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El techo del mercado

Por Marina Dragonetti (@misantapeluca)

Creciente desfasaje entre mercado laboral y demanda de educación superior. Frente a la carencia de información vocacional y de una política sistemática de orientación, muchos estudiantes se equivocan.

 

Recientemente, el Ministro de Educación, Alberto Sileoni destacó “el incremento presupuestario en el sector universitario”, como parte de una política que tomó el compromiso de aumentar la participación del sector educativo en las carteras presupuestarias. En efecto, la creciente inversión -que pasó de los 10 mil millones de pesos en 2010, a 12 mil millones para este año-, es una realidad. Sin embargo, cómo repercute ese gasto en términos de calidad y eficiencia, es otra cuestión. La planificación de la educación superior respecto de la oferta en el mercado laboral es una problemática que aún no ha sido abordada. Hace ya por lo menos cinco años, se registra un proceso de creciente desfasaje entre volumen de matrículas e inserción de profesionales en diversas ramas.

 

Actualmente, el 60% de los avisos corresponden a puestos en producción e ingeniería, seguidos por administración y finanzas e informática y tecnología, precisamente ramas que no se cuentan entre las más populares para los estudiantes. Exceptuando el caso de las carreras relacionadas a Economía y Administración en las que existe una correspondencia entre matrículas y puestos de trabajo, los datos del Ministerio de Educación confirman esta tendencia. Según los índices de dicho organismo para el año 2009 -las últimas estadísticas publicadas-, las carreras con mayor cantidad de egresados por año eran Economía y Administración (20624), seguida por Derecho (13631), Medicina (7824) y Educación (5687). Así, se verificaba cómo las profesiones más tradicionales continuaban ganando terreno frente a disciplinas que como Ingeniería (5083) o informática (3067) mantienen un peso creciente en el modelo económico nacional.

 

Según Pablo Molouny, gerente general de Trabajando.com, esta tendencia se explica por “un cambio de modelo económico, donde existe un modelo claramente industrial, con la generación de puestos de trabajo técnicos y un mercado que estaba preparado o viviendo el boom del mercado de los servicios”. Carreras que no eran valoradas o tenidas en cuenta con anterioridad, tienen ahora una importancia estratégica para industrias en expansión, lo que genera una serie de consecuencias indeseadas en algunas áreas como la de sistemas en la que existe una deficiencia de 10000 puestos de trabajo y en “donde la falta de recursos produce dos consecuencias muy malas para el mercado: la primera es la limitación en el crecimiento de estas industrias (porque) las industrias no tienen los profesionales necesarios para poder crecer en lo que deben crecer en las tasas interanuales y, en segundo lugar, que esta tensión que existe en el mercado por la falta de recursos calificados, produce una competencia muy férrea entre las compañías y entre los proyectos por esta gente, generando el segundo efecto indeseado, que es el calentamiento del mercado a nivel salario, y sucede que durante un año, diferentes proyectos se roban a la misma persona en respectivas oportunidades, con el crecimiento salarial que significa mejorar la oferta actual todo el tiempo”, advierte Molouny.

 

Esta tendencia, lejos de revertirse, continúa a un ritmo acelerado y se presenta como problemática insistente entre los estudiantes. Como explica Alicia Cibeira -directora del Departamento de Orientación Vocacional de la Universidad de Buenos Aires-, una de las principales preocupaciones de los jóvenes a la hora de elegir una carrera tiene que ver con la salida laboral. Sin instancias de asesoramiento adecuado y de información vocacional “un número importante de jóvenes llegan al momento de elegir sin haber tomado el tiempo necesario para reflexionar sobre la carrera a elegir y sin los elementos o herramientas necesarias para una adecuada elección”, opina Cibeira. Como resultado, muchos adolescentes optan por “lo más seguro y familiar y eligen carreras tradicionales, ya que valorizan el prestigio social de las mismas o una promisoria salida laboral tantas veces ilusoria”, continúa la especialista.

 

Una elección inadecuada, no solo implica años de estudio en la carrera equivocada, que en muchos casos termina en la deserción o la alternancia entre diversas disciplinas. Además tiene sus consecuencias a nivel de eficiencia y presupuesto. Según los datos aportados por el Ministerio de Educación, en 2009 el porcentaje de egresados en todas las universidades públicas del país, con respecto al total de estudiantes era del 25,72%, contra un 41,28% de egresados en las universidades privadas. Tomando en cuenta el incremento de inscripciones que se produjo en los últimos años, estas cifras significan que más de la mitad de los estudiantes que se inscriben en una carrera de alguna universidad pública no llegan a finalizar sus estudios.

El tiempo es otro factor que incide a la hora de optar por una alternativa vocacional más pragmática. Algunas universidades han incorporado ofertas de carreras “express” que aseguran una rápida inserción al mercado laboral. Por otra parte, instituciones privadas como la Universidad de Palermo o la Universidad Tres de Febrero, se han convertido en punta de lanza de nuevas especialidades relacionadas al diseño, ingeniería, bioinformática, logística y sistemas; ampliando su currícula para satisfacer las necesidades de un mercado en expansión.

Frente a un 60% de puestos de trabajo que requieren formación secundaria, terciaria o universitaria, los esfuerzos por ofrecer una política tendiente a orientar a los estudiantes con miras a fomentar la incorporación de nuevos profesionales y a un crecimiento económico sostenido, se limitan a intentos dispersos y destinados a áreas muy específicas. Si bien la Ley de Educación señala el derecho de los jóvenes a recibir orientación durante la escuela media, “no existe una posición sistemática de parte del estado para la implementación de este derecho”, comenta Alicia Cibeira. Con respecto a la detección temprana de talentos y el apoyo a ciertas áreas de conocimiento, la especialista opina que la realización de Olimpiadas de disciplinas como Matemática o Física y el otorgamiento de Becas son dos herramientas que van en un sentido positivo, pero en cuanto a una medida sistemática por parte del estado advierte que actualmente “no existe una política consistente en detectar talentos” entre los estudiantes.

 

 

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