El jefe de gobierno porteño Mauricio Macri parece ser víctima de una obsesión: la tendencia al veto. Plazademayo.com muestra algunos ejemplos relevantes de este método y explica las consecuencias concretas a través de sus protagonistas.
El amplio mundo de los comportamientos compulsivos tiene una base en la obsesión. Se trata de una perturbación producida por una idea fija que asalta la mente y el campo de las acciones. Una repetición que se produce día a día, momento a momento. El jefe de gobierno Mauricio Macri parece estar regido por la obsesión con la capacidad de vetar. Así lo demuestran los 103 vetos realizados a leyes aprobadas por la legislatura durante el tiempo que lleva en el poder.
Es cierto que el veto no es propiedad privada de Macri solamente. Basta recordar que cuando el oficialismo perdió la mayoría parlamentaria luego de la derrota electoral del 2009, la presidenta Cristina Fernández anticipó que recurriría al veto para anular aquellas leyes que no fueran del agrado del poder ejecutivo. En aquel momento, la variopinta oposición alzó la voz en defensa de la republicana división de poderes y en defensa de las tareas del legislador. Por caso, hacia finales de 2010 la presidenta vetó la ley impulsada por el arco opositor que establecía equiparar la jubilación mínima con el 82% del salario mínimo, la extensión del fallo Badaro a todos los jubilados y un nuevo mecanismo de actualización de los haberes. Antes, la presidenta Fernández había también vetado la ley de protección de glaciares, que había sido votada por unanimidad.
En ese entonces, el PRO le reprochó el gesto a la presidenta. Sin embargo, Mauricio Macri ha recurrido al poder de veto que le otorga la constitución de la ciudad autónoma en nada menos que 103 oportunidades desde que inicio su primera gestión en el año 2007. En la abrumadora mayoría, el alcalde vetó leyes que habían sido acompañadas por el bloque de legisladores del PRO. No se salva nadie: desde una ley que establecía la obligatoriedad de bancos públicos y privados de disponer de al menos un baño para el uso de sus clientes hasta la legislación que prorrogaba el régimen de protección de las fábricas recuperadas hasta el 2017, pasando por semáforos para ciegos, pensiones para músicos mayores de 65 años, programas de inclusión laboral para jóvenes socialmente vulnerables, entre otras. Todas víctimas de la vetomanía.
Plazademayo.com seleccionó cinco muestras de vetos a leyes realizadas por el actual jefe de gobierno. Muestras que darían cuenta de una forma de la obsesión, si no fuera porque la negativa a promulgar las leyes aprobadas en la legislatura afecta concretamente la vida de los porteños.
1. Ley de protección de fábricas recuperadas.
Las fábricas recuperadas fueron un emergente de la crisis que tuvo su pico en 2001-2002, cuando los trabajadores pusieron a funcionar unidades productivas que habían sufrido el abandono y vaciamiento de los patrones. La acción de ocupación de esas empresas ponía en cuestión la noción de propiedad privada y permitía la intervención de los verdaderos productores: los trabajadores que las ponían a funcionar. El gobierno macrista decidió revertir algunas leyes que protegen la existencia de las empresas recuperadas.
“Macri nunca fue amigo de las empresas recuperadas -dice Florencia Kravetz, abogada que se especializa en la cuestión-. El veto de la ley 4008 que las protege sólo constata esa postura ideológica. La ley prorroga la legislación anterior que protege a las empresas recuperadas de las leyes de quiebra. Ahora, ante el pedido de cualquier acreedor, del propio juez o del síndico, se pueden rematar los bienes de la fábrica”.
Hugo Fosec es uno de los trabajadores que ocuparon Miniplast en 2003, la pusieron a trabajar y la convirtieron en una cooperativa que hasta hoy sigue produciendo telas plásticas. “El veto nos perjudica enormemente. No podemos hacer previsiones ni con proveedores ni con clientes. La quiebra estaba parada porque esa ley estaba vigente. Hoy no tenemos la certeza de la continuidad de nuestra empresa”, explica. Fosec y ocho trabajadores más habían decidido tomar en sus manos la producción de Miniplast. En la actualidad en esa empresa hay 25 trabajadores. La incertidumbre vuelve a cernirse sobre ellos debido al veto de Mauricio Macri.
2. Subsidio a la asociación civil Teatro por la Identidad.
El mundo cultural no está exento de las tijeras de Mauricio. El alcalde porteño acaba de vetar la actualizacíon del presupuesto que permite que las obras de Teatro x la Identidad se desarrollen año a año con su profusión y alta llegada al público. «Habíamos solicitado una actualización del subsidio que recibimos por parte de la Legislatura -cuenta Anabela Valencia, de la comisión directiva de Teatro por la Identidad-. Esos fondos nos permiten subsistir con una infraestructura básica, pagar el alquiler, la secretaria, los impuestos, los servicios. Nos permite mantenernos y eso que hemos incrementado nuestra actividad y las giras por el país. Ninguno de nosotros percibe sueldos por esta actividad, pero sí tenemos gastos de infraestructura que debemos solventar. La inflación nos llevó a pedir este aumento del subsidio, que fue aprobado por unanimidad. Fue votado por todos los diputados del PRO. Este veto le trae un problema real de existencia a Teatro por la Identidad”.
