La revolución en Libia.
En un país donde 60% de la población tiene menos de 30 años, las redes sociales jugaron un rol social para cohesionar una protesta que ya ocupa la mayor parte del territorio libio. Pero Gaddafi, en el poder hace 42 ya ha dado sobradas muestras de que no le tiembla la mano a la hora de reprimir. Las claves de un movimiento revolucionario que atraviesa las autocracias árabes y que no cree en el fundamentalismo religioso.
Mientras escribo este artículo, la mayor parte de Libia ha caído en las manos de los manifestantes pro-democracia. Internet y otros medios de comunicación han sido bloqueados y sólo algunos periodistas se encuentran en el área. En YouTube, blogs, Facebook, Twitter y otras redes sociales puede encontrarse información. La mayor parte de ese flujo de información fue captado por celulares y relatos de los testigos. El canal de noticias Al-Jazeera se comunica con la gente (casi todos, jóvenes) que está en el lugar del conflicto. Google y Twitter instalaron un servicio telefónico especial para poder comunicarse a pesar del bloqueo de Internet y los bloggers internacionales están ofreciendo números de teléfono para posibilitar las comunicaciones online. Las redes sociales han aumentado en el mundo árabe y han jugado un papel importante en los levantamientos actuales.
Diez días de levantamiento
Acompañando a Túnez y Egipto, el Movimiento Juvenil de Libia también comenzó a respirar el espíritu de la revolución que fue conducido por el viento a través del mundo árabe e Irán. En conjunto con activistas fuera del territorio, los jóvenes de Libia están cuestionando ahora al coronel Muammar al-Gaddafi y su régimen, quizás el más autocrático de la región.
Gaddafi, quien oficialmente no ocupa ningún puesto en un país sin constitución y abundante en petróleo, ha estado gobernando con mano de hierro durante los últimos 42 años. Es el dictador más longevo del mundo. Su régimen no tolera oposición alguna y es reconocido por su brutalidad.
A fines de enero, en Twitter y otras redes de comunicación social, comenzó la convocatoria para el 17 de febrero «Día de la revuelta» en Libia. El llamado fue originado fuera y dentro de Libia, con la esperanza de seguir el impulso de los levantamientos en Túnez y Egipto.
El 17 de febrero marca un día importante para los libios, especialmente para quienes viven en el este, en la ciudad de Bengasi, la segunda ciudad más importante del país y principal bastión de la oposición. En una entrevista con la cadena de televisión France 24, Hassan al-Djahmi dijo que esta fecha no fue elegida por casualidad. “Representa un símbolo en demasiados niveles para los residentes de Bengasi «, agrego Djalmi, el blogger señalado como el responsable de generar la cyber-ola de ira en contra de Gaddafi» en Facebook.
El 17 de febrero en 1987 nueve jóvenes fueron ejecutados por los Comités Revolucionarios de al-Gaddafi tras ser declarados culpables de planificar el asesinato de Ahmed al-Musbah Werfalli en agosto de 1986. Werfalli era un conocido miembro de los Comités Revolucionarios, los mismos que hoy son temidos en las calles tras el levantamiento. Seis de los acusados fueron ahorcados públicamente en el estadio deportivo de Bengasi.
En 2006, en la misma fecha, las fuerzas libias de seguridad dispararon a los manifestantes que se encontraban frente al consulado de Italia en Bengasi luego de que el ministro italiano de Reformas Institucionales, Roberto Calderoli, anunciara que iba a aparecer en televisión vistiendo una remera con la caricatura del profeta Mahoma. El dibujo, creado por Kurt Westergaard, había sido publicado en el periódico danés Jylland -Posten a fines de 2005. Muchos fueron asesinados y la protesta se transformó en una manifestación anti-Gaddafi.
Tras la reciente movilización, Gaddafi advirtió que responsabilizaría al Movimiento Juvenil de cualquier levantamiento que hubiese en el país. A pesar de las advertencias, las manifestaciones comenzaron el día 15, tras la detención de un activista de derechos humanos de Libia. Cientos de personas se reunieron en la noche frente a la jefatura de policía en Bengasi.
Durante los días siguientes, levantamientos masivos estallaron alrededor del país. El régimen respondió a las protestas bloqueando el acceso a internet y utilizando francotiradores, helicópteros artillados y tanques contra los manifestantes Se dio a conocer que los mercenarios (principalmente de Chad) fueron contratados por el régimen; al-Gaddafi siempre ha desconfiado y marginado al ejército local. Muchos de los soldados que se negaron a disparar contra los manifestantes pro-democracia han sido ejecutados por los mercenarios. Sin embargo, la creciente violencia solo ha logrado enfurecer más a los manifestantes y dio lugar a que miembros de las tropas cambien de bando.
