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Un nombre que retumba en Castañares

Por Luis Gasulla

¿Quién es Marcelo Chancalay? Hombre vinculado al programa Sueños Compartidos de Madres de Plaza de Mayo. Presunto organizador de la toma del Indoamericano. Su empresa se haría cargo de obras que dejó la Fundación tras su quiebra.

 

 

-No recuerdo el nombre, es muy conocido, morocho, siempre está metido con todos los gobiernos. Mi informante dentro de la obra de Castañares no se equivoca. Avizoró los problemas estructurales del plan Sueños Compartidos encabezado por la Fundación Madres de Plaza de Mayo, me anticipó una salida conflictiva de su apoderado, Sergio Schoklender, y la conflictividad interna que despertaría. “Para bien o para mal, la tenía clara, conocía cada detalle de la Fundación”, concluye tras una extensa charla en donde me comenta algunos extraños movimientos en el obrador.

 

Castañares ganó visibilidad en las últimas semanas porque un grupo de trabajadores cortó la General Paz a la altura de la citada obra -un proyecto de 780 viviendas concluido en un 70%- en no menos de tres oportunidades.
El 11 de julio de este año, en uno de los momentos más tensos desde la salida de Sergio Schoklender de la Fundación, más de 350 personas, trabajadores, familiares y algunos empleados despedidos como Benicio y su hermano de nacionalidad boliviana quienes fueron presentados por varios noticieros como los líderes del corte, cortaron ambas manos de la General Paz por más de seis horas. La Gendarmería y la Prefectura estaban avanzando cuando los manifestantes decidieron ingresar a las obras y tomar las viviendas. No pudieron. Cuando llegaron a las inmensas rejas que separan al “barrio” de la calle colectora y rompieron uno de los candados, “Pocho” Brizuela y cinco a siete matones, impidieron el ingreso. Ese día “Pocho” afirmó ante este cronista palabras que fueron reproducidas por los medios televisivos capitalino afirmando que “Hay una falta de pago que es general. Por el escándalo pasó esto. Pero, ¿les parece destruir todo esto que hicimos con tanto esfuerzo? Busquen representantes y los llevamos con Fatala”. “¿Hebe sabe de todo esto?”, le pregunto. “Yo pienso que sí, pienso que sí”.

 

Ese día, Pocho, se defiende ante los trabajadores afirmando que, al aparecer en los diarios, había sido despedido. Falso. Se siguió manejando como amo y señor dentro del obrador y hasta movió sus hilos para quedarse con el manejo tentando a varios de los trabajadores y diciéndoles que tenía el respaldo oficial.

 

Ese día otro reconocido dirigente social de la zona merodeó el corte con sus hombres. Cuando lo reconocí, le comenté a los movileros allí presentes que sería conveniente que lo registren. No lo hicieron. Se quedaron únicamente con la imagen del recientemente mediático Pocho. El hombre en cuestión era Marcelo Chancalay. Ese día, pude charlar unos minutos con el hombre y esto me dijo mientras llovían insultos contra Pocho: “Tengo una amistad aparte, pero no tengo nada que ver con él. En la 20 (en referencia a la Villa 20) estamos esperando que se abra desde hace años las obras de las Madres”. Los allí presentes no quieren saber nada con su presencia pero mueve a sus hombres e informa que está llamando a Abel. Presencio y escucho varias llamadas con ese tal Abel quien le contesta que dispondrá de dos autos para que “levante algunos referentes” y los lleve para el ministerio. Abel es Fatala, el hombre nexo entre la Fundación y el gobierno nacional a cargo de una subsecretaría de obras públicas en el ministerio presidido por Julio De Vido.

 

Chancalay expresa su parecer sobre el escándalo: “Cuando cae, y algo tan grande, hay un montón que les salpica. Si el tipo cagaba, entran en la mugre de los demás. Schoklender hizo mil cagadas”. ¿Hebe sabía? “Y… no sé”.

 

A Chancalay se lo mencionó junto con el famoso “Comandante” Rodríguez como aquellos que estuvieron detrás de la toma del Parque Indoamericano en diciembre pasado. Por debajo de la presencia mediática de Alejandro “Pitu” Salvatierra, quien llegó al Parque cuando la toma estaba en un punto intermedio, Chancalay se manejó en las sombras. El dirigente de la Villa 20 del Movimiento Darío Santillán, Diosnel Pérez, lo acusó en varias oportunidades por amenazas, persecución y hasta un intento de asesinato. Chancalay, un ex boxeador de 50 años con una vida de película sobre sus espaldas, dice que “Pérez dice pavadas y que tendrá problemas con la justicia por hablar de más”.  Luego de pelear por el título argentino y retirarse del boxeo en 1991 para dedicarse a la política barrial, Chancalay va por más. Mucho más. Algunos lo asocian con políticos fuertes de la zona sur del macrismo como Cristian Ritondo, otros con el kirchnerismo más conservador pero Marcelo es un pragmático y se define como “un tipo con identidad peronista”.

 

Respetado y temido, Chancalay se puso al frente hace unos años de la Mutual “Futuro para todos”, lidera dos cooperativas que aglutinan a 100 personas y trabajó para la UGIS, un engendro de Macri que administra y nuclea los programas en las villas. No se quedó ahí. Creó el polémico “Villa Tour”, unos paseos por el barrio para turistas argentinos y extranjeros para “dar una vuelta por los barrios”. El modelo lo copió de los característicos city tour que guías realizan por las favelas de Río por un costo superior a los 1000 dólares. Pero el punto que une los lazos entre la Fundación de Madres de Plaza de Mayo, sus vínculos con el gobierno nacional y su presencia en aquel corte es que también es titular, junto a su hijo Marcelo Alejandro –que juega al básquet en San Lorenzo– de la empresa Mach Construcciones SRL.
La historia vuelve a su punto original. Al concluir la semana, la Fundación presentó la quiebra y algunos trabajadores fueron notificados que las obras quedarán a cargo de algunas cooperativas. Pocos conocen quiénes están detrás de estos sellos y mini empresas. El nombre de Chancalay retumba entre los pasillos del obrador Castañares. Too Mach…