Por Gabriel levinas
Un grupo de hijos de, con amigos de, han logrado en poco tiempo conmocionar el mundo de la política ocupando espacios de poder y presupuestos públicos para consolidarse como el recambio del kirchnerismo.
Militancia, trabajo, dos palabras con mucho en común. Aprendí que en ambos casos se comienza desde abajo, desde lo más simple, y casi siempre lo menos divertido.
A los 15 años, tenía las tardes libres y decidí trabajar en la empresa de mi padre. Mi esperanza era poder rápidamente dar órdenes, llevar a la práctica mis ideas modernas y beneficiosas. La vieja manera de dirigir el negocio que tenían mi padre y sus hermanos había dado frutos, aunque yo consideraba que no lo suficiente. El mundo estaba cambiando y los viejos no lo entendían.
Cuando me presenté con todo mi entusiasmo un lunes a las dos de la tarde, papá me acompañó al sótano, me llevó con el jefe de expedición y éste me puso a hacer paquetes sin ver la luz del día durante todo el resto de la tarde. Así pasé los primeros cuatro meses, trayendo las prendas y envolviéndolas. Yendo y viniendo durante horas por los pasillos abarrotados de mercaderías.
Cuando Pedro, mi jefe, un buen tipo, severo, le avisó al viejo que yo estaba trabajando bien, se me permitió ver la luz nuevamente y acompañar al chofer de una de las camionetas a repartir esos paquetes a los clientes de la capital y el Gran Buenos Aires. Bajaba y subía del vehículo con los remitos firmados.
Para hacerla corta, fui conociendo lentamente durante esos años todas y cada una de las secciones de la empresa, desde la moldería hasta las ventas. Jamás llegué al escritorio con secretaria que tanto deseaba.
Antes de que eso fuera posible me fui a trabajar por mi cuenta.
Paralelamente comencé a militar en un partido de izquierda. El arranque fue parecido. Yo, joven y arrogante, creía saber exactamente lo que le convenía al país, pero no podía llevarlo a cabo, tenía que buscar la manera, dificultosa por cierto, de convencer a mis compañeros de célula para que las ideas suban un escalón más arriba y fueran consideradas. No era fácil.
En nuestro grupo discutíamos cultura, éramos pintores, gente del arte y de la música. La plataforma del partido se nutría de las ideas de cada una de esas células, y todos discutíamos todo.
Algunos, muy pocos, trabajaban tanto dentro del partido que no tenían tiempo para ganarse la vida. Los demás aportábamos de nuestros sueldos para su manutención.
Aunque los mirábamos con cierto recelo, debían justificar tal honor.
Conocíamos casos de los partidos hermanos donde alguno llegaba a concejal, incluso a diputado y donaba la mitad de su salario a su partido.
También circulaban sospechas de algún viejo militante que al final de la ruta, al acercarse a una pequeña cuota de poder, metía la mano en la lata. Raro, pero pasaba.
Hoy La Cámpora se propone como el semillero de donde surgirá el recambio en el liderazgo del proyecto nacional y popular que encarna el kirchnerismo.
Y el semillero, como tal, es por demás extraño. Al pibe en lugar de mandarlo al sótano lo mandan de movida a ocupar un cargo en el directorio. En lugar de enseñarle a producir, le pagan un sueldo que obtiene del Estado para militar en un proyecto político partidista.
Cobran sueldos de organismos estatales para realizar actos políticos tendientes exclusivamente a la consolidación del poder.
No hay plataforma, los militantes hablan permanentemente de proyecto y modelo. No hay dónde leer más de una carilla que explique el significado de tales palabras.
El propio Jaime, símbolo de la corrupción del kirchnerismo, es tesorero de la sección cordobesa, parte de un grupo que pretende diseñar el futuro de nuestro país. Desde el inicio nomás se emparienta con lo peor de la política.
