Por Fabian Magnotta
Botnia continúa haciendo en el Río de La Plata lo que no le dejan hacer en Finlandia. Algunos pormenores en esta nota hecha desde Entre Ríos.
Botnia ahí está. Contaminando, como siempre. En noviembre cumplirá cuatro años de producción, que es el diez por ciento del tiempo planificado para elaborar pasta de celulosa para papel en este lugar del mundo.
Una empresa que caminó como si no sintiera los disparos cruzados del histórico conflicto binacional entre Argentina y Uruguay.
El papel, es cierto, es imprescindible en este mundo de hoy. Sólo que, como dice el científico italiano Marcelo Conti, hay que elegir correctamente los lugares de elaboración de los insumos. “Y peor lugar que en el río Uruguay, no había”, acotaría Raúl Estrada Oyuela, el diplomático argentino que vivió el origen del serio problema vecinal.
¿Cuatro años? En realidad, los pasos van más lejos.
El 4 de noviembre de 2010 se realizó un acto en el club de golf de Fray Bentos, la ciudad uruguaya donde está recostada la pastera finlandesa Botnia-UPM. “Los primeros veinte años de UPM en Uruguay. Una apuesta al futuro de la agroindustria forestal”, fue el título.
El gerente general de UPM en Uruguay, Ronald Beare, recordó que las inversiones de UPM en Uruguay comenzaron en verdad en 1990 a través de la empresa Kymmene, la que junto con Shell fundaron una sociedad para realizar pruebas piloto de plantaciones de eucaliptus. Al año siguiente contrataron personal y armaron un vivero, en el marco de ley forestal uruguaya de 1987, que había salido con unanimidad política. En 1997 se produjo la primera cosecha de madera, y la empresa empezó a comprar montes y a vender rolos.
Hoy el vivero modelo en Latinoamérica está ubicado en Paysandú (río Uruguay, frente a la ciudad entrerriana de Colón), donde se producen 20 millones de plantines anuales. Las plantaciones se ubican entre los departamentos de Río Negro, Paysandú, Soriano y Tacuarembó.
La producción anual de Botnia-UPM en Fray Bentos es de 1.1 millón de toneladas de celulosa de eucalipto. Los insumos básicos son dos: 3,5 millones de metros cúbicos de madera de eucalipto; y un millón de litros de agua por día, tomados del río Uruguay compartido con la Argentina. Este insumo, quizás el más caro del planeta, gratis.
Los anarquistas anhelaban destruir los mapas, pero el capitalismo les ganó de mano. La multinacional Botnia-UPM maneja más dinero que el Estado en Uruguay. Por lo tanto, la empresa tiene más soberanía que el Estado.
*El contexto
Cierto es que la empresa nacida en Finlandia elaboró su plan una década y media antes de que estallara el conflicto.
Y el desembarco en la región debe enmarcarse en el agronegocio orientado hacia la exportación de celulosa y de soja y la extracción de oro y uranio.
En 1991 se había conocido el “Informe Summers”. El bueno de Lawrence, economista jefe del Banco Mundial y más adelante asesor del “progresista” Obama, proponía estimular las áreas del mapa menos contaminadas, para que admitieran una curiosa «redistribución» de los residuos y de la contaminación industrial.
«Las sustancias cancerígenas tardan muchos años en producir sus efectos, por lo que éstos serán mucho menos llamativos en los países con una expectativa de vida baja, es decir, en los países pobres donde la gente se muere antes de que el cáncer tenga tiempo de aparecer”, decía.
En septiembre del año 2000, doce gobiernos sudamericanos, entre ellos el de Argentina (Presidencia de De la Rúa), aceptaron la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIIRSA), proyecto coordinado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Corporación Andina de Fomento (CAF), y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA).
El abogado ambientalista Jorge Daneri -uno de los impulsores de la lucha de Gualeguaychú contra las papeleras- advirtió que los objetivos básicos del IIRSA tienen que ver con el aumento de exportaciones de bienes naturales, producción agraria y minera de bajo valor agregado y elevado costo social y ambiental para nuestros pueblos. Construcción de megaobras: represas, hidrovías, carreteras, papeleras; todas funcionales al traslado planificado de la producción sucia de los países industrializados al Cono Sur. Y sin la inclusión de la opinión de la sociedad civil.
En 1989 se había firmado el Consenso de Washington, que signó la brutal ofensiva liberal en nuestra región del mapa.
“Botnia no es una planta. Botnia es un modelo”, definió Jorge Rulli.
En ese contexto internacional Botnia viajó a Sudamérica.
*Resistencia y conflicto
Los finlandeses planificaron todo, menos la resistencia vecinal en Gualeguaychú, que empezó en 2003, y estalló y se sostuvo entre 2005 y 2010, con marchas de 50 mil personas y un corte total de la ruta al Uruguay que se prolongó durante tres años y medio.
Antes, Botnia había cumplido sus proyectos al pie de la letra.
Educó en la cultura forestal. Puso plata en las campañas políticas. Durante la construcción dio trabajo a miles de personas y después se quedó con 300 empleados en Fray Bentos, la ciudad que actualmente muestra la mayor desocupación en el Uruguay, situación que obviamente no revirtió la pastera. Pero en pleno conflicto con la Argentina, en la ciudad uruguaya de 25 mil habitantes se vivía una primavera de motos, pizzerías y alojamientos y ello abroqueló lógicamente a los fraybentinos a favor de la imponente inversión.
Botnia (luego UPM) pautó fortunas en los principales medios orientales y se trazó un plan de aterrizaje social que incluyó un diluvio de pelotas, computadoras, rutas, remeras, fiestas, competencias deportivas, eventos culturales, arreglo de escuelas, etcétera.
