Por Henoch Aguiar
La portabilidad numérica, genérica, permite a un cliente mantener su número telefónico, cuando cambia de prestador móvil, cuando en su domicilio contrata a otro prestador de telefonía fija o cuando se muda de barrio.
Esto fue logrado por una asociación de consumidores, en pelea judicial con el gobierno, que lo reglamentó tarde y lo menos amplio posible.
La portabilidad no es novedosa. La ley Clinton de telecomunicaciones la estableció como obligatoria para la telefonía fija desde 1996.La Unión Europea la exigió a todos sus países desde 2002. Se aplicó a los celulares en el 2003. América Latina siguió el paso. Se implementó luego en Brasil, México, Perú, Ecuador, El Salvador, República Dominicana, Panamá, Colombia y Chile.
En Argentina, si no hay nuevas demoras, se iniciará en marzo del 2012, sólo entre celulares. ¿Porqué tan tarde? ¿Porqué tan poco?. Falta más por hacer si la intención es liberar al usuario. Veamos que pasó y qué falta.
En el año 2000 concluyó la exclusividad dada a Telefónica y Telecom. Se redactaron nuevas reglas, que reemplazaron las diseñadas por María Julia y Dromi, poco alentadoras de la competencia. Entre otras, se estableció que «la portabilidad numérica es un derecho del cliente o usuario». En el 2001 la Secretaría de Comunicaciones sometió a consulta pública un reglamento. Terminado el gobierno de De la Rúa, no hubo más noticias.
En el 2008, la Unión de Usuarios y Consumidores solicitó la implementación de la portabilidad. La Secretaría de Comunicaciones se rehusó, arguyendo que no estaban dadas las condiciones. Los consumidores apelaron a la Justicia, que les dió la razón. Consideró que la renuencia de la Secretaría era manifiestamente arbitraria, tras ocho años sin tratamiento alguno.
La Secretaría se vió obligada así a crear una comisión de estudio y a establecer el régimen de la portabilidad, en el 2010. Pero a regañadientes: apenas para los teléfonos móviles y no para los fijos. Lo mínimo indispensable para satisfacer el fallo judicial. (Las telefónicas, agradecidas).
El sistema requiere que exista un Administrador de los números portados por los clientes. Se realizó la licitación y el sistema debía iniciarse en diciembre del 2011. La Secretaría informó que se pondrá en marcha recién en marzo del 2012. Otro retraso más.
Quedó fuera la portabilidad de los teléfonos fijos. Sin otra explicación que su ausencia. Es una pena, en momento en que prestadores del interior, cables y cooperativas, incrementan la oferta de servicios telefónicos y de Internet. Impedir la portabilidad del número fijo es dejar de manos atadas al consumidor, especialmente en el interior del país. Esta omisión de la Secretaría, para peor, se da de narices con la política general del gobierno, que tiende fibras ópticas para darle conectividad a los pequeños prestadores, para incluir digitalmente a las localidades más remotas.
La portabilidad celular, es importante, pero no suficiente. Si hay pocos prestadores móviles, por más portabilidad que haya, no habrá mucho para elegir. El gobierno puede tomar la iniciativa. Hay varias maneras de tener más competencia en los servicios móviles, que son uno de los servicios claves del futuro.
En primer lugar, hay espacio en el espectro radioeléctrico para licitar nuevas frecuencias de celulares. No solamente para ampliar el ancho de banda que ya poseen Movistar, Personal, Claro y Nextel, sino para que haya uno más. Así como se permitió la fusión de Movistar con Movicom, pueden recrearse las condiciones para que vuelva a haber un quinto prestador en el país.
En segundo lugar, pueden autorizarse nuevos prestadores, que no tienden redes propias, sino que alquilan las redes de los instalados. Se llaman Operadores Móviles Virtuales. Dinamizan fuertemente la competencia. Había 200 en el mundo en el 2006. Cinco años después, ya hay más de 650. Los reguladores los impulsan a efectos de recrear competencia en un mercado que, de no mediar este remedio, se mantendría oligopólico. El tema ni siquiera está en discusión en Argentina. Sería importante no repetir la historia de la portabilidad, no llegar tarde una vez más.
Por último, puede liberalizarse plenamente el uso de Internet para que los celulares se conecten a las redes Wi-fi y utilicen servicios, como Skype, que abaraten fuertemente las comunicaciones de voz hacia todos los destinos.
El mundo de las telecomunicaciones es revolucionario, abre posibilidades nuevas cada año. Demorar los avances, no regular para la competencia, equivale a confortar el monopolio, mantener un sistema cerrado, como el del inicio de la privatizaciones. Es hora de abrir el juego. Las empresas no compiten de verdad ni se actualizan tecnológicamente si la regulación no se los exige. Es hora de regular para la gente.