Por Luis Gasulla
El periodismo, la filiación política de los comunicadores y los incrementos notables de patrimonios de funcionarios en un imperdible contrapunto entre Edgardo Depetri y Mariano Obarrio.
Al conocerse los datos definitivos del resultado electoral de las primarias abiertas realizadas el 14 de agosto pasado, el discurso del ministro del Interior, Florencio Randazzo, estuvo dedicado tan solo tres minutos a reconfirmar los datos del escrutinio y un período mucho mayor a cuestionar a los medios “hegemónicos” –Clarín y La Nación-. Esta vez, el motivo no era hablar de Papel Prensa, el ADN de los hijos de Ernestina Herrera de Noble o la mar en coche. No. La cuestión era expresar su malestar personal y, seguramente de la Presidenta de la Nación, porque los citados medios habían publicado notas de políticos opositores que hablaban de la posibilidad de un fraude electoral. “Fueron irresponsables” y afirmó que estos medios son los mismos que hace 25 años atentan contra la democracia. Un periodista no dejó pasar las graves acusaciones y se animó a contestarle cara a cara al ministro. Su nombre: Mariano Obarrio. El trabajador de prensa que cubre Casa Rosada desde hace diez años hizo poner colorado a Randazzo y lo dejó en offside.
En la misma sintonía que el Ministro del Interior –que, se rumorea, está en una lucha descarnada por ser el próximo jefe de gabinete de la Nación cuando deje vacante el cargo Aníbal Fernández, quien ya se apresta para ocupar una senaduría– estuvo el diputado Edgardo Depetri, de una vasta experiencia sindical dentro del Frente Transversal y Popular. (Hoy, el Frente para la Victoria, espacio en el que De Petri convive con Randazzo ,está más verticalista que nunca y la palabra transversalidad es un cómico recuerdo). En diálogo telefónico, Depetri aseguró a este cronista que “sería bueno que los periodistas digan a quién votan, todo ciudadano puede decir a qué intereses representa”. La charla con el diputado continuó sobre otras cuestiones como averiguar en qué consiste la, tantas veces, mencionada profundización del modelo, el acercamiento al sector agrario e industrial y el aumento del patrimonio personal de los ministros y de la presidenta. En este último tema, la temperatura del diputado aumentó: me pidió que “levantara la puntería con las preguntas”. “Si me llamás para estas cosa, no me llamés más”, dijo.
Consultado acerca de la sugerencia de Depetri de dar a conocer el modo de votar de los periodistas, Mariano Obarrio se preguntó: “¿Por qué le tendría que decir a Depetri o a Randazzo a quien voté? ¿Acaso el voto no es secreto como dice la Constitución Nacional?” Obarrio analizó el espectro actual del periodismo y de los medios en la Argentina y señaló que ni siquiera, irónicamente, se puede hablar de que La Nación o Clarín sean medios hegemónicos, aún menos monopólicos pues existe una enorme cantidad de medios. Muchos de ellos, según el periodista, “responden al Estado” y hoy “muy pocas radios se salvan de ser, de alguna manera u otra, controladas o influidas por el gobierno nacional”. La explicación del enojo oficial reside, según Obarrio, en que “buscan atacar a dos medios que no han podido controlar por publicar una denuncia publicada en todos los diarios”.
Ahora bien, ¿la acusación se realiza para alimentar a los medios cercanos al gobierno y darles un posible eje de discusión en una agenda que debe excluir, cueste lo que cueste, la corrupción, la inflación, la inseguridad, la desigualdad social, los escándalos relacionados con Sergio Schoklender, el juez Eugenio Zaffaroni o la represión en Jujuy, Formosa, Parque Indoamericano o en protestas sindicales opositoras como la que le costó la vida a Mariano Ferreyra? ¿De qué pueden hablar tantos medios? Primera opción: de las obras del gobierno y los discursos de la Presidenta, lo cual es sinónimo de disminución del rating y de la tirada de venta de ejemplares de diarios y revistas. Segunda: de periodistas, conductores televisivos, difuntos próceres de la caja boba y así crear nuevos enemigos que puedan defenderse y contestar (posibilidad que va de Jorge Lanata a Graciela Alfano, pasando por Samuel Chiche Gelblung) a los que lo observan desde el más allá (Tato Bores a Ernesto Sábato pasando por René Favaloro). Todo se cuestiona en el periodismo oficialista excepto ellos mismos.
¿Y el otro periodismo, si es que el oficialista puede calificarse aun bajo esa categoría? Para Depetri, hay que terminar “con el mito de periodismo independiente”. Obarrio discrepa: “somos ecuánimes, equilibrados y también independientes”. ¿Independientes de qué? ¿Dependientes con qué? Obarrio va más allá y se pregunta: “¿Si nosotros hacemos una nota o un reportaje a Depetri nos transformamos en operadores del diputado, o de Randazzo?Se lo dije al ministro: cuando publicamos en Clarín o en La Nación que un integrante de la Corte Suprema no coincide con que hubo fraude, eso le gusta al gobierno, ¿qué significa? ¿Qué Clarín está jugando en contra de la oposición? Ellos quieren jugar a que no exista el periodismo independiente porque quieren manchar al resto del mal que ellos le imprimen a sus propios periodistas.”
Hagamos una prueba. En lo personal, nadie me dice qué preguntar aunque soy dependiente de mis propias ideas. Quería conocer, honestamente, si un diputado como Edgardo Depetri cree que un trabajador argentino puede aumentar su patrimonio en un 64% en un año. Su respuesta no me convenció. “¿Por qué no?”, me preguntó Depetri. Si un entrevistado responde una pregunta con otra pregunta, hay que dudar. Pero el diputado fue más allá: “Si pudo Boudou, puede cualquier trabajador. Cada uno explica su patrimonio ante su familia, no se hace campaña con eso”. Le pedí ejemplificar e ir a sumas concretas. El tono de voz disminuyó hasta volverse inaudible. “¿Cuánto gana usted?”, pregunté. “15 mil. Más o menos”, fue la respuesta. ¿Será más o menos?
Obarrio cree que en la coyuntura actual: “el gobierno quiere darle una señal a todos los sectores de la sociedad y es que ellos no van a permitir la información que no puedan controlar. Lo hicieron con las consultoras privadas por difundir índices de inflación que estaban reñidos con los del INDEC. Es una advertencia y una amenaza al mismo tiempo”. Así lo siente Obarrio. Depetri se pregunta de qué prensa independiente le hablo y de qué temores hablan estos tipos que responden a intereses dominantes.
Cuando comencé a estudiar la carrera de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires, en su orientación periodística, jamás se plantearon cuestiones concretas como la que sufrió Obarrio. ¿Qué haría un joven periodista ante las acusaciones de un ministro de un gobierno con tanto poder y autoritarismo como el actual? En ese momento, los noventa se agotaban, la carrera era el boom del momento. Todos queríamos investigar y nuestros modelos a seguir eran Horacio Verbitsky y Jorge Lanata. Hoy el periodismo se debate interna y externamente. Hoy se ha instalado en gran parte de la sociedad que el periodista que investiga tiene intereses sucios y ocultos. Mientras tanto, la verdad se encuentra en terapia intensiva. Pero, ¿cuál verdad?
Yo quiero ganar lo q gana Depetri, aumentar mi patrimonio un 64% cómo Boudou, pero soy muy pelotudo, y boquearla cómo Randazzo. No me queda otra q laburar toda la semana por la mitad de la guita y aspirar a comer un asadito al mes. No sean boludos cómo yo, y dedíquense a la política, marcan tarjeta un par de años y se salvan para toda la cosecha.