Por Sergio Serrichio
Casinos, bingos y tragamonedas eran una rareza hasta los 90s. El cambio empezó cuando Menem encontró el resquicio para los casinos “flotantes” de la española Cirsa y, desde la gobernación bonaerense, Duhalde abrió el camino a la también española Codere y habilitó el casino de Tigre para Boldt, otro gigante de las apuestas. Con la llegada de Kirchner, su amigo y el zar del juego en la Patagonia , Cristóbal López, irrumpió en la escena nacional. Las próximas vetas de una “industria” que crece sin control y emula el “modelo” americano.
“En Malvinas Argentinas… Cristina presidentaaa, … Scioli gobernador, … Luis Vivona intendente,… Luis Vivona inntenndennte”.
La avioneta surca el cielo de Los Polvorines, cabecera de Malvinas Argentinas, machacando su mensaje electoral. Vivona, ex funcionario y concejal, es el alfil kirchnerista para desbancar a Jesús Cariglino, que desde 1995 gobierna Malvinas, uno de los partidos más pobres del conurbano, y es el único caudillo bonaerense que antes de las primarias se alineó expresamente con Duhalde (1).
Abajo, por la ex avenida Maipú (ahora Perón), frente a la estación de trenes, nadie presta atención a la avioneta. Llevan semanas de verla y escucharla varias horas al día. Una cola se extiende toda la cuadra y dobla la esquina del supermercado.
Frente a la puerta de entrada de Binbaires, el Bingo de Polvorines, el hombre de seguridad discute con un grupo de mujeres, varias de ellas con su bolso de compras. “Chicas, hagan fila, ordénense, no se porten como una manada, la última vez me rompieron el arco de entrada”, les dice a los gritos. Contrariadas, las mujeres, la mayoría por arriba de los cuarenta, muchas por sobre los sesenta, se reordenan a medias. El predominio femenino es abrumador.
Son las 10 y 10 de la mañana del sábado 1 de octubre. El de seguridad me explica la causa del tumulto: “estamos unos minutos retrasados, hoy teníamos que abrir a las 10, pero a veces las máquinas tardan más en reiniciarse”. A las 6 de la mañana, como todos los primeros, las “máquinas” fueron apagadas para un chequeo técnico. Son las únicas cuatro horas de cada mes en que los más de 600 tragamonedas (slots) de Binbaires dejan de comer dinero. Suficientes para que quienes hacen cola se pongan muy impacientes. A las diez y cuarto, el Bingo abre. Efectivamente, las “chicas” entran como manada. Armando, un viejo lugareño, me cuenta que donde ahora está el bingo funcionaba la principal ferretería de la zona.
Binbaires es la cabecera de playa de Cristóbal López, el zar del juego kirchnerista, en territorio bonaerense, dominado por la española Codere, que detenta 14 de las 46 salas de bingo de la provincia, y Boldt, dueña de Trillenium, el casino de Tigre, que se jacta de controlar el 74 % de las capturas de apuestas en todo el país.
López compró Binbaires en 2009 a través de un socio, por eso no la cuenta entre las fichas de Casino Club, la empresa de apuestas de su grupo, que también incluye petróleo, construcción, recolección de residuos y alimentos. De la mano de Néstor Kirchner, entonces gobernador santacruceño, primero se hizo rey del juego en la Patagonia y a partir de 2003 se fue extendiendo a todo el país.
Casino Club reconoce la propiedad de 11 casinos (3 en Santa Cruz, 3 en Chubut, más uno por provincia en Tierra del Fuego, Mendoza, La Pampa , La Rioja y Misiones) y 14 salas de slot (6 en Misiones, 3 en Chubut, 3 en Santa Cruz, 1 en La Pampa y 1 en Tierra del Fuego).
La lista no incluye los activos más rentables, adquiridos en los últimos años, al calor de la Casa Rosada : la sociedad con la española Cirsa, otro gigante del sector, en los casinos flotantes de Puerto Madero y en el casino de Rosario, y la sociedad de López con Federico de Achával en el Hipódromo de Palermo, la más grande y rentable operación de slots del país.
