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Globos, fiesta y neoliberalismo

Por Pedro Lacour (@pedrolacour)

El autor aporta algunas reflexiones sobre las elecciones de la ciudad y la política macrista.

 

El búnker del PRO se vistió, nuevamente, con decenas de globos de colores llamativos e irreverentes sonrisas impresas en ellos. Pareciera ser que la estrategia empleada por el asesor de imagen ecuatoriano Durán Barba dio sus frutos y Macri, fiel a su estilo, se dispuso a disfrutar de la victoria bailando algún que otro tema de cumbia junto a su compañera de campaña María Eugenia Vidal. Visto desde esta perspectiva el espectáculo no difiere en demasía de una fiesta de cumpleaños de quince, o de un casamiento. Sin embargo, cuando uno se da cuenta, ya sea a través de un tercero o por un instante de inusitada lucidez individual, que está en presencia de un acto político de derecha las risas se transforman en tristezas y la indignación comienza surgir.

La década de los 90’s en la Argentina se parecía mucho a un búnker macrista: mientras los políticos elegidos por la mayoría de los electores bailaban su fiesta, millones de argentinos perdían sus trabajos y la pobreza comenzaba a corroer un país lastimado por años de mala praxis económica y por un Estado despreocupado de la situación acontecida a su alrededor. Los ricos, cada vez más ricos, contentos; los pobres, cada vez más pobres, decididos a hacer lo que sea por llevar un trozo de comida a sus hogares y poder dormir con menos dolor de panza que el día anterior. El neoliberalismo fue lo que terminó de delinear a la sociedad que tenemos ante nuestros ojos, y que muchos no se atreven a mirar. Hoy Buenos Aires es la principal exponente del neoliberalismo en la Argentina, y Mauricio Macri su personificación.

 

 

Macrismo y derecha, ¿metamorfosis o enmascaramiento?

 

Si bien el PRO se autodenomina la nueva política, lejos está de serlo. Su transparencia se desvanece en el momento mismo que se comienza a ahondar en sus interpretaciones de la política y como es que ésta es llevada a adelante: procesamiento de Macri por escuchas ilegales, designación de un ex represor -y también procesado- como jefe de la policía Metropolitana, campañas electorales sucias, existencia de grupos que desalojan indigentes en las calles, y demás cuestiones que hacen a la lista casi interminable. Como consecuencia, al macrismo se le cae la máscara de la pureza y deja ver sus arrugas reaccionarias.

Por otro lado, en las últimas elecciones acontecidas en Santa Fe, la alianza con el peronismo de derecha fue fundamental para que el candidato por el PRO, Miguel Del Sel, pudiese conseguir la sorprendente cantidad de votos que obtuvo. Eduardo Duhalde, prototipo de la vieja política argentina, le cedió su aparato partidario a Macri: ¿puede alguien llamarse nueva política luego de esto? Otra máscara que se cae y demuestra que la derecha argentina está intácta y es la misma, lista para ir al frente cuando sus intereses -y los de los más ricos- se vean en peligro.

 

 

 

El kirchnerismo y sus políticas que dan pie

 

Sin embargo, lejos estamos de que los intereses de los ricos argentinos estén en peligro. ¿Existieron cambios sociales profundos en la Argentina más allá del crecimiento económico inevitable de un país al que la crisis lo había llevado a la condición, particular, de no poder caer más? El kirchnerismo -que se presenta como el peronismo de izquierda actual- luego de superar el déficit económico, se dedicó a la preservación de un modelo similar al llevado adelante por el neoliberalismo de los 90’s, con el único mérito de una recuperación del rol del Estado como garante de algún que otro beneficio social -Asignación Universal por Hijo, por ejemplo- aunque manteniendo los niveles de pobreza iguales o por encima de aquellos años -los números lo indican: 26% en 1997 y 30% en 2010.

Un cambio real en la sociedad y en la economía vendría a través de la modificación profunda del sistema impositivo: aumentar los impuestos progresivos -como es el caso del impuesto a las ganacias de los que más tienen- y disminuir, o eliminar, los regresivos -como el IVA, que es el impuesto con en el que más dinero recauda el Estado y que perjudica a las clases con menos poder adquisitivo ya que es de carácter indiscriminado-. El problema es que, para hacerlo, se tendrían que tocar intereses y esto al gobierno kirchnerista, valga la redundancia, no le interesa -y si le interesó alguna vez lo hizo torpemente, como al querer aumentar las retenciones al campo en el 2008.

Esta liviandad con la que la autodenominada izquierda -el kirchnerismo- se toma a la cuestión social, lo único que hace es dar pie a una derecha que se fortalece y se agranda a medida que pasan los años. Mauricio Macri, el más claro ejemplo.

 

 

 

Comments

  1. Martin says:

    buuuuuu!!!! la derecha! que mierdo!…