Desde el Complejo Industrial-Militar al Estado de Guerra Permanente | plazademayo.com Desde el Complejo Industrial-Militar al Estado de Guerra Permanente | plazademayo.com

Desde el Complejo Industrial-Militar al Estado de Guerra Permanente

Por Gareth Porter

Cincuenta años después del discurso del 17 de enero de 1961 de Dwight D. Eisenhower sobre el “complejo industrial-militar”, esa amenaza se ha transformado en una fuerza mucho más poderosa y siniestra que lo que Eisenhower se podría haber imaginado. Se ha convertido en un “Estado de Guerra Permanente”, con el poder de mantener los Estados Unidos continuamente en guerra por un indefinido futuro.
Sin embargo, a pesar de su aparente invulnerabilidad, los intereses creados detrás del militarismo de U.S. han sido sacudidos seriamente dos veces en las últimas cuatro décadas. Esto se debe la combinación de un fuerte rechazo público contra una guerra de gran magnitud, oposición a los altos gastos militares, seria preocupación por el déficit del presupuesto y un cambio en la percepción de las amenazas externas. Hoy, el Estado de Guerra Permanente enfrenta los tres primeros de estos desafíos a su poder simultáneamente – y en el amplificado contexto de la peor crisis económica desde la gran depresión.
Cuando Eisenhower advirtió en este discurso de despedida sobre el “potencial” del “desastroso incremento de un inapropiado poder”, se estaba refiriendo al peligro de que los intereses militares consiguieran controlar la política de seguridad nacional de los países. La única razón por la que esto no sucedió en su gestión es que Ike dejó plantados a los militares y sus aliados.
La Fuerza Aérea y la Armada estaban tan disgustadas con su política militar “New Look” que solventaron campañas políticas en su contra. La Armada reclamó que Ike revirtiera los recortes presupuestarios y aumentara las fuerzas convencionales. La Fuerza Aérea dos veces generó acciones de inteligencia para sostener su afirmación de que la Unión Soviética estaba rápidamente sobrepasando a los Estados Unidos en poder de alcance estratégico – primero en bombarderos, más tarde en misiles balísticos.
Pero Ike desafió a ambos, reduciendo el personal de la Armada en un 44% del total con que contaba en 1953, y negándose a ordenar un intensivo programa para bombarderos o para misiles. También rechazó recomendaciones militares para una guerra en Indochina, ataques con bombas a China y un ultimátum a la Unión Soviética.

Después de Eisenhower se volvió evidente que la alianza de los intereses militares incluía no sólo las fuerzas armadas y sus clientes industriales, sino también oficiales civiles en el Pentágono, la Junta Directiva de Operaciones de la CIA, altos oficiales del Departamento de Estado y el Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Durante las administraciones de Kennedy y Johnson esta alianza militarista fue exitosa en empujar a la Casa Blanca a una guerra en Vietnam, a pesar de la reticencia de ambos presidentes, como está documentado en mi libro Perils of Dominance .

Pero justo cuando el poder de la alianza militarista parecía imparable, en los finales de los ’60, la opinión pública se volvió decisivamente en contra de la Guerra de Vietnam, y comenzó un largo período de presión para reducir los gastos militares. Como resultado, el personal militar fue reducido a niveles inferiores incluso que en la administración Eisenhower.
Por más de una década la alianza de los intereses militaristas estuvo impedida de propugnar por una política militar más agresiva.
Incluso durante la era Reagan, después de un temporario aumento en el gasto militar, el consuetudinario miedo a la Unión Soviética se disipó con la asunción de Gorbachov, de la misma manera en que el floreciente déficit presupuestario federal se convirtió en otra amenaza para el bloque militarista. En tanto comenzó a quedar claro que la Guerra Fría estaba dirigiéndose a su fin, los intereses militaristas enfrentaban la probable pérdida de mucho de su poder y recursos.
Pero a mediado de los ’90 tuvieron un inesperado cambio cuando Saddam Hussein ocupó Kuwait. George H. W. Bush – una figura clave en el complejo militarista como antiguo Director de la CIA – aprovechó la oportunidad para lanzar una guerra que terminaría con el “síndrome de Vietnam”. La administración Bush cambió una popular e indudable victoria militar en la Guerra del Golfo de 1991 en el fundamento para promover el uso de la fuerza militar en Medio Oriente. La estrategia militar para la próxima década de Dick Cheney, Secretario de Defensa en 1992 era “Debemos estar preparados para actuar decididamente en regiones como Medio Oriente, Golfo Pérsico como lo hicimos en la Operaciones Escudo del Desierto y Tormenta del Desierto si nuestros intereses vitales son amenazados otra vez.”
La administración Bush presionó a los Sauditas y a otros regímenes Árabes en el Golfo para permitir bases permanentes para la Fuerza Áerea de E.E.U.U., y en los siguientes ocho años, los aviones norteamericanos volaron un promedio anual de 8.000 misiones en las “no fly zones” que los Estados Unidos habían declarado sobre gran parte del territorio de Irac, utilizando con frecuencia fuego anti-aéreo.