A Cirsa, asociarse con López le permitió superar conflictos sindicales, y a De Achával (que también tiene una cuota de los casinos flotantes) asegurarse la concesión palermitana hasta el año 2032, gracias a un decreto que Néstor Kirchner firmó el 7 de diciembre de 2007, tres días antes de pasarle el bastón presidencial a Cristina, pero que se publicó en el Boletín Oficial recién el 31 de diciembre, un feriado. Fue un decreto extemporáneo: la concesión original vencía en 2017. A cambio, la única obligación del concesionario fue ampliar de 3.000 a 4.500 el número de tragamonedas, que proveyó…… Cristóbal López.
Kirchner abonó cuidadosamente el terreno para el desembarco de López en territorio porteño. Primero acordó con Aníbal Ibarra y apoyó su reelección como jefe de gobierno en las elecciones de septiembre de 2003. En octubre, apenas reelecto, Ibarra dispuso un convenio entre el Instituto de Juegos de Apuestas de la ciudad y Lotería Nacional, que empezó a poner fin al conflicto jurisdiccional sobre el control del juego y transfirió parte del producido a las arcas porteñas.
El actual jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, amplió luego esos acuerdos. Tras varias idas y venidas, convalidando no sólo la extensión de la concesión de Palermo, sino también todas las que hubiesen en adelante (2).
Además, en marzo de 2004 la Nación y el gobierno porteño se pusieron de acuerdo para aprobar el funcionamiento de un segundo barco casino, el Princesa, en Puerto Madero. El primero, Estrella de la Fortuna , había sido un truco pergeñado en tiempos de Menem. Como la ley porteña prohíbe los Casinos, la argucia fue poner el casino en un “barco”, que supuestamente “flota” en aguas “nacionales”.
Cirsa, la concesionaria de los dos flotantes, rechazó varias veces las ofertas de López para entrar como asociado, hasta que se hicieron irresistibles. Manuel Lao, el dueño de Cirsa, protagonizó un extraño episodio cuando, en diciembre de 2004, la Aduana argentina le descubrió 500.000 euros no declarados, camuflados en jamón serrano español que –dijo- traía para repartir entre sus empleados (la actuación oficial fue allí más eficiente y expeditiva que con el venezolano Antonini Wilson).
Además, Cirsa tuvo problemas porque el SOMU (Sindicato de Obreros Martítimos Unidos), liderado por Omar “Caballo” Suárez, empezó a “bajarle” los marineros de los barcos, sin cuya presencia los casinos “flotantes” no pueden, legalmente, funcionar. Los paros de SOMU se hicieron tan frecuentes, que en 2006 Cirsa atribuyó la caída de su resultado global a los problemas en su operación argentina. En 2007, terminó por aceptar la oferta de López, que entró a los casinos flotantes junto a De Achával y, de yapa, se asoció miti-miti en el casino que Cirsa estaba construyendo en Rosario (promocionado como “el más grande de Sudamérica”, el casino de Rosario se inauguró en 2009; la primera bola la tiró Susana Giménez).
Meses después, cuando un grupo de empleados del sindicato del juego, Aleara, tomó y destruyó parte de las instalaciones de los casinos flotantes, la anterior tolerancia mutó en dura represión e intervino el grupo Albatros, un cuerpo de elite de Prefectura. Aleara no es un sindicato particularmente contestatario (su secretario general, Daniel Amoroso, es un legislador macrista), pero un cuerpo de delegados que no respondía a la conducción había profundizado el conflicto con SOMU y la empresa. Y ahora Cristóbal López, el amigo de Kirchner, estaba del lado de los dueños.
El otro gigante de las apuestas es Boldt, que no tiene bingos, pero detenta el casino de Tigre, el Central de Mar del Plata, el de Tandil y el de Miramar. Además, asociado con el entrerriano Daniel Mautone, se quedó con el de Victoria, Entre Ríos, puja en la que se impuso a Cristóbal López.
