muchas cosas para que el mundo se tenga que pensar de una manera distinta, sin embargo esta gente no se percata de eso. En la Argentina ningún negocio se paró por cuestiones ambientales, a lo sumo los paró la opinión pública.
– El concepto de “ecología política” viene a romper con una concepción tradicional de los movimientos ecologistas como expresiones políticamente inocuas ¿Qué opinás de eso?
– No es ideológicamente inocuo. Creo que, en términos generales, la práctica de las organizaciones no gubernamentales, es que procuran tener independencia política, pero eso no significa que sean ideológicamente inocuas, todo lo contrario. Lo que sus reclamos representan, es algo que ideológicamente no lo pueden capturar ninguno de los partidos políticos que antes mencioné. Si fuera un reclamo inocuo, habría sido fácilmente capitalizable y apropiable por los partidos políticos, pero como es ideológicamente antagónico a lo que los partidos llevan adelante, no hay posibilidad de asimilar esos reclamos. Si en tu concepción ideológica no existen los límites naturales que tenés que respetar en la economía, ¿por qué vas a frenar la producción de granos cuando hay un mercado externo que te lo demanda? No hay valoración alguna que indique que hay que detener eso, que en un punto hay que poner un límite porque, en la realidad, los límites se los van poniendo los conflictos sociales que se van generando. Eso es lo que viene siendo puesto en tela de juicio desde hace décadas y que, por supuesto, no es fácil darle una respuesta, pero lo que hay que reconocer es que eso es un problema y que hay que tratar de encontrar una alternativa, de eso se habla con desarrollo sostenible, de economía verde y otras discusiones que hoy se están dando en el marco de las Naciones Unidas, es porque claramente estamos yendo al abismo por esta vía. ¿Vos crees que Cristina, Alfonsín o Binner creen que estamos yendo hacia el abismo? No, entonces no hay ningún motivo para no seguir generando emisiones, seguir deforestando, seguir por la misma vía de siempre.
– Pero también tiene que ver con una concepción de las problemáticas ambientales como cuestiones que deberán solucionarse en el largo plazo, a diferencia de otras más “urgentes” como la desocupación, por ejemplo.
Yo creo que no hay una verdadera dimensión del problema que están generando. Por supuesto, que hablar de temas ambientales implica necesariamente incorporar el largo plazo en la mirada, o sea, ver las consecuencias que van a tener las decisiones que tomás hoy y, cuando hablamos de largo plazo, por lo menos hablar de algo más allá de una gestión, de la duración de un mandato. La política argentina está muy enviciada en solo mirar, como máximo, los cuatro años que dura un mandato y, a lo sumo, pensar en cómo se va a dar la reelección: ése es el largo plazo para la política argentina. Eso es fatal para el tema del que estamos hablando porque, en ese caso, por supuesto que cualquier cosa que de empleo, a cualquier costo y como sea, está visto como algo bueno per se. Y pedirle a la gente que tenga una idea de largo plazo y de proyección, es pedir mucho. Para eso está la dirigencia política y social, porque se supone que es gente que llega a ciertas posiciones de toma de decisión porque está mirando un poco más allá del día a día. Cuando Argentina subsidia la minería, está dando la peor señal en materia económica, en estar subsidiando una industria extractivista que es insostenible por su propia lógica. No se puede subsidiar eso, y la minería requiere un análisis pormenorizado, una mirada crítica.
– Si Los verdes tuvieran una bancada en el Congreso, ¿qué tema propondrían como prioritario en la agenda legislativa?
– Nosotros ya presentamos un proyecto de ley en la Cámara de Diputados de la Nación como particulares, en octubre de este año y es un proyecto que ya tiene estado parlamentario porque un diputado lo tomó y lo presentó formalmente como proyecto de ley. Es un proyecto que plantea una serie de metas para ir encaminando, apunta a que el sector eléctrico sea sustentable, con metas de acá al 2050. Una de las metas es que tengamos el 25% de participación de energía renovable en el 2020 y le pone como fecha límite al 31 de diciembre de 2020 al cierre de las plantas nucleares en Argentina. La energía es la columna vertebral de la economía y define, como pocas actividades, el modelo de desarrollo. Argentina está atravesando una crisis energética importantísima que se va a agravar en el futuro y el gobierno está avanzando en la búsqueda de recursos hidrocarburíferos no convencionales, esto es, gas y petróleo que van a costar mucho más sacarlo y que es mucho más contaminante porque hace falta mucha más agua y químicos para poder extraerlo. Va a ser un problema tan grande como el de la minería en el tema de la competencia por el uso del agua. Ese es el tipo de debates que Los Verdes quieren llevar y no vamos a esperar a tener una banca para producir ese debate.