Estados Unidos estaba en un estado de Guerra de facto con Irac incluso antes de la presidencia de George W. Bush.
Los ataques del 9/11 fueron la más grande bendición para la alianza militarista. La administración Bush explotó el clima de miedo para forzar al país a una guerra de agresión contra Irac. La estrategia subyacente, aprobada por la comandancia militar después del 9/11, era usar a Irac como una base desde la cual hacer una campaña de cambio de régimen en una larga lista de países.

Esa fatídica decisión sólo alentó el reclutamiento y un mayor activismo por parte de al Caeda y otros grupos jihadist, que se expandieron en Irac y otros países.

En lugar de revertir el irreflexivo uso de la fuerza militar, la misma coalición de oficiales presionó para una aproximación incluso más militarizada al jihadism. En unos pocos años, ganaron un poder sin precedentes sobre recursos y política, en el ámbito local y más allá, extendiendo su alcance al extranjero:

*Las Fuerzas Especiales de Operaciones, que actúan casi en complete secreto, obtuvieron una autoridad extraordinaria para localizar y matar o capturar sospechosos de pertenecer a Al Qaeda no sólo en Irac o Afganistán, sin en muchos más países.

*La CIA buscó y consiguió libertad virtualmente ilimitada para llevar a cabo ataques con aviones no tripulados en secreto y sin supervisión del Congreso

*El Pentágono adoptó la idea de “long war” – una estrategia prevista para veinte años de despliegue de tropas de U.S. en docenas de países, y la Armada adoptó la idea de “era del enfrentamiento permanente” como su fundamento para más recursos presupuestarios.

*El presupuesto militar se duplicó desde 1998 a 2008 en la más grande explosión de gasto militar desde los primeros años de la década del 50 – y ahora cuenta con el 56 por ciento del gasto discrecional federal.

*La comandancia militar usó su influencia política para asegurar que las fuerzas de E.E.U.U.
continuarían peleando en Afganistán indefinidamente, incluso después de demostrarse que las premisas de su estrategia eran falsas.

Todas estas jugadas completaron el proceso de creación de un “Estado de Guerra Permanente” – un conjunto de instituciones con el poder de sostener guerras secretas en una vasta extensión del globo por un futuro indefinido.

Pero el poder de este nuevo Estado en formación está todavía sujeto a las mismas políticas dinámicas que han amenazado a los intereses militaristas dos veces antes: una masiva antipatía a las grandes guerras, claras demandas para reducir el gasto militar y la necesidad de reducir el déficit y el endeudamiento del presupuesto Federal.

EL porcentaje de Americanos que creen que no vale la pena pelear en Afganistán ha alcanzado ahora el 60 por ciento por primera vez. Y así como la crisis sobre el endeudamiento federal alcanza su climax, la defensa debería sufrir la peor parte del recorte presupuestario.

Ya en 2005, una encuesta del Pew Research Center encontró que, cuando a los encuestados se les daba la oportunidad de expresar sus preferencias para recortes presupuestarios según grandes tópicos, optaban por reducir loas gastos militares en un 31 por ciento. En otra encuesta también hecha por el Pew Center un año atrás, el 76 por ciento de los encuestados, frustrados por las fallas continuas de la economía de E.E.U.U., quería que el Estado ponga prioridad en sus problemas domésticos.

La única cosa que se pierde en esta fotografía es la fundación de un movimiento político organizado específicamente para demandar un fin al Estado de Guerra Permanente. Un movimiento tal podría establecer firmes restricciones legales de las instituciones que amenazan otras instituciones Democráticas Americanas por medio de un esfuerzo masivo tanto educativo como de “lobby”. Este es el momento histórico correcto para arrear el sentimiento latente de anti-militarismo en el país hacia una conciencia estratégica para un cambio político.

Comments

  1. Capitan Plavinil says:

    Porter simplifica demasiado el tema cuando lo reduce a numeros de gasto militar. Que el gasto se recorte no significa en nada que la pata industrial del Complejo Militar/industrial haya reducido sus ganancias.
    Mas bien lo contrario, las ha maximizado haciendo interminables a los programas de desarrollo de nuevos sistemas de armas sin fabricar casi nada nuevo en los ultimos, no se, 20 años aproximadamente. Pero es un tema muy largo para un comment.
    Saludos
    Fernando

  2. JOHANA says:

    que es una tontera

  3. Dora Cerón says:

    El artículo me parece muy bueno. Para quienes de alguna manera seguimos la política exterior de Estados Unidos, no puede más que darnos una esperanza respecto a un cambio que beneficiaría a gran parte de la humanidad. Pero, también nos deja cierto dejo de expectativa y duda respecto a que sea llevado a cabo, debido a los intereses económicos que están en juego. Como siempre ante estas resoluciones norteamericanas, me mantengo a dos aguas: por un lado celebro que existan estas iniciativas, y por otro sigo siendo un poco incrédula de que lleguen a buen puerto. Será cuestión de seguir la marcha de los acontecimientos.

    • plazademayo.com says:

      Gareth es uno de los tipos que mas sabe de política exterior de Usa, es quien escribió desde Vietnam el primer libro en contra de la guerra , durante el conflicto
      abrazo
      levinas

  4. Luis Granada says:

    Interesante artículo sobre la polìtica de EEUU. Creí entender que es este sitio se propondrían ideas para la construcción de una Argentina mejor.