Durante décadas, Boldt, que lidera el veterano Antonio Tabanelli, se dedicó a la impresión de billetes y cheques de seguridad. En 1993 ingresó al negocio de apuestas al instalar las máquinas electrónicas para levantar quiniela en 3.500 locales de la provincia. Hoy, procesa el 74 por ciento de las apuestas del país. En 1999 dio otro gran salto: Duhalde le dio en concesión directa la licencia para operar por diez años Trillenium, el casino de Tigre, con exclusividad en un radio de 150 kilómetros . Esa ventaja, de hecho ya caduca, motivó conflictos legales. El 27 de julio pasado Scioli renovó “provisionalmente” el permiso hasta diciembre de 2013. Confiada en una renovación por un plazo mayor, Boldt trabaja ahora para cumplir el “acuerdo vinculante” que alcanzó con la provincia e instalar “2250 nuevas terminales”. Difícilmente, llegado el momento, Scioli desconozca el “importante esfuerzo económico, operativo y logístico” del que habla la empresa en su página web.
También Codere, otra firma española, entró en Buenos Aires en los noventa de la mano de Duhalde, y hoy maneja 14 bingos en la provincia. En 2006, el gobernador Felipe Solá le renovó en lote sus licencias. Desde entonces -dijo- sufrió la hostilidad de Néstor Kirchner, por no haber tenido en cuenta los intereses de Cristóbal López.
Otro que perdió el favor K por la misma razón es el senador nacional y ex intendente de Córdoba, Luis Juez, quien hace más de dos años dijo públicamente que se reunió con López por pedido del secretario Legal y Técnico de la presidencia, Carlos Zannini. Según Juez, en la reunión López ofreció financiarle varias campañas electorales y girarle los aportes a una cuenta bancaria en el exterior, si a cambio le abría las puertas del juego en la capital mediterránea. Por esos dichos se abrió una causa judicial. Juez todavía espera que lo llamen a declarar.
Las cifras del negocio
Historias más, historias menos, lo concreto es que en los últimos veinte años el juego creció de modo exponencial. La movida se inició bajo los auspicios de Menem y Duhalde y se profundizó en la era kirchnerista. El vacío informativo y el caos regulatorio dificulta los datos exhaustivos, pero el número de casinos se aproxima a los 150 y el de salas de bingo y slots supera la doble centena.
Según el presupuesto 2010 de Buenos Aires, el distrito de mayor peso del país, la provincia recibe unos 8.500 millones de pesos anuales de ingresos del juego. Poco más de 3.500 millones de pesos son ingresos por la quiniela, la lotería provincial, el hipódromo de La Plata y la parte proporcional que recibe de la Nación del PRODE, todas actividades que explota directamente el Estado. El fisco provincial recibe 133 millones de pesos de los bingos, 2.610 millones de pesos de los casinos y 1.900 millones de pesos de los tragamonedas.
Y en todo el país, según Fernando Sánchez, diputado nacional de la Coalición Cívica , el juego mueve entre 40.000 y 80.000 millones de pesos, un rango por demás amplio.
Las cifras bonaerenses deben tomarse, en cualquier caso, con pinzas. Por empezar, debe tenerse en cuenta que mientras en juegos como lotería y quiniela la provincia se queda con el 42 por ciento del volumen de apuestas (parte de ella se destina a los municipios, otra a policía, educación, seguridad, etcétera) en los casos en que opera de modo directo, y 21 por ciento si se trata de operaciones de terceros, en el caso de los tragamonedas, lo que ingresa a la provincia es un 34 por ciento del “excedente bruto” de las operaciones de apuestas, contra el 66 por ciento que va a los operadores. En breve, se supone que 85 de cada 100 pesos jugados vuelve en premios a los apostadores, el operador se queda con 10, y la provincia con 5. “No es así en ningún lugar del mundo”, señaló el diputado bonaerense Walter Martello (Coalición Cívica) a plazademayo.com.