El número uno de La Cámpora, Larroque, es subsecretario de Reforma Institucional para el Fortalecimiento de la Democracia. Reemplazó a Marta Oyhanarte, quien cumplía una excelente labor al frente del organismo que es, casualmente, el que debe aplicar el libre acceso a la información pública.
Marta fue brutalmente desplazada junto con otros funcionarios y empleados, algunos de ellos fueron literalmente patoteados y ahora la Secretaría funciona como un tapón a la transparencia que debe cuidar.
Los datos que dan cuenta del número de militantes que fueron incluidos en alguna nómina estatal es difícil de corroborar, justamente por la imposibilidad que desde la misma Cámpora se alienta para los organismos estatales: impedir el acceso a la información.
Trecientos muchachos pusieron en Aerolíneas, donde el hijo de Recalde es el presidente; como buen hijo de rico gasta más dinero del que tiene NUESTRA línea de bandera. Nadie ve trabajar a los 300, aunque hay quienes dicen haberlos visto votar en alguna asamblea. Otros fueron a parar a la Anses, a la legislatura o a la Corporación Puerto Madero.
Recientemente, tras la muerte del coordinador de Deportes en la Ciudad Universitaria, lo reemplazaron, y él nuevo, de una, metió 15 profesores más de la organización.
Cientos de jóvenes que básicamente cobran por militar. Otros, más grandecitos, han conseguido puestos que difícilmente hubiesen conseguido si no fuesen “hijos de” o “enviados por”.
Los líderes inauguran filiales de La Cámpora en la Ciudad de Buenos Aires y en todo el país más rápido de lo que consiguen adeptos; son lo mismos que alientan en grotescas fiestas —choripán de por medio — teatralizaciones de mal gusto, subestimando al público presente con luchas simbólicas entre pingüinos y gorilas, con guiones y finales absolutamente previsibles. Como son militantes, ellos lo llaman chicanear. Para el vecino común, es simplemente una agresión.
Ésta es la manera que tiene el casi siempre presente subsecretario Larroque, de fortalecer la democracia.
Por momentos parecen más barrabravas que políticos. No es así, claro, cuando se los ve sentados en los restaurantes de Puerto Madero: ahí hacen recordar al grupo “sushi” de la época de De la Rúa.
Éste es el proyecto, el semillero que intenta formar a los futuros dirigentes del modelo nacional y popular, quienes también manejan la Secretaria de Justicia de la Nación. Tal vez son una metáfora que sirve para explicar muchas de las cosas que la maniatada justicia no puede. Este proyecto juvenil está reproduciendo lo que la justicia oculta. La naturalización de una nueva moral. Esa verdad de Perogrullo que dice que corruptos son todos, que esto es Latinoamérica, pero por lo menos hicieron esto y aquello. Enfrentaron al monopolio.
Este tipo de argumento —cada vez más esgrimido— no hace más que estamparnos en la cara una terrible realidad: La Cámpora es simplemente una evidencia más de la consolidación de la cultura menemista. Cultura que nos legó la idea de diluir los actos de corrupción en el mar de una sociedad corrupta, en el “todos lo hacen”, en el “siempre fue así”.
Y a estos jóvenes dirigentes, futuros ministros y hasta presidentes, se los entrena en la más perversa forma de acumulación de poder.