Como internet fue bloqueado y los medios de comunicación quedaron reducidos, cada ciudad observó como los manifestantes se organizaron de forma separada y el “boca en boca” se convirtió en el medio de comunicación principal. Finalmente, la ciudad de Bengasi se refugió en las manos de los que en ese momento eran decenas de miles, quizás cientos de miles.
Incluso en Trípoli, la capital, la gente salió a las calles, pero fueron recibidos por los ataques de la fuerza aérea el 21 de febrero. Por televisión nacional, Gaddafi prometió “morir como un mártir” y amenazó con incendiar el país si fuese necesario.
En este momento, más y más tropas se han unido a los manifestantes, al igual que consulados y embajadas alrededor del mundo. Gran parte del país, especialmente el este, ha sido tomada por el movimiento pro-democracia. A pesar de enfrentarse con la extrema violencia de las fuerzas de Gaddafi, el movimiento libio pro democracia está mostrando determinación y un gran compromiso; los manifestantes no parecen querer volver a sus casas en este contexto.
La columna vertebral de la revuelta
Detrás del enojo del Movimiento Juvenil de Libia, se esconde una desesperación compartida con todos los jóvenes de la región. Desde las primeras y pequeñas protestas en Túnez, a los estallidos en Libia, los jóvenes han sido la columna vertebral del levantamiento Casi el 50 % de la población árabe tiene menos de 30 años, esto significa el 60 % en Libia. Esta juventud demográfica choca con el autoritarismo agresivo y con algunas tradiciones con las cuales no puede identificarse. Los diplomas académicos “valen menos que el papel en el cuál fueron impresos”, ya que un título no significa ningún progreso. Los que tienen más suerte pueden escapar a la desocupación trabajando, en un lugar que no elegirían en otra circunstancia, por un salario mediocre. Esta frustración, acumulada durante las últimas décadas, es lo que conecta a los jóvenes de toda la región; la misma frustración que lentamente ha generado el impulso para las recientes rebeliones.
¿Qué pasa con el Islam?
Las autoridades Bareiníes, el Rey Abdullah de Jordania, Mubarak y al-Gaddafi, han culpado al Islam, la Hermandad, Al Qaeda, Hezbollah y a veces a “una mano siniestra». El oeste ha expresado miedo por el posible surgimiento de los regímenes islámicos después de los levantamientos. Sin embargo, los manifestantes han demostrado la decepción ante el extremismo y el fracaso de los partidarios radicales del Islam. Los acontecimientos de los últimos dos meses fueron laicos, unieron a la gente en una lucha común sobre los derechos fundamentales y la justicia, más allá de cualquier ideal islámico. Esto fue evidente en la reticencia de la Hermandad Musulmana egipcia para reclamar una revolución: percibieron que podían ser acusados de auto adjudicarse los levantamientos y esto provocaría mucho enojo en la población. En ese sentido, La Hermandad se dio cuenta que se trataba de una convocatoria popular. Es más, en Tahrir Square cristianos protegieron a musulmanes de las fuerzas de Mubarak. En Libia, hombres y mujeres de diferentes clases sociales y tribus han salido a las calles a pedir libertad. Un cambio está viniendo a la región. Tal cual lo citó Robert Fisk, “ Por un momento, mantengamos a la religión fuera de esto.”
Ayer escuché unos reportajes con Washington Uranga sobre el tema que coinciden en parte con el artículo de la última Ñ, La chispa que incendia la llanura, especialmente el de Alain Badiou. Con el énfasis puesto en que estos jóvenes tienen 2 características generales, algunos fueron educados en la UE o en USA, con títulos universitarios; otros totalmente desempleados. Ninguno de estos 2 grupos busca la democracia a semejanza de Occidente, sino mejores condiciones de vida. El uso de las tecnologías y de las redes es lógico porque son jóvenes generaciones que tienen contactos globales, y las otras 2 características son: las movilizaciones no tienen marcha atrás son contra el despotismo, el patriarcalismo, las apropiaciones y legados familiares; pero no hay un plan político hacia el futuro, sino son luchas en el presente.
quien escribió la nota es un pibe muy joven que esta conectado habitualmente con la mayoría de estos grupos en los países árabes, una visión muy interesante desde adentro
abrazo
gabriel