Además, aunque la provincia recibe información “en tiempo real” sobre las terminales habilitadas, los sistemas de captura y control los proveen las propias empresas. Como se señaló antes, Boldt procesa tres cuartos de las apuestas y Tecnoacción, donde Cristóbal López es socio de la griega Intralot, un gigante griego de las apuestas online, el 11 por ciento.
Los tragamonedas mueven aquí mucho más dinero que en otras partes del mundo. En base a balances globales de Cirsa y Codere, un estudio de Martello precisa que en el primer trimestre de 2009 los ingresos por explotación de slots fueron de 93,4 millones de euros en la Argentina , contra 44,7 millones de euros en España. “Aquí ganan mucho más que en sus operaciones en España o Italia, y mucho más que en México, pese a que allá tienen más máquinas”, enfatiza.
Codere, que detenta 14 de los 46 bingos de la provincia y al 30 de junio pasado tenía instalados 5.043 slots, reportó que en 2010 pagó a la AFIP 192,3 millones en concepto de impuesto a las ganancias (lo que implica una ganancia antes de impuestos de 550 millones de pesos) y 18,7 millones de pesos de impuesto a las transacciones financieras (ergo, movió cheques por más de 3.100 millones).
Si la principal binguera de la provincia recibe 10 pesos de ingresos de juego por cada 100 que mueve en apuestas y tiene una estructura de costos que incluye, por caso, 4.550 empleados, cualquier proyección indicaría que en sus salas se apuestan no menos de 10.000 millones de pesos al año.
El concepto de “bingo” es, además, engañoso. El principal atractivo son los tragamonedas. En la provincia, las salas de “slots” permanecen abiertas las 24 horas del día. Las salas de bingo en sí abren en un horario más limitado.
En cambio, los slots están prohibidos en los cinco bingos porteños, que así compiten en desventaja con los 4.500 slots de Palermo (territorio “federal”, por ser propiedad de Lotería Nacional) y los casinos flotantes. Esto es, con Cristóbal López. Al respecto, el secretario gremial de Aleara, Ariel Fassione, dijo a plazademayo.com, que “hay 700 fuentes de trabajo en peligro”. El gremio y las empresas saben que, sin slots, los bingos porteños tarde o temprano deberán cerrar. Por eso quieren que la prohibición se revea.
Aunque de otro modo, la puja competitiva también se siente en la provincia. Preocupados por algunos síntomas de “ludopatía” (o adicción al juego, que en 1980 la Organización Mundial de la Salud declaró una “enfermedad emocional”), algunos concejales de Lanús propusieron que, en los días de semana, el bingo no abriera por la mañana. Pero el concesionario y el gremio los disuadieron con el argumento de que eso provocaría una migración de apostadores y beneficiaría a los bingos de partidos aledaños.
El modelo americano
La Argentina está recorriendo así el camino de competencia inter-jurisdiccional que se dio en Estados Unidos, meca del juego mundial. Hasta 1971, Nevada (donde está Las Vegas) era el único estado en que los casinos y centros de juego eran legales. Ese año, New Jersey rompió la exclusividad al habilitar un casino en Atlantic City, que con el tiempo se convirtió en la meca del juego de la costa este. Nuevos casinos se fueron habilitando cerca de los límites interestatales, para atraer más clientes. Y la puja se hizo imparable. Hoy el juego es legal en 48 de los 50 estados de la Unión; las excepciones son Utah, por la influencia mormona, y Hawai, un territorio de ultramar. A eso se suman las licencias de juego en 20 reservas indígenas, que terminaron por destruir cualquier vestigio de cultura aborigen.