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Hola, comparto en general lo que expresa la nota, sin embargo debo refutar un aspecto, el del camino recorrido previamente. Al menos el de algunos «dirigentes» que mínimamente reconozco de la Cámpora. Milité en la universidad en los años noventa y hasta casi mediado de los 2000 en lo que fue el «espacio independiente universitario», por ponerle un nombre. Los independientes éramos agrupaciones que surgieron en todo el país a mediados de los ’90, que nos reivindicábamos de ese modo por no coincidir con las ideas y prácticas de los partidos tradicionales, tanto PJ y UCR como de la izquierda. Obviamente habían coincidencias en eso y en la oposición al neoliberalismo, pero no nos representaba un proyecto común más allá, incluso había todo un abanico de ideologías que coincidían en esa coyuntura de resistencia pero que una vez llegado Kirchner al poder las diferencias estallaron al igual que ocurrió en muchos otros sectores y movimientos sociales. Varios referentes o funcionarios de la Cámpora fueron militantes de las agrupaciones independientes, como Ivan Hein de la TNT de Económicas de la UBA, es decir no vienen de sus casas directo al cargo, hicieron sus divisiones inferiores en clubes de barrio y supieron vender su capital militante en las ligas mayores, al mejor estilo dirigente de Franja que sube a la estructura de la UCR o dirigente de la JUP que carancha algo en el PJ. De este modo los planteos alternativos que reivindicábamos en su momento en muchas de nuestras agrupaciones terminaron en el ultrapragmatismo de estos muchachos que empezaron a escalar a pasos agigantados dentro de la estructura kirchnerista, porque nunca rompieron con la política tradicional heredada del menemismo, la misma que practicaba y practica la Franja, a quiénes tanto criticábamos. También hay que decir que, tal vez, muchos de los hoy camporitas militaban en la JUP, en aquellos tiempos menemista, luego duhaldista y hoy kirchnerista. Por suerte, de aquellas experiencias de los independientes quedó un gérmen que hoy anda pululando en varios movimientos sociales y experiencias de base, pero que lamentablemente está alejada todavía de la construcción de una fuerza alternativa al día de hoy que le dispute el poder real al bipartidismo en sus variantes neoliberal o neodesarrollista. Saludos
Es cierto Nicolás, a veces uno no hace todas las aclaraciones necesarias, y se que varios militantes de la conducción de la Càmpopra tienen su historia personal de lucha. La idea general, la forma de acumulación de poder , la nueva manera de hacerlo es un poco la idea de la nota. Repito, vale y valoro tu acertada corrección
Levinas
Me parece valioso el análisis.
Pero quizás, te perdés una realidad actual, que tiene su correlato en lo que describís:
hoy no hay mayor espacio de militancia concreta y efectiva que la que se está haciendo dentro del estado y el gobierno.
Fuera de ese ámbito, los partidos no están generando grandes ideas ni están instalando temas si quiera…
entonces, la militancia que describís, la que empieza desde el sótano, es dentro de los movimientos sociales.
en el partido que apoya el gobierno, es casi mas natural que haya una contención y adoctrinamiento para lo que se debe hacer ya mismo, hoy… porque hay un vacío obvio de dirigentes.
ahora, de no ser en los partidos troskistas que son un ejemplo de militancia.,.. no veo que la haya en otros espacios tampoco.. es un sign of times..
saludos, siempre un placer tu relato, aunque muchas veceso no coincida con tu mirada.
Estimda Gabriel , soy un ciudadano de una localidad del interior de Formosa llamado Ingeniero Juarez ,No te bvoy a ilustrar mucho de esta zona , por que eresun conocedor de esta tierra. Recuerdo a verte visto recorrer esta inospita tierra en epoca que tuviste que llegar por el Ferrocarril y unos turcos amigos tuyos se rein de tu larga cabellera y tu hiperquinecia.Con mucho agrado e leido tu ilustrativo articulo y solo queria expresarte que por suerte nosotros no tenemos «todavia» la desagradable experiencia de contar con la afamada y siempre mal ponderada AGRUPACION CAMPORA. Pero claro Gabriel como sabras aqui en el extremo oeste de una provincia ,regenteada por un gobernador que mas que eso se parece a un capataz de estancia y que lleva mas de 16 años en el poder y aspira a 4 años mas ,contamos con otros problemas quizas mas o iguales de graves que lo que tu mencionas. Un intendente procesado por sustracion de D.N.I a ciudadanos aborigenes ,denunciado por lesiones a la polica provincial y otras causas .Personaje que nos averguenza a los juarences.El Sr CRISTINO VIDAL MENDOZA..Por ultimo preguntarnos que es mejor LA CAMPORA o las avergonzante conducta delictiva de nuestro intendente local. Simplemente Gabriel me queda expresarte el agrado causado al leer tu articulo y recordarte que aqui en el oeste de formosa te esperamos siempre y te recordamos con cariño.
