Por Ramiro Lombardi
Tienen cargos en el Gobierno, manejan presupuestos millonarios, y se perfilan para integrar las listas de legisladores provinciales y nacionales. Debutaron con el comicio en Salta y obtuvieron un senador, un intendente y 24 concejales. Qué les depara a los miembros de la mesa chica de la agrupación juvenil.
Cuando Ivan Heyn era presidente de la Corporación Puerto Madero solía frecuentar el restaurante italiano Carletto, en Olga Cossettini. Aparecía todos los mediodías con un grupo de colaboradores, porque tenía “canje”, es decir, comía gratis. Pasaba unas tres horas en el lugar. Después de un largo tiempo en la Corporación fue designado como director en representación del Estado en la empresa Aluar.
Heyn tenía una pequeña historia militante. Había surgido de la agrupación universitaria Tontos pero No Tanto (TNT) que le ganó el centro de estudiantes a Franja Morada en Económicas de la UBA.
Heyn tiene 33 años, es economista, y tiene una carrera prometedora como funcionario, si es que el kirchnerismo continúa más allá de 2011. Es que integra La Cámpora, una agrupación que, aunque no fue creada por Máximo Kirchner -como se instaló en el mito popular-, es apadrinada por el hijo de la presidenta Cristina Fernández y tiene cada vez más influencia en el gabinete.
El ex presidente Néstor Kirchner les había ordenado a los miembros de la mesa chica de La Cámpora que aglutinaran a la juventud que estaba cautivada por las ideas de confrontación del Gobierno, como la batalla contra el campo, la Ley de Medios y la política de Derechos Humanos.
Tras la muerte de Kirchner, Cristina le dio un impulso notable a los camporistas. Les abrió cargos en todas las líneas del gabinete y los empezó a medir, con encuestas, para integrar las listas de legisladores, con la mira puesta en la elección de octubre. Aunque los “pibes K” ya empezaron a meterse en los comicios provinciales. Durante la elección en Salta, La Cámpora logró colocar un senador provincial, Sergio Payo, un intendente y 24 concejales. Y no es todo: tiene más de diez candidatos a jefes comunales en la provincia de Buenos Aires. El 7 de mayo será el primer lanzamiento de uno de ellos: el turno le tocará ese día a Leonardo Lignazzi, que pretende competir por el sillón municipal de Zárate. Le seguirá a la semana siguiente Juan Ustarroz, hermano adoptivo de Eduardo “Wado” de Pedro –uno de los cerebros de La Cámpora- que se postula para la intendencia de Mercedes. También Marina Moretti, en San Andrés de Giles; Francisco Durañona, en San Antonio de Areco; Santiago Laurent, en Pilar; Santiago Maggioti, en Navarro; entre otros.
El secretario general de La Cámpora es Andrés “Cuervo” Larroque, 34 años, un “gran formador de militantes” según describen funcionarios y ministros del Gobierno. Su tarea es la de bajar línea entre los jóvenes que ingresan a la organización, dar discursos verborrágicos, recorrer la historia reciente del kirchnerismo, y darles las herramientas para que defiendan el modelo.
Pero a esa mesa chica también se sientan el presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde; el presidente del bloque K en la Legislatura, Juan Cabandié; el funcionario de la secretaría general, José Ottavis; y Eduardo de Pedro. Wado es el preferido de Cristina. Es un abogado, con una maestría en la Universidad de San Andrés, y mantiene una relación muy estrecha con la presidenta. Concurre con ella a muchos actos políticos. Se lo pudo ver, por ejemplo, durante el lanzamiento de la corriente agraria nacional y popular (Canpo) en el Luna Park la semana pasada. Es el único que no le pide permiso a Máximo para tomar decisiones o proponer cuadros para sumar al Gobierno.
Wado es hoy vicepresidente de Aerolíneas Argentinas. Pero en el gabinete aseguran que será ministro de Justicia si Cristina accede a la reelección. Allí estaría bien acompañado porque desde hace un año asumió como secretario de Justicia otro chico de La Cámpora, Alejandro Julián Alvarez que, casualmente, es su socio en el estudio jurídico.