La puja fundamental no es entre empresas, sino entre jurisdicciones, para capturar el ingreso fiscal derivado del juego, que usualmente se reparte en educación, seguridad, deportes. El sector gana así una “licencia social”, pues se supone que financia objetivos loables. Además, cultivan relaciones “comunitarias”. Y saben apostar a ganador. Por caso, desde que Codere auspicia a Banfield y Lanús, ambos equipos ganaron por primera vez el torneo de primera del fútbol argentino.
Un trabajo realizado por la consultora Pricewaterhouse Coopers para la industria global del juego (PwC’s Global Gaming Industry Outlook to 2014) precisa que EE.UU. detentaba en 2005 el 62 por ciento del volumen del juego global y proyecta que éste, que sobrepasó en 2007 la barrera de los 100.000 millones de dólares, superará en 2014 los 150.000 millones. Asia concentra hoy las grandes inversiones de los gigantes del sector, pero América Latina, desde una base aún pequeña a escala global, es el área de mayor tasa de crecimiento. El estudio precisa, además, que las apuestas online, fenómeno que ya despunta en la Argentina , será el gran “driver” en los próximos años.
Caos Regulatorio
En una entrevista para una publicación especializada, Carlos Fonseca, abogado peruano experto en juegos de azar, considera el caso argentino uno de los más complicados de Sudamérica. “Es un Estado Federal dividido en 23 provincias y la ciudad de Buenos Aires. Conforme al Artículo 121 de su Constitución, las competencias originarias en la autorización y control de los juegos no están ni en el Gobierno Federal ni en los municipios, sino en las provincias. Cada provincia y la ciudad de Buenos Aires deciden si es el propio Estado el que opera o lo hacen los privados a través de una concesión exclusiva o compartida. Por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires, su Constitución y la Ley 538 prohíben la participación de la empresa privada: a pesar de ello, están las salas de juego que operan las empresas Casino Buenos Aires S.A. e Hipódromo de Palermo S.A. en virtud de autorizaciones previas otorgadas por Lotería Nacional Sociedad del Estado. En la Provincia de Buenos Aires hay varios casinos estatales, por ejemplo, el Casino Central de Mar del Plata, pero también hay provincias en las que el Estado otorga una concesión exclusiva a una empresa privada, por ejemplo Córdoba, donde el operador es la empresa CET S.A., o Salta, donde en 1999 se estableció por decreto que la empresa pública ENJASA era la única autorizada a operar en la provincia y en el 2000 transfirió el 90% de sus acciones a una empresa privada, bajo una concesión exclusiva de 30 años”
Un problema, apunta Fonseca, es que “las provincias argentinas no están desarrollando normas técnicas o sistemas de homologación como Perú o Chile, y si no lo hacen de manera uniforme podrían generar caos. También hay problemas con los juegos que no son localizados, como los casinos online”. El cuadro descripto por el experto peruano favorece la expansión incontrolada del juego. Antes aún que coordinación regulatoria, no hay siquiera información consolidada. Lotería Nacional, cuyo titular, Roberto López, es un ex empleado del Banco de Santa Cruz, no sabe ni contesta.
En todo el mundo, los complejos de juego son uno de los canales más importantes de lavado de dinero (aquí, además, la resolución 1415/03 de la AFIP eximió a los locales de lotería, PRODE y quiniela de emitir facturas o tickets por las apuestas que toman).
Además de fomentar la competencia entre jurisdicciones, la Argentina transita también el camino de la “estimulación de la demanda”. Hay dos grandes modelos regulatorios, dice Fonseca. En Nevada, “los casinos funcionan las 24 horas, se permite el crédito, no hay restricciones de publicidad y se puede servir bebidas alcohólicas al jugador. El criterio opuesto rige en Londres: “los casinos tienen un horario más restringido y el crédito, la publicidad abierta y las bebidas alcohólicas están prohibidos”.
Nuestro país sigue la huella de Nevada”. En las gigantescas instalaciones de Palermo los cajeros automáticos están en la antesala de las zonas de baños, hay publicidad abierta y bebidas alcohólicas. Y de noche, show, como al menos una noche por semana en casi todos los bingos del país.