3. Congreso pedagógico.
Uno de los últimos vetos del jefe de gobierno fue el de la ley 4119, que convocaba a la realización de un Congreso Pedagógico de la Ciudad de Buenos Aires para este año. La norma había sido elaborada por el ex legislador Sergio Abrevaya, de la Coalición Cívica, y apuntaba a abrir un debate con vistas a una futura ley de educación de la Ciudad. Fue aprobada con el voto favorable del PRO y contaba con el visto bueno del mismísimo ministro porteño de educación, Esteban Bullrich. “Los argumentos del veto son que los lineamientos estaban poco preparados y que era un dispendio de dinero –explica Eduardo López, titular de UTE, el sindicato de los docentes porteños-, pero hay versiones que señalan que fue a pedido del vicario Torrella, quien tiene temor de que se debatan los subsidios que recibe la educación privada”. El presbítero Juan Torrella es el vicario para la educación del Arzobispado porteño y uno de los representantes del ala más conservadora de la Iglesia. Justamente, el ministro Bullrich es miembro activo del Opus Dei y es probable que esté pagando con alguna penitencia este desliz. “El subsidio que recibe la educación privada –continúa López- pasó de 700 millones a 1000 millones de pesos en dos años y para 2012, tiene asignada una partida de 1500 millones de pesos dentro del presupuesto de la ciudad. ¡Ojalá los salarios tuvieran un aumento del 50%!”, suspira el sindicalista. Para López, “Macri profesa la educación privada, tiene una posición tomada. Si se discutiera el tema, es muy probable que muchos de los padres que mandan a sus hijos a colegios privados y pagan matrículas de dos mil o tres mil pesos, estarían de acuerdo con resignar los subsidios que perciben esas instituciones”.
4. Pensión para músicos mayores de 65 años.
Otra de las leyes que vetó Macri fue la 4021, que creaba el Régimen de Reconocimiento de la Actividad Musical, destinado a compositores, arregladores, directores, interpretes y/o autores mayores de 65 años, con al menos 15 años de residencia en la ciudad y una “trayectoria pública constante” de 20 años en la actividad musical. Los beneficiarios, que serían seleccionados por Comité de Evaluación y no podrían superar los 20 por ejercicio fiscal, accederían a un subsidio mensual vitalicio equivalente al salario de la categoría más baja de la carrera administrativa -unos $3500 al día de hoy. Sin embargo, Macri teme “comprometer a futuras administraciones, afectando sus ejercicios presupuestarios”, según los considerandos para el veto, aunque el presupuesto actual de la ciudad asciende a 33 mil millones de pesos y que la misma ley vetada fijaba un tope del 0,0147% del prespuesto total. Otro curioso argumento del veto macrista es que “quedarían excluidos” una “universalidad de actores culturales que en las más disímiles disciplinas del arte” lo cual concluye, estaría “afectándose el principio de equidad”. Lo curioso es que desde el año 2009, los escritores de la Ciudad gozan de un beneficio muy similar al que fue vetado para los músicos. Alberto Giaimo, presidente del Sadem (sindicato de músicos), repudió el veto de Macri y reclamó “una jubilación para los músicos, porque somos trabajadores de la cultura”. Giaimo recordó que el proyecto original fue impulsado en su momento por el fallecido “Chango” Farías Gómez durante su paso como legislador. Para la pianista Adriana de los Santos, de Músicos Organizados (MO), comparó el veto de Macri al “recorte de subsidios que implementa el gobierno nacional” y lo definió como “un ajuste”.
5. Registro de Jugadores Compulsivos.
El juego, además de ser un negocio de magnitudes inusitadas -y que el gobierno nacional también impulsa a través de los favores al empresario hiper K Cristóbal López-, es también una enfermedad compulsiva que sufren muchos de sus cultores. Una ley vetada por Macri planteaba el registro de jugadores compulsivos que los sometía, luego de la inscripción por voluntad propia en ese registro, a la prohibición de entrada a casinos y salones de bingo. La ley que daba vida a este registro fue anulada. “La gente que va a jugar de manera patológica tiene un mecanismo que no les permite parar, lo hacen de manera compulsiva» -señala el licenciado Oscar Miseta, psicoanalista especialista en adicciones-. Ese registro sirve. Tengo varios pacientes que han firmado contratos privados con el casino que establecen que no pueden entrar de ninguna manera. Y el método es efectivo. El juego compulsivo es una enfermedad grave, responde a una estructura narcisista seria: con esos contratos privados varios pacientes han andado muy bien. Si fuera establecido de un modo más general, sería espectacular.
Por Andrés Hansy y Diego Rojas (@zonarojas)