Primero decir que coincido con que un proyecto que sus bases no se discuten en las bases, no es proyecto es cuanto mas un actis !!! y la falta de debate de la juventud militante es preocupante no se cuestionan absolutamente nada ? recuerdo montoneros una juventud que cuestionaba en el mismo movimiento peronista uno es joven si cuestiona , si cuestiona el poder !! sino es un turista que plácidamente recorre bayres y con respecto a comenzar de abajo ? tengo mis dudas por suerte!! siempre es mas fácil empezar en el sótano del negocio de Papá ? que ser un peón en el sótano de tu patrón o para ser mas claro un trabajador que cuando lo echan se queda sin trabajo y del otro modo se enoja con Papá .
No quiero dejar de remarcar la importancia de plazademayo !!!! cada vez mas grossa y la niota como siempre excelent !!!!
La idea es que, aun siendo el hijo del dueño, tuve que transpirar tanto o mas que el resto de los empleados, por supuesto que en mi cabeza no estaba la incertidumbre de un empleado u obrero común. yo sabia que a la noche llegaba a mi casa y tenia mucho mas de lo que podía obtener con mi trabajo.
De todos modos, valoro tanto que mi viejo me haya puesto en mi lugar y bajado los humos, casi logra que yo no me convierta en un engreído.
Gabriel
Qué fea nota, gorila,gorila. Cómo se siente coincidir con Nelson Castro, Clarín y otros demonizadores de camporistas. Brienza:»Las críticas brutales y despiadadas a las juventudes políticas no son otra cosa que la demostración más sincera y profunda de la mezquindad y miserabilidad de quienes las enuncian.»
http://www.elargentino.com/nota-135933-Apuntes-para-la-militancia-III.html
Justo aplicás lo mismo que dice Levinas: la frase de Brienza alude a las críticas al conjunto «juventud política». Pero en la nota se habla de la juventud kirchnerista. ¿Hay algo que decir de ésta? ¿La frase de Brienza serviría para defender, por ejemplo, a las juventudes hitlerianas?
No vale diluir los actos de la Cámpora en los actos de todas las juventudes políticas. Alguna de ellas tienen militantes muertos en las calles, antes que en directorios de empresas del Estado.
Muy buena la antítesis presentada, el que empieza de abajo, y el que le dan todo servido. La historia, siendo se sabe como termina, esta película ya la vi. Como suelo decir, «Quien no aprende de la historia esta condenado a volver a repetirla».
No pretendo legitimar todo lo denunciado en este post diciendo esto, pero ¿qué hay de Franja Morada, por ejemplo? ¿Son distintos, mejores?
Me consta que al menos en mi natal Mar del Plata este texto seguiría siendo exacto si con un editor de texto reemplazo automáticamente «La Cámpora» y «kirchnerista» por «Franja Morada» y «Radical» respectivamente.
Es bueno el diagnóstico pero es impreciso si no nos damos cuenta que el tumor hace rato hizo metástasis a otros partidos, y no empezó necesariamente en el Kirchnerismo. El Kirchnerismo no existe, es un armado circunstancial. Mañana la misma corrupción cambiará de nombre y nos preguntaremos de donde salió.
En general concuerdo la visión del autor, pero me llama la atención «la cultura menemista» cuando a los lejos este gobierno demostró que es mucho más retardatario que el turco . Este es estructuralmente corrupto.
Que si bien levanta banderas reivindicativas de » izquierda» no pasa de ser un gobierno de corte feudal, al estilo de los gobiernos de medio oriente, que la primavera árabe esta empezando a desalojar.
Desde la recuperación de la Democracia, por lejos esta administración es la más retardataria, que intenta llevarnos al gobierno de clientelar al estilo de la década del 30, y desea (si la sociedad lo deja) SantaCrucificar a la Argentina.