El factor “recreación” o “esparcimiento”, que las empresas repiten tanto como huyen de la palabra “apuesta” (igual que en EE.UU., donde se identifican con el “gaming” y abjuran del “gambling”), es uno de sus atractivos. Por Palermo o cualquier bingo o casino bonaerense desfilan artistas amortizados pero atractivos al público femenino supra-50, como Sergio Denis u Osvaldo Laport, o tributos a bandas ochentosas, como Abba. Actúan en salones kitsch (mucho terciopelo, mucho rojo y bordó, bastante dorado), que son un remanso comparado con la estética de las salas de juego, donde la luz borra el tiempo y los slots titilan nombres como Sex & the City, Cleopatra II, Da Vinci diamonds, Russian treasure, Lotus flower, Stinkin’ rich, Price check, Life of luxury, Wonderful 50s, Pharao’s Fortune, Double dollars, Helen of Troy, Rembrandt (y Renoir, y el artista que le guste) riches.
Sí Toca Botón
Detrás de la aparente variedad, sin embargo, todo se reduce a pulsar un botón y esperar la suerte. Algunos arguyen que los slots son un pasatiempo barato, porque los “créditos” de juego valen 2 centavos. Pero lo más frecuente es que la apuesta mínima sea de cincuenta créditos. Y apretar el botón es un ejercicio fácil, repetitivo, adictivo.
“Yo me hice adicto cuando pusieron el casino a 20 minutos de mi casa, por autopista”, dice Julio P., 50 años, de “Jugadores Anónimos”. Julio, que vive en Castelar, se refiere a los casinos flotantes de Puerto Madero. “Antes era un jugador social; cada tanto íbamos con mi esposa un fin de semana a Gualeguaychú: parábamos en el hotel Los Angeles, hacíamos playa en Ñandúbaysal (la playa del conflicto por la pastera Botnia), cenábamos en un lindo lugar y después íbamos al Casino”, recuerda.
Con el casino a tiro, Julio cayó en la adicción y durante diez años, de sus 37 a 47, rodó cuesta abajo. “Cuando había paros en los casinos flotantes, llamaba todo el tiempo a ver si el paro se había levantado; lo único que quería era jugar”, recuerda. Hace tres años buscó ayuda y la encontró en Jugadores Anónimos, que se rige por el método de Alcohólicos Anónimos. En vez de “ni un trago más”, el lema es “ni una apuesta más”.
Hoy Julio participa en la organización, que tiene 70 “grupos” en todo el país. A una reunión promedio asisten “entre 25 y 30 hermanos”, precisa. El primer grupo, bautizado “Nacimiento”, se formó en 1985 y funciona en una iglesia adventista en Maipú y Corrientes, pleno centro porteño.
Julio todavía se asume como “un jugador”, que debe pelear cada día contra su adicción. Las publicidades que muestran jóvenes lindos y sonrientes jugando a la ruleta o en los slots, dice, son una gran mentira. “El que está sentado frente a una máquina no está feliz”.
Fassione, el secretario gremial de Aleara, el sindicato de trabajadores del juego, cree que el tema de la ludopatía está siendo exagerado. Naturalmente interesado en la expansión del empleo en el sector que representa, precisa que la ludopatía afecta a “apenas el 3 ó 4 por ciento de la población”. Si así fuera, serían entre 1.200.000 y 1.600.000 personas. Multiplicada por su incidencia familiar, la ludopatía afectaría así a cinco millones de personas o más. De hecho, entre 2001 y el año pasado, las consultas por ludopatía al servicio de adicciones del Hospital Álvarez (en Capital Federal) se quintuplicaron y en la provincia de Buenos Aires aumentaron 800 por ciento.
De vuelta, Estados Unidos sirve de guía. Varios estudios sobre el juego detectaron que a partir del séptimo año de la instalación de centros de juego en una zona, el número de quiebras personales y casos de violencia familiar y la tasa de divorcios y de criminalidad aumentan perceptiblemente.