De Pedro es hijo de desaparecidos, tiene una historia trágica, y carga en sus espaldas con una historia militante: participó de HIJOS, militó junto a Patricia Walsh y también integró las filas del gremio de los judiciales que lidera Julio Piumato. Es, hoy, el único miembro de La Cámpora que tiene contacto con el moyanismo, al margen de Recalde, que es el hijo del abogado de Moyano.
José Ottavis se inició como pupilo de Roberto Porcado, un operador político correntino que, por orden de Kirchner, armó Compromiso K, una agrupación transversal que buscaba ser el sostén del oficialismo por fuera del justicialismo. La alianza del ex presidente con la vieja estructura del PJ hizo que Compromiso K se diluyera. Pero Ottavis, hábil para moverse en política, no detuvo su carrera. Como líder de la juventud se posicionó dentro del peronismo y hoy preside la JP bonaerense.
Es el que más experiencia tiene en lo que en la jerga se llama “rosca”. Se reúne con intendentes y dirigentes de la Provincia y tiene un aliado por cada distrito.
Es muy posible que sea legislador por la primera sección electoral, en la lista que acompañará la boleta de Daniel Scioli. No será el único premiado en las listas. El otro es Cabandié, a quien le guardan un lugar en la lista de diputados nacionales por la Ciudad de Buenos Aires, aunque su aspiración era –pero no tendrá suerte- ser vicejefe de Gobierno porteño de alguno de los tres precandidatos K.
Mariano Recalde es el más discreto de todos. Dicen que arranca temprano y se va tarde de su oficina en Aerolíneas, pero nadie sabe a ciencia cierta cuáles son sus aspiraciones dentro del Gobierno. En la cúpula nombró ocho cargos políticos, pero no tocó a los cuadros técnicos. “Administrar Aerolíneas es muy complejo. Hay seis sindicatos, que representan a pilotos e ingenieros, y si los tocás se te arma un quilombo bárbaro”, confió a Plazademayo.com un ministro. De por sí, los sindicatos “gobiernan” Aerolíneas. Pasó el fin de semana de Pascuas. Muchos vuelos se retrasaron, otros se postergaron. Adujeron causas climáticas, sin embargo, este medio pudo saber que fueron las internas entre los distintos sectores y no los factores climáticos los que complicaron los vuelos. Porque no sólo hubo problemas en los vuelos de cabotaje, también en los internacionales. A los pasajeros que venían de San Pablo el domingo a la mañana por Aerolíneas, los dejaron varados, tuvieron que alquilarles habitaciones en un hotel cinco estrellas y reprogramarles el vuelo para el día siguiente.
Esto pasa con frecuencia. Los pilotos, cuando llegan a destinos internacionales, denuncian fallas en el avión. Los ingenieros dicen que es imposible, porque los revisaron antes de partir. En el medio, quedan los pasajeros. Y Aerolíneas tiene que destinar una fortuna para pagar hoteles y reprogramar los viajes.
La Cámpora aparece, para algunos, como el “cuco”. Entre la militancia juvenil, porque envidian su capacidad para entrar en cargos en el Gobierno. Entre los ministros y funcionarios porque no aceptan la “prepotencia” con la que se meten en sus organismos, con la bendición de Cristina. Se refieren a ellos como los militantes de traje y de blackberry. Los acusan de buscar dinero y poder, sin otro objetivo a la vista. “En política vos empezás como consejero escolar y terminás como diputado nacional: Estos chicos quieren empezar como diputados nacionales”, graficó el asesor de un ministro. Claro que no todos piensan igual. Una alta fuente del Gobierno le dijo a Plazademayo.com que el objetivo de La Cámpora es meter gente sin experiencia en cargos importantes para que tengan roce con la gestión y se formen como cuadros. Pretenden “ser los futuros ministros” de un gobierno kirchnerista. “Quieren ser los herederos de este proyecto”, afirmó.
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