Casi como en un pasaje bíblico, Botnia descendía de los cielos y era la buena noticia.
Asoció a grandes, medianos y hasta pequeños capitales (colegios de profesionales, por ejemplo) en la inversión forestal, y así armó una red de intereses uruguayos que un día le multiplicó sus defensores. Apoyar a Botnia era defender a la Patria, el país “chico” contra la agresión del vecino “grande”.
Políticamente, además de tener el respaldo de los partidos Blanco y Colorado, la empresa consiguió el apoyo del frenteamplista Tabaré Vázquez, observado atentamente por los inversores por su pasado izquierdista, y necesitado de demostrar seguridad jurídica y buena fe hacia los Estados Unidos. En ese país, en algunos círculos se asegura que detrás de Botnia siempre estuvo Bush.
Botnia y el plan forestal como política de Estado. Botnia como empresa solidaria. Botnia como posibilidad de trabajo. Botnia como publicidad jugosa en los medios… ¿por qué no soportar un poco de contaminación?.
Pero no alcanzó con la vieja fórmula de los espejitos de colores a cambio del supuesto oro.
En la etapa de mayor tensión, Botnia recurrió a una consultora que recurrió a los manuales de crisis, esquema que también han utilizado Monsanto, la pastera Celco en Chile y la Barrick en San Juan, por mencionar algunos casos.
En esa instancia, valía todo para desprestigiar la lucha del pueblo encabezada por la Asamblea Ciudadana Ambiental Gualeguaychú y sostener a la empresa ante la opinión pública. La derecha argentina con su coro de medios, contra el método del corte, pero en realidad contra la causa. La difusión de informes de consultoras sobre “producción limpia” y “las mejores técnicas disponibles en el mundo”. El viaje pago a periodistas argentinos y la foto en La Nación de Aldo Leporatti, a cargo de la consultora Porter Noveli, mientras tomaba agua frente a las pasteras en Finlandia. Todo servía. Paralelamente, expertos en informática con su campaña contra asambleístas y periodistas que defendían a Gualeguaychú, en una guerra psicológica brutal.
Y como si fuera poco, Botnia hizo un “acuerdo comercial” con Clarín y La Nación. Erki Varis, presidente de la empresa, revelaría en abril de 2006: “Hemos tenido grandes dificultades para hacer entender nuestro mensaje en la Argentina. Esto es debido a que, en ciertas partes del país, ha sido muy duro poder transmitir información en la prensa, sobre todo en la región de Entre Ríos. En Buenos Aires, la situación es algo mejor. Ahí es posible encontrar alguna información neutral o positiva, pero no en Entre Ríos. Por eso, lanzamos una gran campaña publicitaria en la prensa nacional, en los diarios La Nación y Clarín, los dos periódicos más grandes (Revista Debate, 20 abril 2006, página 8). La planta arrancaría a fines de ese mismo año.
Así, en los principales medios del Uruguay y de la Argentina, Botnia era siempre señal de noticias positivas. Y la contaminación no tenía prensa.
Había que vender tantas mentiras como pasta de celulosa. Toneladas de tergiversaciones.
*Los actores
Greenpeace participó en los inicios de las movidas ruteras de Gualeguaychú, llevó a la bella reina carnavalera Evangelina Carrozzo a la Cumbre de Viena y hasta sus activistas tomaron la planta, pero el divorcio llegó porque los intereses eran distintos. Greenpeace decía “no a la contaminación”, y Gualeguaychú pedía “no a las papeleras”.
Ahora Wiki Leaks “revela” que Néstor Kirchner apoyó los cortes de ruta. Quizás sí al principio, pero después la movilización se le volvió ingobernable. El mandatario toleró los bloqueos, fue a la Corte de La Haya y declaró a la lucha “causa nacional”, pero más allá de la difícil relación con Tabaré, siempre supo cuál era el límite: por ninguna razón podía separarse del Uruguay.
Finalmente, el corte terminó por decisión del Gobierno nacional, que judicializó las protestas. El miércoles pasado declaró un mecánico. La semana anterior, un horticultor. Era la primera vez en sus vidas que entraron al helado Juzgado Federal de Concepción del Uruguay.
El Tribunal de La Haya, la justicia de posguerra del capitalismo organizado, dijo que Uruguay había incumplido puntos del Estatuto del Río Uruguay pero no lo sancionó por ello, y recomendó un monitoreo conjunto.
Ese monitoreo avanza trabajosamente, pero se hace para que Botnia siga funcionando, no para que se vaya.
Sin sanciones, Uruguay observó hace algunos meses que los técnicos argentinos descubrieron que la planta trabajaba con dos caños al río: uno para tomar el agua, y el otro no declarado para la dilución de la contaminación. Europeos y prolijos, pero más tramposos que el Gordo Valor.
Ahora la binacional Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) creada por iniciativa de Perón en los setenta, llama a licitación para la compra de equipos que midan la contaminación en el aire, que obviamente también es compartido.
Gualeguaychú, en tanto, puede exhibir un ejemplo de participación ciudadana, un crecimiento de la conciencia ambiental, y resaltar que la española Ence no pudo instalarse. Además, para quienes desean entender, tiró del hilo para que se viera el dibujo del mundo. El 8 de mayo habrá otra marcha desde la ciudad hacia el puente internacional General San Martín, sobre el río Uruguay, para recordar que “el conflicto no terminó”.
Y ahí está Botnia. Contaminando, como siempre, y llevándose las riquezas. Como las pesqueras, como las mineras, como las sojeras.
-Fabián Magnotta
(Director Periodístico de Radio Máxima Gualeguaychú, corresponsal DYN Entre Ríos, autor del libro Gualeguaychú, 2 mil días de conflicto. El No a las Papeleras y el Grito del Campo).