Lo que viene
La Argentina avanza alegremente por ese camino. Y hay indicios que la expansión del juego se acelerará en los próximos años.
Noviembre será una muestra al respecto. Del 9 al 11 se realizará, en Costa Salguero, SAGSE 2011, una feria mundial de proveedores de la industria del juego, en que los principales proveedores exhibirán sus nuevas creaciones, diseños y sistemas de “captura”. Y el 24 y 25 se reunirá en El Calafate (el “lugar en el mundo” de Cristina Fernández) la 55º Asamblea Extraordinaria de representantes legales de ALEA (Asociación de Loterías, Quinielas y Casinos de la Argentina ). Cristóbal López oficiará de anfitrión y auspiciante. Otro auspiciante es Boldt Gaming, que procesa el 74 % de las apuestas de la Argentina.
Más importante aún, a partir de ese mes el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, tendrá las manos libres para renovar varias concesiones pendientes, como las del casino Trillenium y varios bingos bonaerenses. Entre 2012 y 2014, por caso, vencen las licencias de los bingos de Berazategui, Hurlingham, Ramos Mejía, Morón, Adrogué, Ramallo, San Clemente, San Miguel, Solano, Laferrere, Necochea, Pilar, Quilmes, San Justo y Luján, cuya intendenta, Graciela Rosso invocó varios intentos de suicidio de ludópatas arruinados y pidió en vano el cierre del bingo local.
Scioli y sus antecesores han defendido la supuesta potestad del Instituto Provincial de Loterías y Casinos (IPLyC) para proceder por simples resoluciones. Martello y otros diputados piensan, en cambio, que el tema debería pasar por la Legislatura provincial, o convocarse a licitación internacional. El gobernador reelecto también deberá resolver su respuesta a los ímpetus de Cristóbal López, que quiere llevar sus slots a los Hipódromos de San Isidro y La Plata. Hasta ahora, esos planes fueron frenados por influencia de la Iglesia.
Otras dos vetas promisorias para la industria son las apuestas deportivas y online. La reelección de Julio Grondona al frente de la AFA , en un noveno mandato de cuatro años, le da nuevas chances a su proyecto de avanzar con una variante del languideciente PRODE. Los PROnósticos Deportivos, en manos de Lotería Nacional, recaudan aquí apenas un millón de dólares al año, contra 20.000 millones que mueven en el mundo. El gigante mundial en la materia es BWin, una empresa austríaca que ya recibió una licencia para operar en Misiones y apuesta fuerte al juego on-line.
Misiones, al igual que Entre Ríos, es un distrito pionero en el desarrollo del juego. En la provincia de la tierra colorada se da también la confluencia macrismo-kirchnerismo. Cristóbal López tiene allí tres casinos, uno de ellos en Garupá, donde durante varios años mantuvo domicilio legal Mauricio Macri, producto de su amistad con el ex gobernador y senador Ramón Puerta.
En el país ya operan tres sitios de apuestas online: www.formoapuestas.com.ar (funciona con un permiso del Instituto de Asistencia Social de Formosa), www.vcapuestas.com.ar y www.ar.888.com. Bwin tuvo habilitado su sitio un par de meses, pero la justicia porteña lo obligó a cerrarlo tras una denuncia de Aleara, que hizo apostar a un menor para demostrar que su sistema de seguridad era muy vulnerable. “Es una tendencia muy peligrosa”, dice Fassione, el secretario gremial, de las apuestas online, que pondrían en peligro el nivel de empleo en el sector. “Es muy difícil de legislar y controlar”, argumenta.
Los problemas jurisdiccionales no son menores. Gracias a un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, a partir de 1994 Antigua & Barbuda, una isla caribeña, se convirtió en una meca de las apuestas online. Muchos gigantes del sector tienen su sede allí, así como muchos bancos operan desde paraísos fiscales como las islas Cayman. Tal fue la dinámica, que algunos estados norteamericanos entraron en conflicto con Vieja & Peluda.
Por si las moscas, quien ya está preparado para la movida etérea es el infaltable Cristóbal López, que se asoció en la firma Tecnoacción con la griega Intralot, un gigante mundial de los sistemas de captura de apuestas online. Y Cristóbal siempre apuesta a ganador.
Los pequeños Cristobalitos
Además del encumbramiento de los grandes del sector, como Cristóbal López a través de Casino Club y otras sociedades, las gigantes españolas Cirsa y Codere, y Boldt, de la familia Tabanelli, la explosión del juego permitió el surgimiento de algunos zares regionales, que dominan sus provincias y, mediante hábiles asociaciones, se van proyectando en la escena nacional.
Un caso particular es el de Daniel Mautone, el dueño del juego en Entre Ríos, donde detenta una lucrativa sociedad con los Tabanelli en el casino de Victoria. Además, está asociado con otro binguero ascendente, Daniel Angelici, el hombre del macrismo para retomar la conducción de Boca Juniors, en los bingos de Ramallo y Pergamino, en la provincia de Buenos Aires. Mautone y Angelici también se unieron en Bingo Horse, la empresa que crearon para criar caballos de carrera y administrar hipódromos (los “racinos”, fusión entre casinos y apuestas burreras, una creación de la industria del juego de EE.UU., fueron adoptados con entusiasmo en la Argentina ) y en Desarrollo Maipú, para administrar activos del juego en Mendoza.
Además de con su habilidad u osadía, el crecimiento de los Cristobalitos tiene que ver con las más o menos permisivas políticas del juego de los gobiernos provinciales. No es casual que Mautone haya surgido en Entre Ríos, o que en Misiones se intersecten tantas movidas corporativas.
El semanario Análisis, que dirige el periodista Daniel Enz, le calculó a Mautone una fortuna de 200 millones de dólares. Su gran “visión” fue el casino de Victoria, por la apertura del puente Rosario-Victoria. Mautone dice que que lleva invertidos allí unos 100 millones de pesos. Una apuesta muy grande, para la cual se asoció con Boldt.
Según Análisis, el Instituto de Ayuda Financiera a la Acción Social (IAFAS), la agencia del gobierno de Entre Ríos que administra el juego en la provincia, ya decidió renovar por 50 años la licencia del Casino Victoria. Además, recientemente renovó varias licencias más, algunas de ellas hasta el año 2036.
Mautone fundó también Corporatone Technologies, para fabricar máquinas de juego, un subsector que domina Boldt, seguido por TecnoAcción, la sociedad en que Cristóbal López es socio minoritario de la griega Intralot, uno de los gigantes mundiales de la tecnología del juego y las apuestas online.
El “Tano” Angelici, en tanto, administra a través de Betec los casinos de Uspallata y Tupungato, en Mendoza, y de Cronopios los bingos de Villa Allende, Villa María y Río Cuarto, en Córdoba. Es dueño de Madero Tango, sitio porteño muy concurrido por turistas extranjeros en busca de una “experiencia tanguera”, e hizo ruido cuando renunció a la comisión directiva de Boca, en desacuerdo con el contrato millonario que el club acordó con Juan Román Riquelme (3).
Angelici es el empresario que peor se lleva con Aleara, el sindicato de los trabajadores del juego. “Es un tipo que excede todos los límites: amenaza, usa información de inteligencia, te hace seguir”, dijo a plazademayo.com el secretario del gremio, Ariel Fassione.
Durante mucho tiempo, Angelici se negó a reconocer la competencia de Aleara, porque alegaba que sus empleados debían encuadrarse en el gremio de los “espectáculos públicos” y no en el del juego. Pero, según Fassione, ya resignó ese argumento legalmente indefendible. Ahora, Aleara está negociando los convenios para los empleados de los bingos de Ramallo y Pergamino, que Angelici tiene en sociedad con Mautone. “Con Mautone se puede negociar, Angelici es un tipo nefasto”, concluye Fassione.